«Gracias por venir, pero es el Señor quien os llama» - Alfa y Omega

«Gracias por venir, pero es el Señor quien os llama»

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, celebró el viernes su primera vigilia con los jóvenes de la diócesis, con quienes previamente compartió una cena de bocadillo

Ricardo Benjumea

«Os he convocado y os doy las gracias por haber acudido a esta llamada mía», pero «quisiera que vieseis que no es una llamada mía; es una llamada del Señor», les dijo a los jóvenes monseñor Osoro.

Como ha hecho en todas las diócesis a las que ha sido enviado como obispo, D. Carlos ha convocado a los jóvenes a una vigilia de oración en el primer viernes de cada mes. En noviembre, no fue posible, porque estaba ya convocada otra vigilia, la de La Almudena (Patrona de Madrid), a la que, eso sí, acudieron numerosos jóvenes. En diciembre, la cita corría nuevamente peligro, ya que el 7 se celebra la Vigilia de la Inmaculada. Para no demorar más este primer encuentro, monseñor Osoro prefirió celebrar dos vigilias distintas en 48 horas.

Los chicos estaban citados a las 9 junto a la catedral. Allí pudieron conversar y compartir con el obispo una cena de bocadillo. Tres cuartos de hora después, ya en el interior de la catedral, ensayaron unos cantos (el propio Osoro compone canciones para estas celebraciones con los jóvenes) y comenzó la vigilia.

En su homilía, el arzobispo les pidió a los jóvenes que no apoyen su vida «en cosas que no son esenciales. No abandonemos a Dios por otras cosas que ni llenan nuestro corazón, ni llenan el corazón de los demás, que no nos capacitan para dar la mano al otro sea quien sea», dijo. «Lo esencial para hacer un mundo nuevo, distinto, diferente, en el que nadie sea descartado, en el que todos los hombres puedan tener esperanza, en el que todos los hombres puedan tener un sitio, un lugar, donde sean reconocidos» como hijos de Dios.

Desde un trato cercano y asiduo con Dios, monseñor Osoro les pidió a los jóvenes que se tomen su vida en serio, y se planteen su vocación al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada.