Una guerra no solo entre sirios - Alfa y Omega

Una guerra no solo entre sirios

Si desaparecieran las injerencias externas, quedaría en Siria un conflicto local infinitamente menos letal

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Foto: CNS

Se cumplen cinco años del inicio de la guerra en Siria, un conflicto que la comunidad internacional pudo haber detenido, y que, por el contrario, no ha dejado de alimentar. Las protestas contra el dictador Bachar Al Asad en 2011 derivaron en una masacre con cerca de 300.000 muertos, unos cinco millones de personas obligadas a huir al extranjero y otros 15 millones dentro del país dependientes de ayuda humanitaria. La escalada fue in crescendo, según comenzaron a llegar combatientes y armas en apoyo a los rebeldes sunitas, procedentes de varias monarquías del Golfo. El régimen, por su parte, ha contado siempre con el apoyo de Irán, que pugna por la hegemonía regional con Arabia Saudí, conflicto que se alimenta a su vez de las disputas entre sunitas y chiitas avivadas por la invasión de Irak. Este escenario ha abonado el ascenso del Daesh, sostenido gracias a la exportación de petróleo, fundamentalmente a través de Turquía (archienemiga de Al Asad y de las milicias kurdas que lo combaten). El dubitativo apoyo norteamericano a la oposición siria moderada y el respaldo sin fisuras de Rusia al régimen de Damasco completan un cuadro del que, si desaparecieran las injerencias externas, quedaría un conflicto local infinitamente menos letal. Eso es lo que ha mantenido desde un principio la Santa Sede. El Vaticano ha pedido en todo momento un embargo efectivo de armas y que se siente a la mesa de negociaciones a los distintos actores locales e internacionales involucrados, salvo a los grupos integristas. Es la opción que se ha ido abriendo paso en Ginebra y que, por fin ahora, tiene algunos visos de prosperar. Pero no será fácil liberar las ciudades en poder de los yihadistas, ni reconciliar a Gobierno y oposición en torno a un proyecto común de ciudadanía por encima de los sectarismos. Los cristianos han jugado históricamente en Siria un importante papel vertebrador y pueden desempeñarlo en el futuro, pero hace falta el apoyo decidido de la comunidad internacional a la reconstrucción del país. Europa debe apostar por esa vía, siquiera por su incapacidad de hacerse cargo de la reducida porción de las consecuencias del conflicto que le afectan directamente, léase la crisis de refugiados.