Antenas de joven - Alfa y Omega

Antenas de joven

Rodrigo Pinedo

En más de una ocasión he oído decir a nuestro arzobispo que los jóvenes tienen –o tenemos– «unas antenas especiales para descubrir que el ser humano está roto y que hay que recomponerlo», lo que les empuja a amar y a darse a los demás. Con esta convicción, monseñor Osoro aprovecha cualquier ocasión para pasar tiempo con ellos y escuchar sus inquietudes y diagnósticos. La semana pasada, sin ir más lejos, mantuvo un encuentro con estudiantes de Teleco de la Complutense; fue a despedirse de un grupo de chicos que ponían rumbo a Javier; acompañó a Pastoral Universitaria en su peregrinación a la Puerta de la Misericordia, y presidió la vigilia de oración mensual con jóvenes.

Además, hace poco anunció su intención de habilitar un edificio en el centro de Madrid para que puedan hacer realidad las obras de misericordia. La bautizada como Casa de la Misericordia y la Esperanza será el punto de encuentro de aquellos que, por ejemplo, quieran dar de comer al hambriento en algún comedor de Cáritas o repartiendo bocatas entre los sintecho, colaborar en el ropero de alguna parroquia para vestir al desnudo, visitar a presos en la cárcel o a enfermos en los hospitales.

La casa todavía tiene que levantarse pero en sus pasillos no me cuesta imaginar a alguno de los universitarios que estos días andan inmersos en la preparación de la XXXIV Fiesta Solidaria por el Trabajo y la Alegría (FSTA). La iniciativa pretende acercar a los alumnos del colegio Nuestra Señora del Recuerdo y a sus familias distintas realidades de pobreza y exclusión, y cada año recauda en torno a 110.000 euros para ayudar a unos diez o quince proyectos que trabajan en dichas realidades.

El lema de esta edición es Pararse es llegar más lejos, porque «estamos en el Año de la Misericordia, tiempo de abrirse y entregarse a los demás» y debemos «evitar que la prisa de nuestro día a día nos arrastre consigo». Para lograrlo, bastan «una sonrisa para el que está triste, una mano en casa para ayudar, una mirada para el necesitado, una palabra para el distraído», «todos pequeños gestos» que pueden ser «pequeños pasos en el camino para alcanzar el horizonte de la misericordia». Una vez más, han dado en la tecla, ¿no creen?