«Los amigos fuertes de Dios abren la Historia al cambio» - Alfa y Omega

«Los amigos fuertes de Dios abren la Historia al cambio»

«Estamos celebrando el V Centenario de una mujer, Teresa de Jesús, que dio una respuesta de largo alcance a los desafíos de su tiempo», justo cuando «nos hallamos no sólo en una época con muchos cambios, sino en un cambio de época, en el que estamos llamados a afrontar valientemente el desafío que los tiempos nuevos nos plantean». Son palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Ricardo Blázquez, en la inauguración del Año Jubilar Teresiano, que ha tenido lugar hoy en Ávila. Durante los próximos 12 meses, todas las diócesis de España se volcarán con el V centenario del nacimiento de santa Teresa, con la mirada puesta en la «soñada visita del Papa Francisco a España»

José Antonio Méndez

No sólo por ser el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), sino por ser abulense de pura cepa, las palabras de monseñor Ricardo Blázquez durante su homilía de esta mañana han estado empapadas de espíritu teresiano. Ante más de 6.000 fieles reunidos junto a las murallas de Ávila, el arzobispo de Valladolid ha inaugurado el Año Santo Jubilar que la Santa Sede ha concedido a España con motivo del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús.

El acto de apertura ha sido, cómo no, la celebración de una solemne Eucaristía, concelebrada por casi una veintena de obispos y arzobispos, entre ellos el arzobispo electo de Madrid y Vicepresidente de la CEE, monseñor Carlos Osoro; el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia, el arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Amigo; el arzobispo castrense, monseñor del Río; los arzobispos de Toledo, Burgos y Granada, monseñor Rodríguez Plaza, monseñor Gil Hellín y monseñor Martínez; y los obispos de Ávila, Plasencia, Zamora, Santander y el auxiliar de Toledo.

La confirmación de que el Espíritu Santo actúa

En su homilía, monseñor Blázquez ha explicado que el V centenario, que contará con multitud de actos en las diócesis de toda España, no es un mero ejercicio de memoria, pues el testimonio de la primera mujer Doctora de la Iglesia «está vivo entre nosotros; es motivo de alegría, estímulo y esperanza; sus escritos son un libro vivo y la reforma que ella inició, en el convento de San José, enriquece con un nuevo estilo la vida religiosa de la Iglesia. Santa Teresa, y sus hijas e hijos, son signos de la actuación del Espíritu Santo en la Iglesia y en la Humanidad».

Lo radical es lo nuevo

En un momento de grandes cambios, la Mística abulense «dio una respuesta de largo alcance a los desafíos de su tiempo». ¿Algo caduco? En absoluto: «La Historia, en su discurrir secular y diario, nos lanza retos y nos emplaza a responder no con lamentaciones, rechazos, polémicas y añoranzas, y no sólo con la conservación de lo existente, sino de manera fiel y creativa, con tal radicalidad en la fidelidad que produce la impresión de lo nuevo». Por eso, citando al Papa, el arzobispo de Valladolid ha explicado que «nos hallamos no sólo en una época con muchos cambios, sino en un cambio de época», en el que «estamos llamados a afrontar valientemente el desafío que los tiempos nos plantean».

Los desafíos de hoy

Desafíos entre los que monseñor Blázquez ha señalado varios: «El nombre de Dios es silenciado, unas veces rechazado y otras cortésmente preterido; la transmisión del Evangelio es actualmente un quehacer difícil; sobre la familia se han desencadenado en pocos decenios fuertes vientos contrarios; hay niños que están sometidos a trabajos desproporcionados, obligados a empuñar armas y esclavizados en el mercado sexual; la paz peligra en varios rincones del mundo por la violencia y la guerra, incluso apelando a Dios; el respeto de la dignidad humana padece y en ocasiones es gravemente conculcada; la aspiración de la humanidad a ser una familia de hermanos y de hermanas sentados a la misma mesa de los bienes de la tierra parece un sueño».

