A vueltas con Noé - Alfa y Omega

A vueltas con Noé

Juan Orellana
Un momento del coloquio (J. O.: primero a la izquierda)
Un momento del coloquio (J. O.: primero a la izquierda).

Con motivo del lanzamiento en DVD y BluRay de la película Noé, de Aronofsky, se organizó este verano en la Librería de cine Ocho y medio, de Madrid, una mesa redonda sobre la fidelidad de la película al relato bíblico. Participaron el crítico cinematográfico Jerónimo José Martín, el rabino Benito Baruj Garzón Serfaty, que fue rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid y miembro de la Amistad Judeocristiana, y Beatriz Ozores, licenciada en Ciencias Religiosas por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, y directora del programa La Tierra Prometida, de Radio María.

Las posturas de los intervinientes fueron muy diferentes. Jerónimo Martín, dejando claras las deficiencias de la película, proponía sin embargo un veredicto más bien positivo y percibía una interesante fidelidad —más en el fondo que en la forma— al relato bíblico. Mucho más crítica fue Beatriz Ozores, que subrayó las licencias innumerables que Aronofsky se había tomado respecto al texto, y que a su juicio perjudicaban el mensaje religioso. El rabino hacía una lectura más despegada del texto, valorando como buena cualquier ocasión para hablar de Dios en los tiempos actuales de increencia generalizada.

Ante interpretaciones tan diversas, el debate fue rico y sugerente, y despertó en los asistentes el deseo de volver a ver la película para juzgarla con más minuciosidad. Este fue el caso de quien firma esta crónica, que a su vez hizo de moderador de la mesa redonda. Ciertamente, los tres ponentes tienen gran parte de razón, y quizá la respuesta más equilibrada es la que armoniza sendas posiciones. Sin duda, Aronofsky ha introducido cambios muy importantes en el relato, sobre todo en lo referente a la familia de Noé, pero también es cierto que esa trama familiar es la que le permite mostrar a Dios como un Dios misericordioso, antes que un Dios justiciero y vengador. Es inevitable que el director introduzca perspectivas modernas y anacrónicas, pues se dirige a un público moderno y carente de formación bíblica. Por eso ese tono exaltador de la naturaleza, ese subrayado de la subjetividad, y ese cierto carácter buenista hollywoodiense que atraviesa a los personajes. En cualquier caso, Noé está presentado como un hombre que entiende el sentido de su vida como hacer la voluntad de Dios, y Dios aparece como en Dios cuya última palabra es el amor y la compasión. Quizá es un planteamiento de mínimos, pero, como afirmaba el rabino, no es poco para los tiempos que corren.