«Padre, he sido entrenado para degollar a cinco personas en 20 minutos» - Alfa y Omega

«Padre, he sido entrenado para degollar a cinco personas en 20 minutos»

Muchos niños juegan a la guerra, otros sirven en ella. Más de 300.000 menores son utilizados como niños soldado en territorios en conflicto. Raptados o engañados, y después reclutados, son utilizados como combatientes en primera línea de fuego, como escudos humanos, como niños bomba suicidas, espías, mensajeros o, en el caso de muchas de las niñas, como esclavas sexuales. Hoy se celebra el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado

María Espinosa García-Valdecasas

Enrique, de 17 años, fue reclutado a muy temprana edad por la guerrilla en Colombia. Hoy se recupera en el centro salesiano de Ciudad Don Bosco en Medellín, dirigido por el sacerdote Rafael Bejarano. Enrique ha retomado sus estudios para tener un futuro, pero sobre todo intenta sobreponerse de las secuelas psíquicas que le ha causado pertenecer a la guerrilla.

Foto: KAH Bonn

«Un día, 21 de diciembre, me lo encontré llorando en la casa. Era el más robusto, valiente y el que más fortaleza mostraba entre los chicos. Lloraba porque, a diferencia de sus compañeros, no podía ir a pasar la Navidad con la familia pues esta se encontraba en zona guerrillera. Ahí estaba, con el cristal de la esfera de un reloj de pulsera en la mano. Me acerqué y me dijo: “Padre, he sido entrenado desde los 8 años para quitarle el cristal a un reloj, afilarlo y degollar con él a cinco personas en menos de 20 minutos. En estos momentos siento la necesidad de hacerlo, sin embargo he descubierto que el mundo no tiene nada que ver con lo que me vendió la guerrilla. Aun así, necesito esperanza para saber que este trozo de cristal, que tengo en este momento en mis manos, no le va a hacer daño a nadie”. Lo abracé. Una compañera suya escuchó accidentalmente también la historia, se acercó a él, lo abrazó y lo invitó a caminar juntos un rato. Estuvieron bastante tiempo andando por las calles, y cuando regresaron, volvieron totalmente renovados. Él descubrió que siempre habría alguien que le acompañaría y ayudaría a iniciar una nueva vida». Éste es uno de los casos que más impresionó al padre Rafael, aunque «podría contar otras mil historias».

Cada año llegan en torno a 75 niños a Ciudad Don Bosco de Medellín, una de las dos casas que los misioneros salesianos tienen en Colombia para atender a los niños soldado procedentes de las guerrillas. Se calcula que unos 7.000 niños entre 8 y 18 años se encuentran en las filas de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Los niños son reclutados de dos formas, por sumisión o engaño. En el primer caso, la guerrilla llega a las casas de los campesinos y amenaza con asesinar a toda la familia si no entregan a su hijo. El segundo caso sucede en los suburbios, donde la guerrilla anda libremente por la falta de presencia policial en la zona. Establece vínculos con la población hasta tal punto que los chicos acaban viendo en la guerrilla una oportunidad de salir de la pobreza y labrarse un futuro, son convencidos de que unirse a ellos es la mejor solución y, probablemente, la única posible para salir adelante. Las FARC y el ELN, como los demás grupos armados existentes en el mundo, siempre van tras los más pobres y vulnerables.

Foto: ABC

Muchos niños no son capaces de aguantar la guerrilla, a veces consiguen escapar en zonas de selva y se entregan a la policía o a los militares. Otras veces es el ejército colombiano el que captura guerrilleros, entre los que se encuentran niños. A partir de ahí las autoridades los derivan a organizaciones que trabajan por su reinserción. Una de ellas es Ciudad Don Bosco de los misioneros salesianos. «Hacemos un acompañamiento completo: psicológico, de salud, espiritual y de formación, tanto de graduado escolar como de formación profesional», explica el padre Rafael. «Al final se reintegran en sus familias y en la sociedad con oportunidades laborales a través de la bolsa de empleo que tenemos de intermediación con empresas». «Las heridas del alma son las peores, la mayoría de los chicos llegan con trastornos psiquiátricos y todos llegan con secuelas difíciles de curar», añade el sacerdote.

