Hermano Alois: «La misericordia del Evangelio puede desactivar la violencia» - Alfa y Omega

Hermano Alois: «La misericordia del Evangelio puede desactivar la violencia»

«Solo Jesucristo es la vida, y solo Jesucristo nos hace libres», ha afirmado esta tarde el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, al dirigirse por primera vez a los miles de jóvenes reunidos en el Encuentro Europeo de Jóvenes

AVAN

El prior de la comunidad ecuménica de Taizé, el hermano Alois, ha asegurado este martes en la catedral de Valencia, durante la oración de la tarde del Encuentro Europeo de Jóvenes de Taizé, que «una comunión entre aquellos que siguen a Cristo puede llegar a ser un signo creíble de reconciliación en medio de la humanidad».

Ante más de 3.000 jóvenes sentados en el suelo de la catedral, el hermano Alois les ha preguntado: «¿Sabemos que, como cristianos, tenemos un don específico para preparar caminos de paz y confianza en la Tierra?».

En este sentido, el prior de Taizé ha explicado que «la misericordia y la compasión son los valores del Evangelio que pueden ser una respuesta a los juicios que enfrentan nuestras sociedades, y la misericordia y la compasión son capaces de desactivar la espiral de violencia entre los seres humanos».

«Hijos espirituales de Teresa de Ávila»

Asimismo, el hermano Alois ha afirmado que «los españoles sois hijos espirituales de Teresa de Ávila, cuyo 500 aniversario hemos celebrado, y también de Juan de la Cruz», que «despertaron una vida mística en España. Ahora, vuestra generación está llamada a encender en vuestro país el fuego de la fe renovada», ha añadido.

Igualmente, ha destacado que «nos gusta venir a España para recibir este fuego, que puede quemar a lo largo de Europa. Y nos gusta venir a España para descubrir la rica diversidad de sus regiones».

«¿Qué buscáis y esperáis?»

Esta tarde, se ha dirigido a los jóvenes por primera vez el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares. En sus palabras de saludo a los peregrinos, les ha invitado a centrar el sentido de su peregrinación en Jesucristo. «Solo Jesucristo es la vida y solo Jesucristo nos hace libres», ha señalado.

«¿A qué venís? ¿Qué buscáis y esperáis? Porque sé que vuestro corazón busca y espera», ha dicho el Cardenal al comienzo de su meditación. «Buscáis ser felices, llegar a ser libres; amáis la vida y queréis vivir plenamente; anheláis que haya un futuro grande para vosotros y que os llene de esperanza; tenéis sed de verdad y os gustaría en lo más íntimo de vosotros que os quieran, os comprendan, y también querer a los demás; buscáis la justicia, la autenticidad, la lealtad, el amor no interesado, la comunicación sincera; queréis la paz, y detestáis la guerra y la violencia terrorista, el hambre y las injusticias tan graves que nos separan y desgarra», ha dicho el cardenal

Además, «buscáis ser felices, llegar a ser libres, amáis la vida y queréis vivir plenamente, anheláis que haya un futuro grande para vosotros y que os llene de esperanza, tenéis sed de verdad y os gustaría en lo más íntimo de vosotros que os quieran, os comprendan, y también querer a los demás».

«Alumbrará un nuevo día de paz»

En consecuencia, se ha preguntado: «¿Qué buscáis, en el fondo, entonces sino a Dios?», y les ha explicado que «solo Jesucristo es la vida y el camino que nos conduce a Dios y al margen de Él no tenemos sino muerte y andamos desorientados y perdidos». De igual modo, «solo Jesucristo es la verdad que nos hace libres y la luz que alumbra a todo hombre, y fuera de Él no encontramos sino oscuridad y carencia de libertad», ha añadido.

El cardenal ha animado a los jóvenes a «proseguir vuestro camino, con la mirada puesta en Jesucristo y sin retiraros porque alumbrará un nuevo día de paz y fraternidad en toda la tierra y llenaréis el mundo de luz, la luz de la verdad que se realiza en el amor y la misericordia».

Durante su saludo en la oración, el cardenal ha recordado las palabras que san Juan Pablo II dijo a los jóvenes de Kazajistán al día siguiente del atentado contra las torres gemelas de Nueva York: «La Iglesia no os ofrece, ni oro ni plata, ni placer efímero, sólo su gran riqueza que vosotros pedís y anheláis , la que no se agota nunca, la verdadera alegría y la paz auténtica que es Jesucristo, rostro humano de Dios con nosotros, que trae la paz».