Monseñor Fernando Chica: «No existe el hambre, existen los hambrientos» - Alfa y Omega

Monseñor Fernando Chica: «No existe el hambre, existen los hambrientos»

Ricardo Benjumea
Monseñor Chica (izquierda) durante el Encuentro de Consiliarios de Manos Unidas. Foto: Manos Unidas

¿Cómo se acaba con el hambre en el mundo? Hablaba usted en julio ante la FAO de la necesidad de abordar el problema de un «modo integral». ¿En qué consiste ese enfoque?
No me gusta hablar de «lucha contra el hambre». El hambre no existe, existen los hambrientos. Lo primero, yo creo, es pasar de la teoría a la práctica y poner en el centro al sujeto real. Los hambrientos no son cifras, son personas reales que sufren, que tienen sus cuerpos raquíticos, sus historias truncadas… Son fruto de la cultura del descarte de la que tanto habla el Papa. Ese debe ser el primer punto a la hora de abordar un problema muy complejo que tiene múltiples causas. Nadie sobra a la hora de presentar batalla contra el hambre. Todos somos necesarios.

Esto no es un problema exclusivo de las grandes instituciones, ha dicho usted.
Los foros internacionales, los estados, los municipios… son necesarios, pero también usted y yo. Todos hemos de poner lo que está de nuestra parte. El Papa, en la encíclica Laudato si, habla mucho de la pedagogía de los pequeños gestos, que, como todas las obras de bien, tienden a irradiarse. Esos gestos hechos con amor al final producen frutos.

Uno de los ejes del Trienio de Lucha contra el Hambre que ha acaba de inaugurar Manos Unidas es la defensa del pequeño agricultor frente a la gran agroindustria.
Es que es muy importante. Naturalmente que tienen un puesto relevante las grandes empresas, pero especialmente en el tercer mundo la agricultura familiar es fundamental. Hay que recordar también que la agricultura tiene un puesto fundamental en la doctrina social de la Iglesia, como se comprueba fácilmente al leer la Laudato si o la encíclica Mater et magistra, de Juan XXIII, que dedica al mundo agrícola páginas extraordinarias.

Antes de la Cumbre mundial sobre Desarrollo Sostenible –celebrada en septiembre en Nueva York– y de la Cumbre de París sobre el Clima de finales de año, pidió usted a la comunidad internacional acuerdos concretos y no solo grandes declaraciones. ¿En qué medida considera alcanzado el objetivo?
En estas cumbres la perfección no existe. En París se alcanzó un acuerdo histórico, como dijo el Santo Padre, pero el tiempo dirá en qué medida se produce una incidencia práctica. Porque la verdad es hija del tiempo. Al final de la Cumbre de París, después de esfuerzos titánicos –porque hubo un trabajo maravilloso, verdaderamente encomiable, con horas y horas de negociación y debate–, numerosísimos países llegaron a una serie de acuerdos que se ha plasmado en unos documentos. La buena voluntad existe, veremos en qué queda todo.

El concepto de desarrollo sostenible, clave en esas dos cumbres, es también central en la Laudato si. ¿Influyó la encíclica en las negociaciones?
La encíclica ha tenido una relevancia mediática inusitada. Está siendo estudiada en numerosos foros. En los contactos que tengo con embajadores, veo que es muy valorada, que está siendo muy leída y muy citada, al nivel de otros importantes documentos internacionales. Seguramente es así porque el Santo Padre utiliza un lenguaje directo, audaz, claro, que llega a los corazones… Y porque la encíclica es fruto de la historia personal del Papa, a quien siempre le han preocupado estas cuestiones… O porque ha consultado a muchos expertos. Impresiona la cantidad de instancias episcopales y de otro género citadas. El Papa ha consultado a muchos, ha escuchado a muchos, ha leído a muchos… Su intención no era llegar simplemente a las instancias eclesiales, sino que también ha querido establecer un diálogo con cualquier habitante de nuestro planeta. La encíclica no habla de entelequias, sino de cosas que a todos nos afectan de alguna u otra forma.

Monseñor Fernando Chica, Observador permanente de la Santa Sede ante los organismos de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, el FIDA y el PMA), participó el 28 de enero en el Encuentro de Consiliarios Diocesanos de Manos Unidas. El sacerdote jienense recibió en la víspera la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, con la que el Gobierno español ha reconocido su contribución a impulsar relaciones de amistad entre España y el resto del mundo.