El nuevo obispo de Vitoria invita a reiniciar el camino de la reconciliación - Alfa y Omega

El nuevo obispo de Vitoria invita a reiniciar el camino de la reconciliación

El nuevo obispo de Vitoria, monseñor Juan Carlos Elizalde, pidió durante su ordenación, la mañana del sábado, que se reinicie en su nueva diócesis «un camino de paz y reconciliación» desde «la oración y las iniciativas audaces»

Redacción

La celebración, que tuvo lugar en la concatedral María Inmaculada, estuvo presidida por el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini. Concelebraron con él una veintena de arzobispos y obispos de distintas diócesis españolas.

En su alocución ante una catedral abarrotada, el nuevo obispo pidió a los «religiosos y religiosas de Vitoria a reiniciar conmigo un camino de paz y reconciliación en nuestra tierra desde la oración y las iniciativas audaces». Asimismo, exhortó a los sacerdotes y diáconos «a formar conmigo un equipo, un presbiterio que transmita su alegría y su pasión a nuevas vocaciones para una nueva evangelización». A las familias —niños, jóvenes adultos y ancianos— pidió «proclamar conmigo a los cuatro vientos la alegría del Evangelio y la verdad sobre la familia para construir una sociedad verdaderamente humana».

Monseñor Elizalde recordó a los presentes que los pobres «son los primeros beneficiarios de esta fiesta eclesial. La Iglesia de Vitoria es para ellos y mi corazón también. ¿Os animáis a que sigan siendo los pobres, los parados, los inmigrantes, los marginados, los últimos, el corazón de la Iglesia de Vitoria?».

El prelado reconoció que nunca se había sentido «tan indigno, pequeño y pobre» pero «tan querido y acompañado» y dijo que llega a la diócesis «como el que sirve, como pastor que a veces tendrá que ir por delante, otras en medio y otras al final recogiendo a los últimos».

El obispo, hombre de corazón compasivo

La homilía fue pronunciada por el nuncio en España, monseñor Fratini. En sus palabras, recordó que un obispo es un hombre de «corazón compasivo» que tiene que amar particularmente a los pobres, a los débiles, a los enfermos y a los que padecen necesidad. El obispo, añadió, va «por delante, caminando e indicando al mismo tiempo la dirección». Debe estar en medio de la gente, y ser para todos, un hombre «misericordioso, que anda siempre con benevolencia y corrige con delicadeza y comprensión».