El alma enferma de Occidente - Alfa y Omega

El alma enferma de Occidente

La crisis económica que mantiene postrada a Europa es, en origen, una crisis de fe… Lo ha explicado, en la Pontificia Universidad Gregoriana, el Rabino Jefe del Reino Unido y de la Commonwealth, Lord Sacks, tras su visita a Roma para encontrarse con el Papa. Éste es un fragmento de su conferencia ¿Ha perdido Europa su alma?:

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Benedicto XVI recibe, el pasado lunes, a Lord Jonathan Sacks

En su libro Civilisation, Niall Ferguson cuenta que, a la Academia de Ciencias Sociales China, se le encomendó averiguar cómo Occidente, tras estar detrás de China durante siglos, alcanzó una preeminencia mundial. Al principio –le dijo un académico–, pensamos que era porque teníais armas más potentes. Después concluimos que se debía a que teníais el mejor sistema político. Entonces nos dimos cuenta de que era vuestro sistema económico. «Pero en los últimos 20 años, nos hemos dado cuenta de que el corazón de vuestra cultura es vuestra religión: el cristianismo. Por eso Occidente ha sido tan poderoso. No tenemos dudas».

Tampoco puede ser coincidencia que los judíos, menos de un quinto del 1 % de la población mundial, hayan ganado más de un 30 % de los Premios Nobel de Economía. Las finanzas de Europa estarían mucho mejor si la gente conociera su Biblia… En ella, encontramos el profundo respeto a la dignidad del ser humano, creado a imagen de Dios. En segundo lugar, está el respeto a los derechos de propiedad, contra la idea prevalente en la antigüedad de que los dirigentes podían disponer de la propiedad de la tribu o de la nación. Y tenemos el respeto bíblico al trabajo. Trabajar 6 días y descansar uno significa servir a Dios tanto en el trabajo como en el descanso. Del mismo modo, esta ética enseñaba los límites del capitalismo. Puede que sea el mejor modo que conocemos para generar riqueza, pero no es un sistema perfecto para distribuirla. Algunos son condenados a la pobreza. Y la pobreza es humillante. La Biblia rechaza verla como una inexorable ley de la naturaleza, en la que, en palabras de Tucídides, «el fuerte hace lo que puede, y el débil sufre lo que debe». Ésa es la ética de la antigua Grecia, no la del antiguo Israel. Y así encontramos en la Biblia una estructura completa de legislación social.

Hoy, el mercado se ha convertido en un sustituto de la moral: si puedes comprar algo, entonces tienes derecho a ello, te lo mereces. Cada vez nos cuesta más entender que haya cosas que queramos hacer, podamos permitirnos y no estén prohibidas, que sin embargo no deberíamos hacer.

El capitalismo tuvo raíces religiosas, porque las personas podían creer en otras personas, sintiendo que respondían ante Dios. La ruptura de la confianza causó nuestra crisis bancaria. Pensamos que el mercado es un santuario del materialismo, olvidando que sus claves son espirituales. Crédito viene de Credo: Yo creo. Con-fianza procede de fe compartida… La buena conducta no dependía sólo de Gobiernos, leyes, órganos supervisores…, sino de la suave voz de Dios, inscrita en el corazón humano.

Judíos y cristianos dedicaban inmensas energías a enseñar a los jóvenes las vías de la bondad y la rectitud, a ser responsables. Ahora hemos convertido a nuestros niños en mini consumidores, dándoles teléfonos móviles en lugar de nuestro tiempo. El resultado, en Gran Bretaña, es una generación de niños más infelices y propensos a la depresión, al abuso de alcohol… La sociedad de consumo resulta ser muy eficiente en la creación y distribución de infelicidad. Mi padre llegó al Reino Unido huyendo de la persecución en Polonia y había conocido la pobreza. Pero, al igual que sus contemporáneos, tenía una rica vida espiritual, cultural y comunitaria. Disfrutaba de la música clásica y la pintura. Amaba la sinagoga; tenía fuertes lazos familiares…

¿Qué podemos hacer ahora? Hay una expresión significativa que Benedicto XVI ha utilizado con frecuencia: minorías creativas. Si hay algo que los judíos saben ser es minoría creativa. Así que mi propuesta es que judíos y católicos busquen serlo juntos. Deberíamos promover la fuente de energía más desatendida en la sociedad consumista: el altruismo. Deberíamos reclutar a líderes empresariales que nos ayuden a enseñar que los mercados necesitan moral; aprovechar este momento de recesión para restaurar el orden justo de las cosas que tienen valor pero no precio: el matrimonio, la familia, el hogar, la amistad que construye comunidad, el sentido de gratuidad y de acción de gracias… Éstas son las auténticas fuentes duraderas de la felicidad.

Jonathan Sacks