El decálogo de la cuaresma del Año de la Misericordia - Alfa y Omega

El decálogo de la cuaresma del Año de la Misericordia

El obispo emérito de Segovia, monseñor Ángel Rubio, vuelve a escribir uno de sus habituales decálogos, una práctica pastoral que ha aplicado durante años y en la que resume asuntos importantes de la vida espiritual en solo diez puntos breves

Ángel Rubio Castro
Foto: AFP/Max Rossi

En Alfa y Omega ya recogimos su Decálogo para el Año Teresiano, que puede consultarse pinchando AQUÍ. Ahora, monseñor Rubio escribe sobre la cuaresma del Año Jubilar de la Misericordia. El Decálogo va dirigido a todos los católicos y especialmente los fieles de las diócesis en las que ejerció su misión pastoral, Segovia y Toledo, así como a los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, del que es Consiliario Nacional.

1.- La Cuaresma de este Año Jubilar debe ser vivida como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios, acercándose al Sacramento de la Reconciliación, vivir momentos de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida y experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia.

2.- Debe ser para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial, gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia, compartiendo todo desde los niveles más profundos.

3.- Nunca se deben separar las obras de misericordia, las corporales de las espirituales. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas necesitados y con las espirituales tocamos más directamente nuestra condición de pecadores.

4.- Es urgente y necesario testimoniar la misericordia en este mundo contemporáneo amenazado por un peligro inmenso, por la ciencia y la técnica que nos dominan. El comportamiento de Dios hacia el pecador es una fuerza que resucita a una vida nueva.

5.- Nadie puede dar a los demás lo que no tiene aunque se trate de un amor inmerecido. Cuando recibimos el perdón de los pecados y experimentamos el amor de Dios entonces ya tenemos qué debemos comunicar: la misericordia.

6.- Vivir la indulgencia jubilar significa experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo porque el perdón es extendido hasta las últimas consecuencias a la cual llega el amor de Dios.

7.- Hay que cultivar «la revolución» de la ternura especialmente en los Viernes de Cuaresma para curar las heridas con nuestra solidaridad y fraternidad y hacer gestos de amor desinteresados. La iniciativa 24 horas para el Señor se celebra los días 4 y 5 de marzo.

8.- Vivir la Cuaresma es caminar hacia la Pascua, pasar por la muerte de Cristo hecha en nosotros mortificación o muerte al pecado, conversión penitencial y confesión hasta purificar y aumentar el amor que nos hace vivir según la resurrección de Cristo a una vida nueva.

9.- Con el realismo de nuestra propia vida hemos de hacer de los sufrimientos diarios, necesidades, cansancio, soledad, insatisfacción, enfermedad, tristeza, etc. el paso, la andadura y el camino hacia la plenitud gozosa de la vida que debemos ir construyendo ya, y que debemos buscar y esperar más allá de todo.

10.- Hemos de vivir siempre con alegría evangélica. Debe ser como un signo de nuestra identidad. La celebración de la Cuaresma -camino de la Pascua- ha de provocar en nosotros una experiencia de profunda alegría. Hemos de ser la comunidad de la alegría, el pueblo de las Bienaventuranzas porque creemos en Jesús y conocemos su presencia en medio de nuestra debilidades.