Algo más que un tesoro - Alfa y Omega

Algo más que un tesoro

La exposición El último viaje de la fragata Mercedes recuerda la desafortunada historia de este navío, que acabó bajo las aguas del golfo de Cádiz en 1804, y que fue recuperado para el patrimonio español tras el litigio mantenido en los tribunales norteamericanos contra la empresa Odyssey. La muestra, con dos sedes: Museo Arqueológico Nacional y Museo Naval, da a conocer, hasta el 15 de enero próximo, el contexto histórico, las circunstancias que rodearon el hundimiento de este buque de la Armada, y la importancia de proteger el patrimonio subacuático

Eva Fernández
Cuadro de F. Sartorius
Cuadro de F. Sartorius.

Hubo un tiempo en el que los marinos españoles atravesaban el Atlántico, llevando el nombre de España tanto a América como a las demás partes del mundo. Pero, en los albores del siglo XIX, el imperio español hacía aguas. Sus vecinos franceses e ingleses (Napoleón y el rey Jorge III) se frotaban las manos. Tras un largo conflicto de 6 años contra Inglaterra, nuestra fuerza naval no daba más de sí y una terrible epidemia de fiebre amarilla masacraba a la población. Como las arcas del Estado estaban vacías, el Primer ministro de Carlos IV, Godoy, ordenó fletar un convoy entre la península y las colonias, para traer caudales a la Hacienda Real. En 1804, una escuadra española, formada por cuatro fragatas: Medea, Mercedes, Fama y Clara, zarpaba de Montevideo con sus bodegas cargadas de monedas, miles de kilos de quina para combatir la fiebre amarilla, y cientos de productos codiciados por quienes podían adquirirlos. Al mando, el experto marino don José Bustamante, que, en un cambio de última hora, había pedido al comandante Diego de Alvear que dejara la Mercedes, para ejercer de segundo desde la Medea. Aunque de sobra era conocida la querencia de la Armada inglesa por los barcos españoles, navegaban con cierta tranquilidad, amparados por el tratado de paz que existía entre los dos países. A la altura del Cabo Santa María, a tan sólo una jornada de las costas gaditanas, les salieron al paso 4 fragatas inglesas, mejor pertrechadas que las españolas. El vicealmirante británico, Graham Moore, exigió su rendición, convencido de que los caudales iban destinados a Napoleón, el más temido enemigo de los ingleses por aquellos años. Ante la negativa española y sin respetar la negociación previa, comienza el combate. En poco tiempo, la bala de un cañón inglés incendió la santabárbara de la Mercedes, que saltó por los aires, y se hundió al instante. Al frente de sus hombres, desde la cubierta de la Medea, Diego de Alvear contempló con horror la explosión que acababa con la vida de su mujer y 7 de sus hijos. El mayor de ellos le acompañaba en el buque. Su historia conmovió incluso a los propios ingleses, que le indemnizarían por la pérdida. En el naufragio de la fragata, fallecieron al menos 275 personas —apenas sobrevivieron 40— y se depositaron en el fondo del mar unos 900.000 pesos de plata, quina, lana de vicuña y cacao. Tras una dura batalla en la que los españoles se defendieron con la valentía que les caracterizaba, los tres navíos restantes arriaron el pabellón y se rindieron. Las fragatas fueron detenidas y llevadas a un puerto inglés. El pintor británico Francis Sartorius reflejó fielmente la voladura de la Mercedes, y Benito Pérez Galdós la describió con detalle en sus Episodios nacionales. Este acontecimiento acabó con el acuerdo de paz entre Inglaterra y España y fue el preludio del posterior desastre de Trafalgar.

Una empresa de cazatesoros llamada Odyssey, que supuestamente buscaba un navío inglés, extrajo cerca de 600.000 monedas de plata y algunas de oro de entre los restos del naufragio. Las autoridades españolas, que previamente habían negado permiso a esta empresa para que buscara pecios españoles, sospecharon del engaño y comenzó entonces un duro litigio de casi 6 años, hasta que consiguieron recuperar las monedas. El fallo resultó durísimo para Odyssey, puesto que no sólo tuvo que devolver el tesoro y pagar las costas, sino que, además, el tribunal norteamericano le acusó de mala voluntad, mala praxis, colaboración nula con la justicia y violación del reposo de los fallecidos en el barco.

Toda la injusticia del ataque inglés y del expolio de Odyssey encuentra respuesta en esta exposición, en la que descubrimos objetos de la época, documentos históricos claves y más de 30.000 monedas de plata que Odyssey trató de hacer pasar por el tesoro del Black Swan. Destaca una reproducción de la Mercedes, construida por los carpinteros del Museo Naval, o un bloque compacto de monedas en forma de saca, tal como se encontraron muchas. El relato histórico recuperado en esta exposición nos advierte sobre el respeto que debemos tener al patrimonio subacuático y alerta sobre el interés de los cazatesoros en desmembrarlo. En el Museo Naval se ha reservado un espacio para recordar a los fallecidos. Podemos conocer sus nombres, procedencia y oficios, y homenajear a los marinos que, durante siglos, hicieron grande a España.