Una nueva generación de amigos fuertes de Dios

Por eso, hoy se hace tan necesario recurrir «al secreto de Teresa, de donde brota su existencia nueva y su vocación especial en la Iglesia: el encuentro profundo con Dios en Jesucristo». Es decir, que «ante la gravedad de la situación, Teresa concluye que no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia (Camino 1, 5). ¡No nos perdamos en cosas de poca monta!», ha reclamado el Presidente de la CEE.

Monseñor Blázquez, con palabras de la Santa, ha explicado que «los amigos fuertes de Dios, no los mediocres o relajados, tienen la capacidad por el poder del Espíritu de Jesucristo de fermentar la masa, de interpelar a los que ponen su confianza en el dinero, de iluminar las tinieblas, de poner orden en el caos y la confusión». De ahí que el objetivo del V centenario sea alumbrar en España una nueva generación de amigos fuertes de Dios, pues, «en la dureza de los tiempos, tienen la capacidad de abrir la Historia al cambio de corazón, de rostro, de actitudes, y conductas personales, sociales y políticas». Hoy, santa Teresa de Jesús es testigo «de que la esperanza de un mundo nuevo no es fantasía, sino una realización en camino».

Pobreza, sí. Empobrecimiento, no

Pero en la fiesta litúrgica de una contemplativa que fundó 17 monasterios, y que apostó por la pobreza pero combatió las desigualdades sociales, también monseñor Blázquez ha querido destacar que, si seguimos el ejemplo de santa Teresa, «en el Evangelio aprendemos la sublime y desconcertante lección de considerar la pobreza como un valor. Y al mismo tiempo nos abre el corazón y los ojos para ver los estragos causados por el empobrecimiento».

Por eso, ha denunciado sin ambages que en la España del siglo XXI «hay muchas personas que padecen la deshumanización de diversas formas de pobreza: no tienen empleo para ganarse el pan con el sudor de su frente ni poder llevarlo a su familia; hay rostros deformados por la desnutrición y la carencia de lo más elemental; hay padres que gritan pidiendo el pan de su hijos y no llega». Acudir a la Santa en busca de respuestas no es descabellado, pues «Teresa está dispuesta a dejarse tocar por la pobreza y los pobres; también ha tenido experiencia de los convencionalismos huecos a que somete el dinero y el honor en la sociedad de su tiempo».

¿Mística contra el despilfarro?

Ahora bien, ¿qué soluciones puede aportar la experiencia Mística y apostólica de la Santa para combatir los excesos de nuestra sociedad de consumo, la corrupción política y el despilfarro no sólo de las clases dirigentes sino de occidente frente al Tercer Mundo. El arzobispo de Valladolid ha apuntado que «el despilfarro es escarnio de los pobres y atenta contra la creación. Y santa Teresa nos ayuda a echar las cuentas con el dinero. El dinamismo del dinero fácilmente suscita la avaricia que es una especie de idolatría, y hace insensible al sufrimiento de los necesitados». De hecho, mientras «el egoísmo produce tristeza; la comunión con Dios y con los hermanos son generadores de gozo y de paz».

De ahí que «la alegría en el Señor debe caracterizar a las hijas de Teresa» pues «las comunidades fundadas por Teresa tienen la vocación de ser pequeñas, fieles, alegres, pobres. Jesús enseña a sus discípulos a pedir el pan de cada día, no la riqueza acumulada como seguridad perdurable. El dinero es un medio para vivir; pero no puede ser convertido en la aspiración de la vida y en el competidor de Dios; recordemos la palabra del Señor: No podéis servir a dos señores, a Dios y al dinero».

Leer el pasado, el presente y el futuro con ojos de Dios

Monseñor Blázquez ha aportado tres claves para vivir el Año Jubilar Teresiano con gran provecho personal, eclesial y social. La primera es saber descubrir la rúbrica de Dios en la Historia y en nuestra propia historia, para alcanzar a entender la auténtica dimensión y dignidad de nuestra vida y de la vida de los otros. «Teresa -afirmó el Presidente de la CEE- vivió los acontecimientos de la Historia ante Dios, en una especie de trenzado creyente de hechos exteriores y de gracias íntimas; lo que acontecía cerca o lejos era conversado con Dios en la oración y se convertía en llamada apostólica».

