«Primero, justicia; y luego, celeridad» - Alfa y Omega

«Primero, justicia; y luego, celeridad»

«La prisa es mala consejera» a la hora de juzgar las causas de nulidad matrimonial, ha afirmado el cardenal Dominique Mamberti, prefecto del Tribunal vaticano de la Signatura Apostólica, en una ponencia en la Universidad San Dámaso

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«La lentitud de los procesos de nulidad matrimonial es un lugar común, y conviene aclarar las proporciones reales de la cuestión»: señaló el cardenal Dominique Mamberti, prefecto del Tribunal vaticano de la Signatura Apostólica, durante una conferencia en la Universidad San Dámaso, con ocasión de la celebración de la fiesta de san Raimundo de Peñafort.

En su intervención, el cardenal habló de Celeridad y justicia en el proceso de nulidad matrimonial renovado, ahondando en la reforma impulsada por el Papa Francisco a comienzos del Año de la Misericordia. Concretamente, analizó el canon 1453, que establece como tiempos máximos para resolver una causa un año para la primera instancia y seis meses para la segunda, pero matizó que «la celeridad no es un valor absoluto». En realidad, «la celeridad a toda costa puede poner en peligro la justicia de una sentencia de nulidad matrimonial», destacando que en estas causas «lo principal es que la decisión sea justa; y lo secundario es que la decisión sea rápida». Para el prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, «la prisa es mala consejera, y puede perjudicar a la justicia, que es lo primero que se busca en un juicio».

Por su parte, el rector de San Dámaso, Javier Prades, valoró la reforma del Papa como «una invitación a acercar la misericordia de Dios a muchos que se sienten alejados de la Iglesia», y defendió «la urgencia de proclamar a todos los hombres el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, para promover así la renovación de la sociedad». Asimismo, Roberto Serres, decano de la Facultad de Derecho Canónico en San Dámaso y vicario judicial de Madrid, destacó la «sensibilidad pastoral» del Papa «para responder a las justas demandas de los fieles», lo que subraya «la actualidad del matrimonio y la familia desde la perspectiva pastoral de los tribunales eclesiásticos».