«En 1941, sólo quedaban dos iglesias abiertas en Rusia» - Alfa y Omega

«En 1941, sólo quedaban dos iglesias abiertas en Rusia»

El 15 de marzo de 1990: El Vaticano y la URSS establecen relaciones tras 73 años de distanciamiento. El fraile de Mantua Fiorenzo Emilio Reati ha investigado en los archivos de la KGB para encontrar los documentos oficiales sobre los sacerdotes perseguidos y asesinados en los años 70 por el régimen comunista. Recogemos los párrafos más destacados de la entrevista que concedió al diario italiano Avvenire

Avvenire

La iglesia del Sagrado Corazón, en San Petersburgo, la comenzaron a construir en época zarista, 15 mil obreros polacos, y aún no está terminada: los tres sacerdotes que la atendieron -de 1917 a 1937- fueron arrestados. El último, el padre Epifanio Akulov, fue fusilado durante una celebración. 60 años después, cuando el franciscano Fiorenzo Emilio Reati, de 68 años, de Mantua, volvió a celebrar misa en esa iglesia, utilizó el corporal manchado con la sangre de su predecesor. Hace cuatro años, se abrió el proceso de beatificación del padre Akulov. En este tiempo, el religioso italiano se ha encargado de leer los archivos secretos desclasificados de la KGB, para reconstruir esa historia silenciada por el régimen soviético, con fusilamientos o destierros. De esta búsqueda surgió «Dios dirá la última palabra. La persecución de la Iglesia católica en Rusia, en la época soviética» (ed. Arca), preludio de un trabajo que recoge testimonios de arrestos, procesos-farsa, condenas y fusilamientos que, durante 80 años, han sufrido obispos y sacerdotes católicos y ortodoxos.

¿Cómo era el catolicismo en la Rusia imperial?
En tiempos del zar, era la confesión de los ciudadanos oprimidos. Su insurrección por la libertad civil y política fue reprimida a la fuerza. La jerarquía eclesiástica pagó el pato. Los obispos y sacerdotes se esforzaron, entre otras cosas, por mantener la autonomía y las relaciones con el Vaticano. Había cinco millones de católicos, 27 obispos, 2.194 sacerdotes, y 1.500 iglesias.

Después, la Revolución de octubre, de 1917, llevó al partido bolchevique al poder y, con ello, llegó Lenin.
Y ése fue un suceso que los católicos recibieron con esperanza. Pensaban que el poder soviético se inclinaría a promover el bien común de los trabajadores y que liberaría a la Iglesia, siempre perseguida en Rusia.

Pero la esperanza fue vana…
Desde el principio, el poder bolchevique mostró su tendencia antirreligiosa. Lenin privó a la Iglesia de terrenos, academias, conventos y seminarios. La enseñanza de la Religión se convirtió en un crimen; y el matrimonio religioso, en ilegal. Las iglesias fueron requisadas y sólo podían ser alquiladas al Estado, con un permiso que, a menudo, no llegaba. Los sacerdotes y sus colaboradores fueron privados de derechos electorales. Se inició una guerra contra las reliquias: unas fueron dispersadas; y otras, conservadas en museos.

Tras la Primera Guerra Mundial, nacieron Estados independientes: Polonia, Lituania, Letonia y Estonia.
Muchos católicos huyeron allí por hambre o por terror a los bolcheviques. En 1923, las autoridades citaron al arzobispo Cepliak y a 14 sacerdotes de San Petersburgo, entre ellos al padre Budkievicz, querido por su fama de santidad. Fue el proceso colectivo al clero católico. Budkievicz murió en los sótanos de la policía secreta, convirtiéndose en el primer mártir del calendario de mártires católicos. Se han verificado muchos procesos al clero y a la comunidad monástica, y está en proceso de beatificación la Causa de 12 sacerdotes.

Tras la muerte de Lenin, subió al poder Stalin. ¿Cambió algo?
Para los católicos, no. A pesar de las restricciones, los sacerdotes seguían trabajando en secreto. El régimen quiso abatir el catolicismo también culturalmente, con propaganda atea. Nacieron la Liga de militares ateos, la editorial El Ateo, y El periódico de los sin Dios, editado en todas las lenguas de la Unión Soviética, con una tirada de 44 millones de ejemplares. En las ciudades se abrieron millones de museos del ateismo y, para difundir la cultura atea, se organizaban manifestaciones en las plazas.

¿Cómo actúo el Papa Pío XI?
Trató de reconstituir la jerarquía, sin éxito. Los prelados nombrados en secreto fueron sometidos a represión. En 1930, escribió una denuncia en L´Osservatore Romano y, durante un tiempo, los rusos moderaron su lucha antirreligiosa. No duró mucho: de 1937 a 1939, en pleno terror estalinista, fueron fusilados 150 sacerdotes, sobre todo, en los gulag de las islas Solovki, donde también perdieron la vida muchos ortodoxos. En 1941, sólo había abiertas dos iglesias: una en Moscú y otra en Leningrado, que pertenecían a la embajada francesa; y sólo vivían en libertad un obispo, extranjero, y 20 sacerdotes.

¿En qué situación se encuentra hoy la Iglesia católica en Rusia?
Muchas iglesias se han vuelto a abrir. Se calcula que hay un millón doscientos mil católicos. Hay 200 sacerdotes, casi todos extranjeros. Los efectos de decenios de ateísmo todavía se hacen sentir, pero debemos tener esperanza: hoy, los seminarios vuelven a formar jóvenes sacerdotes locales.

Andrea Bernardini / Avvenire
Traducción: María Pazos Carretero