Y esto también vale para hoy: «Si damos la espalda a nuestro pasado que unas veces nos corrige y otras nos enseña y alienta, recortaríamos las posibilidades de nuestro presente y futuro personal, eclesial y social. ¿Cómo vamos a prescindir de las luces que desde el pasado nos iluminan en nuestro presente, que no está sobrado de indicadores y de estrellas para nuestra travesía?. En la escuela de Santa Teresa se aprende siempre, pues es un astro brillante en el firmamento de la Iglesia y de la humanidad», ha remarcado.

Lo importante es la oración

La segunda clave es «descubrir el sentido cristiano y humanizador de la oración», que es «un quehacer muy importante en este V Centenario», pues «la oración no es un diálogo consigo mismo, enajenándose engañosamente y deshaciéndose falsamente del peso de la existencia. La oración no es una expansión del espíritu del hombre hacia el vacío o a la soledad sideral sobrecogedora; ni un ejercicio del hombre para vencer la superficialidad buscando la profundidad o para superar la fragmentación en un centro unificador. La oración es un trato de amistad con Dios que sabemos nos ama (Vida 8, 5), que viene a nuestro encuentro, que nos espera, que nos acompaña».

Así, «de la oración nace la intrepidez y la determinación para la acción caritativa y apostólica; la oración es soplo vital de la fe, que la alienta, hace vibrante y gozosa». Y hoy resulta especialmente necesaria pues «nuestro diario vivir está como invadido por prisas, ruidos y dispersión. Esta forma de comportarnos desgasta inmensamente y dificulta la comunicación personal. Estamos tan pendientes de las informaciones, de las llamadas, de las solicitaciones exteriores que no tenemos tiempo para pensar, para asimilar lo recibido, para degustar la vida, para vivir. Necesitamos reconocer que hay un silencio exterior que favorece el silencio interior; que la soledad no es vacío sino oportunidad para un encuentro más hondo».

Palabras y obras, unidas en la evangelización

Por último, monseñor Blázquez ha sugerido una tercera labor para este V centenario: la evangelización con obras y palabras. «Teresa enriqueció la oración contemplativa con una dimensión apostólica; la apertura a la misión de la vida orante fue una de las grandes intuiciones de su fundación. Las carmelitas de San José están llamadas a ayudar a la evangelización en las periferias geográficas y existenciales. Con su intercesión continua ante Dios, con las lámparas encendidas día y noche, con su vida pobre, alegre, sencilla y fraternal, con su fidelidad paciente en la cruz y la perseverante esperanza pascual, participan desde el claustro y la vida escondida en la misión de la Iglesia, fortaleciendo la palabra de los mensajeros del Evangelio, la sabiduría de los letrados, el amor de los esposos, la valentía de los misioneros, la docilidad de los oyentes de la Palabra de Dios. Palabra y obras deben ir unidas en la evangelización, respaldando éstas el mensaje y explicitando el mensaje el sentido de las obras. La oración apostólica nutre sin cesar las raíces de la vida misionera», ha afirmado en su homilía.

El deseado viaje del Papa a Ávila

Entre los actos previstos para el V centenario se encuentra, aunque de forma tácita, la posible visita del Papa Francisco a Ávila, a lo largo de 2015. En calidad de Presidente del Episcopado español, monseñor Blázquez no ha confirmado que ese viaje vaya a hacerse realidad, pero sí lo ha dejado entrever al señalar que «santa Teresa de Jesús es experta en traer Papas desde Roma a Ávila, a Alba de Tormes, a España. Juan Pablo II vino por primera vez para el IV centenario de la muerte de santa Teresa, el año 1982, y confiamos que vendrá el Papa Francisco para el V centenario de su nacimiento». Y concluyó diciendo: «Soñamos ya con la visita; nos sentimos como abulenses, como albenses y como españoles dignificados. Acogemos con corazón dócil y generoso su mensaje a través de sus palabras, de sus gestos y de su presencia. Estamos encantados de recibir al Papa Francisco con el gozo y la gratitud como hace años acogimos al Papa Juan Pablo II».

Desde el cielo, a buen seguro, santa Teresa ayudaría a todos los españoles a sentirse felices por saberse «hijos de la Iglesia».