«El hombre de la ciudad necesita a Jesús y su Evangelio» - Alfa y Omega

«El hombre de la ciudad necesita a Jesús y su Evangelio»

El Papa Francisco pidió, la semana pasada, a los participantes en el Congreso internacional de Pastoral en las grandes ciudades, que piensen su labor «en clave de misión», con propuestas concretas, como conocer los distintos grupos humanos que conviven en la ciudad, hacer accesible el Bautismo y adaptar los horarios a la vida en la ciudad

María Martínez López
El Papa se dirige a los participantes en el Congreso sobre grandes ciudades (1º a la derecha: el cardenal Martínez Sistach)

«En las grandes ciudades, todo lo que haga la Iglesia debe estar «pensado en clave de misión. Un cambio de mentalidad: del recibir, al salir; del esperar a que vengan, al salir a buscarlos. ¡Para mí, esto es clave! Salir para encontrar a Dios que habita en la ciudad y en los pobres». Lo afirmó el Papa Francisco, el pasado 27 de noviembre, ante los 24 cardenales y obispos de los cuatro continentes que habían participado en la segunda etapa del Congreso internacional de Pastoral en las grandes ciudades, celebrado en Barcelona los días del 24 al 26. Ya en Evangelii gaudium, planteaba que la Iglesia necesita «reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles y en sus plazas».

Es un tema al que ha dedicado mucha reflexión -basada, sobre todo, en su propia experiencia como arzobispo de Buenos Aires, una ciudad en torno a la cual se aglomeran 13 millones de habitantes-, pero en su primera Exhortación pastoral no pudo dedicarle más de cuatro párrafos. El congreso de Barcelona, cuya primera etapa se celebró en mayo, ha sido para él «una ocasión óptima para profundizar en los retos y posibles horizontes» de la pastoral urbana.

Pastoral audaz, pero no relativista

El primer desafío sobre el que habló el Santo Padre a los pastores urbanos es «un cambio en la mentalidad pastoral». La Iglesia ya no es el único referente de la cultura, ni tampoco el más escuchado. El Papa pidió que se tenga «el valor de conducir una pastoral evangelizadora audaz y sin miedos, porque el hombre, la mujer, las familias y los diferente grupos que habitan la ciudad lo esperan de nosotros, y necesitan en sus vidas la Buena Nueva que es Jesús y su Evangelio».

Acto cultural y de culto en la basílica de la Sagrada Familia, de Barcelona, el pasado 25 de noviembre, durante el Congreso

Previno, al mismo tiempo, contra una pastoral relativista, que por hacerse presente, «pierde el horizonte evangélico, dejando al hombre abandonado a sí mismo y emancipado de la mano de Dios». Es un camino muy cómodo, reconoció, pero quien lo sigue «no tiene ningún interés real en el hombre, sino que lo deja a merced de dos peligros igualmente graves: le oculta a Jesús, y la verdad sobre la persona. Es un camino que lleva al ser humano a la soledad de la muerte».

Para hacer frente al multiculturalismo de las grandes urbes, la Iglesia -insistió el Papa- «no negocia su propia identidad cristiana», sino que, desde ella, busca un diálogo que «quiere llegar al corazón del otro, del que es distinto de nosotros, y sembrar allí el Evangelio». En este diálogo, será de gran ayuda «conocer los imaginarios y las ciudades invisibles, los grupos o territorios humanos» que, dentro de la gran ciudad, se identifican con unos lenguajes y símbolos concretos.

Un tercer reto es la «religiosidad del pueblo», que, «en muchos casos», tiene un auténtico sustrato «cristiano y católico. No debemos negar ni despreciar esta experiencia de Dios que, aunque a veces dispersa o mezclada, pide ser descubierta». A partir de ella -explicó-, en muchos casos se podrá iniciar un diálogo evangelizador, como el que entabló Jesús con la samaritana.

Por último, el Papa recordó a los «pobres urbanos»: los migrantes, los excluidos, los descartados, «víctimas de la antigua y de la nueva pobreza». Estos pobres suponen un doble desafío: ofrecerles una hospitalidad que la ciudad les niega, y revalorizar su fe. «En la fe de estos hombres y mujeres, hay un potencial enorme para la evangelización de las áreas urbanas».

Dos propuestas

Como conclusión, el Santo Padre hizo a los pastores presentes dos propuestas. La primera era salir «y facilitar el encuentro con el Señor. Hacer accesible el sacramento del Bautismo. Iglesias abiertas. Secretarías con horarios para las personas que trabajan. Catequesis adaptadas en los contenidos y en los horarios a la ciudad», que consigan suscitar, «en nuestros interlocutores, la curiosidad y el interés por Jesucristo» y, «después, invitarlos a adherirse a Él y seguirlo».

La segunda propuesta era trabajar por una Iglesia samaritana, «con un testimonio concreto de misericordia y dulzura presente en las periferias existenciales y pobres, actuando directamente sobre el imaginario social. Orientando y ofreciendo sentido a la vida de la ciudad».