«Amó a todos, con todas las consecuencias» - Alfa y Omega

«Amó a todos, con todas las consecuencias»

La Colegiata de San Isidro acogió el lunes por la tarde el funeral por el alma de monseñor Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de la archidiócesis de Madrid, fallecido en Albacete el domingo 3 de enero, un día antes de cumplir los 93 años

Cristina Sánchez Aguilar

Decenas de fieles del barrio madrileño de Vallecas, donde monseñor Iniesta trabajó 26 años, acudieron a despedir a su obispo. «Mi familia y yo empezamos a bajar a la parroquia por él. No hacía diferencias, amaba a todos por igual», explicó a Alfa y Omega una mujer mayor. El arzobispo de Madrid, monseñor Osoro, contó otro encuentro con una vecina del barrio vallecano: «Cuando llegué esta mañana con el cuerpo de don Alberto, una señora que venía con su esposo y su hija me decía llorando que tenía que estar aquí, porque el Evangelio lo conoció gracias a monseñor Iniesta».

Monseñor Osoro presidió el funeral y entierro del que fuera obispo auxiliar de la archidiócesis entre 1972 y 1998, acompañado, entre otros, por los cardenales Blázquez (arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española) y Amigo (emérito de Sevilla); los arzobispos de Toledo, Granada, Burgos y castrense; los obispos de Albacete, Segovia y el auxiliar de Madrid, además del secretario general de la Conferencia Episcopal, los vicarios episcopales de Madrid y numerosos sacerdotes.

El arzobispo, que coincidió con el obispo Iniesta durante su estancia en el seminario de Albacete, dio gracias a Dios por «el tiempo compartido con él cuando yo era jefe de la colonia de Cáritas y en los retiros que nos daba en el colegio mayor de El Salvador». Desde que llegó a Madrid, monseñor Osoro mantuvo una conversación mensual con don Alberto, y recordó «cómo estos últimos años se venía preparando para la muerte. Su lugar favorito de la casa sacerdotal era la capilla. ¡Cuántas horas de oración y adoración tuvo allí!». El arzobispo de Madrid aseguró que la vida de don Alberto estuvo marcada por el amor, y por ello «amó a todos, con todas las consecuencias».

El Papa Francisco envió, a través de su secretario de Estado, Pietro Parolin, un telegrama con su «más sentido pésame y paternal cercanía» y ofreció sufragios «por el eterno descanso» de monseñor Iniesta, «quien con ejemplar celo y entrega pastoral sirvió durante tantos años a la Iglesia».

Al final del funeral, el arzobispo de Madrid tuvo de nuevo unas palabras para monseñor Iniesta: «Sus manos fueron ungidas para bendecir y perdonar, sus labios inspirados a predicar el Evangelio, y su corazón, a acoger paternalmente a todos los hombres».

Después, el obispo auxiliar emérito fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Buen Consejo de la Colegiata, a pocos metros de donde yace también el cardenal Vicente Enrique Tarancón.