Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Un bebé en el Congreso

¡Un bebé en el Congreso, qué buena noticia! El por unas horas congresista, el pequeño Diego, fue de brazo en brazo, y hubiera podido recorrer todo el hemiciclo sin encontrar un solo partido que hubiera defendido su vida en caso de que su madre hubiera decidido eliminarlo. Esto es así, pero contra esta terrible realidad, está el hecho de que la vida siempre se abre paso y se renueva, y da nuevas oportunidades al hombre en su lucha contra la mentira. Y a este respecto yo me atrevo a lanzar mi particular apuesta: habrá un día en el que la foto de este bebé en el Congreso, metido entre un bosque de gente que no hizo nada por garantizar su vida, será un icono de la lucha contra el crimen abortista. Bienvenido por ello, chiquitín. Ha llegado tu hora, que a ti ya no podrán engañarte.

Antonio Monturiol Jalón
Vigo

Obsesión por el «suicidio asistido»

En la Comunidad de Madrid, Podemos ha conseguido que se debata en la Asamblea regional una proposición no de ley para pedir al Gobierno que despenalice el «suicidio médicamente asistido». La novedad está en que la presidenta de la Comunidad de Madrid lo ve como un debate pertinente para hacer «una reflexión profunda» sobre un tema al que ella es muy sensible, ya que ella pasó por un grave accidente de tráfico en 2013. Es un curioso razonamiento. ¿Uno está más predispuesto a la eutanasia por el hecho de haber vivido una enfermedad o un accidente? A este respecto los profesionales de la sanidad y las sociedades médicas especializadas insisten en que la eutanasia no tiene nada que ver con el ideal de una muerte digna. Afirman que lo digno es recibir unos buenos cuidados al final de la vida y ser atendido por médicos especializados en paliativos en todos los hospitales públicos.

Laureano Yubero
Valladolid

Mi paz os doy

Hace ahora un año, mas o menos, a mis manos llegaba un crucifijo a través de una amiga. Nunca sospeché por aquel entonces que aquella imagen, la cruz en general, iba a cambiar mi vida. Al principio no sabía muy bien dónde ponerlo y lo puse en una habitación que uso para muchas cosas: estudiar, escribir, planchar… Ahora, al empezar el año, lo he trasladado al despacho. Junto al ordenador paso muchas horas, así que es frecuente que cada vez que levanto los ojos me encuentre con su mirada, y eso parece una tontería pero me da tranquilidad, me hace trabajar de otra manera. No solo lo veo cuando trabajo, según me levanto voy a subir la persiana y lo primero que hago es saludarle, agradecerle el nuevo día. En el transcurso del día, allí que rezo con él, le hablo, le consulto, le cuento cosas… Sí, es curioso, pero he notado que, cuanto más cerca lo tengo, con mas tranquilidad vivo.

Maite B. Pérez
Majadahonda (Madrid)