Cuando un niño, aunque se haya unido a ellos por lavado de cerebro, llega y se da cuenta de todo el daño que ha cometido, germina una herida en su interior que es muy difícil cicatrizar. Tratan casos muy graves, «especialmente en niñas». Estas son usadas principalmente como esclavas sexuales para satisfacer a los altos cargos de la guerrilla. «Hay niñas de 15 años que han abortado ya seis o siete veces. Cuando llegan a nosotros, nos encontramos con que su forma de relacionarse con el mundo es a través del sexo, no conocen otra cosa, ha supuesto su supervivencia. Nosotros trabajamos en la reconfiguración de su identidad femenina, para que puedan tener una vida normal en la sociedad», cuenta el padre Rafael.

Foto: ABC

En los últimos cinco años han arreciado guerras, muchas siempre han estado ahí, invisibles, no se habla de ellas. Es el caso de los conflictos armados en África, Oriente Próximo y los llamados estados fallidos. Los niños son carne de cañón en estos conflictos, secuestrados y obligados a servir en ellas.

Según UNICEF más de 300.000 niños y niñas son obligados en más de veinte países a servir como niños soldado. Existen más de cincuenta grupos armados de reclutamiento. Es difícil conocer la cifra precisa de niños soldado en el mundo, pues muchos de los conflictos suceden en zonas que carecen de estadísticas, control de natalidad y datos globales, al ser zonas muy mal atendidas por el propio gobierno. Es el caso de la República Democrática del Congo, amenazada, al igual que Uganda, la República Centroafricana y Sudán del Sur, por las tropas de Joseph Kony del LRA (Ejército de Resistencia del Señor) que ha secuestrado ya a miles de niños. En África se reclutan niños desde los seis años, muchos no saben jugar a la pelota, su fusil acaba siendo lo más parecido a un juguete.

En Sierra Leona la guerra civil duró más de diez años. Una guerra que nació por la pobreza, la corrupción y un mal gobierno; pero que se mantuvo por el control de los diamantes y la lucha de Occidente por controlar los recursos. Todos los niños soldado fueron secuestrados. A los que no eran capaces de aguantar las prácticas de la guerrilla o a los que intentaban escapar y eran descubiertos, los mataban. Muchas veces eran marcados con las siglas del grupo rebelde al que servían para poderlos reconocer en caso de que lograran la fuga.

En Pakistán y Afganistán las familias con menos recursos enviaban a sus hijos al colegio público gratuito, la madraza, donde eran reclutados por los talibanes. También los secuestraban por las calles y los barrios pobres. Estos niños eran adiestrados como soldados y como niños bomba en ataques suicida.

Foto: REUTERS/Ammar Awad

«Detrás de todas las guerras siempre hay intereses estratégicos, ya que son zonas con recursos minerales importantes o de otro tipo, cuyo control interesa a grandes empresas. También hay intereses en la industria armamentística. Las grandes empresas de este sector están interesadas en estas guerras para acabar con el stock que no han vendido. Además, la mayoría de las armas que circulan ahora por el mundo son ligeras –el AK47, el M16– y las pueden usar niños de diez años. La estrategia que se utiliza para tener un control sobre la guerra y los recursos es siempre la misma: desestabilizar la zona», afirma Manuel Araus, de Solidaridad.net. «La descolonización de muchos países también ha supuesto un gran problema, generó enfrentamientos entre etnias y tribus. En muchas zonas de África los gobiernos coloniales pusieron a las minorías en el estado. La descolonización ha sido política, pero no económica. No hay, en estos casos, un estado que garantice un convenio internacional que se pueda poner en marcha para acabar con los conflictos y el uso de niños soldado, porque son estados fallidos».

Distintas ONG piden en España que las iniciativas para acabar con el uso de niños soldado en conflictos armados sean una prioridad ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.