Curar, evangelizar, estar alegres - Alfa y Omega

Curar, evangelizar, estar alegres

El arzobispo de Madrid propuso durante su homilía de Pascua «un modo pascual de vivir», llevando «la misericordia de Jesús» a todos los hombres, así como «hablando de Cristo a todos los que nos encontremos por el camino» y «llevando alegría, aun en los momentos más difíciles»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«La Iglesia hoy comunica a la Humanidad algo excepcional, un tiempo nuevo que comienza con la resurrección de Cristo», señaló monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, durante su homilía en el Domingo de Pascua. «La vida cristiana tiene su origen en la Pascua, en el triunfo de Cristo. Es lo que hace nacer a la Iglesia. La Iglesia sigue comunicando esto hoy a la humanidad: “¿Por qué buscáis la felicidad que nunca va a llegar? ¡Buscadla en Cristo!”. Hermanos, anunciemos esto a todos los hombres. No con palabras, con nuestra vida».

La experiencia que tienen los discípulos del Señor en la mañana de Pascua «es también la nuestra, porque de ese grupo somos todos nosotros. ¡Nosotros tenemos también la vida de Cristo! Hemos resucitado. Aspiremos a entregar los bienes de arriba: la bondad, la misericordia, la paz, la entrega, la libertad verdadera, que comienza con la libertad religiosa, de poder vivir ese experiencia de todo ser humano en lo más profundo de su corazón. Esa dimensión trascendente no se puede ocultar, porque el hombre la busca permanentemente, y nadie la puede impedir, porque es el mayor signo de libertad del ser humano».

El arzobispo de Madrid invitó a todos «a asumir un modo pascual de vivir», en tres momentos. En primer lugar, «salgamos de nosotros mismos, compartamos con el Señor su camino y su misión. Siempre curando, sanando, consolando, entregando la vida de nuestro Señor Jesucristo. Hay que llevar la vida de Jesús, hay que llevar su misericordia».

En segundo lugar, pidió «salir a donde están los hombres. Evangelicemos, hermanos, hablemos de Cristo a todos los que nos encontremos por el camino. No seamos una Iglesia encerrada en sí misma, que se guarda para sí misma. La Iglesia no tiene miedo a nada, porque estamos junto al Señor. ¡No somos islas, no caminemos solos! Contemos que Cristo ha resucitado, creemos esta gran familia de los hijos de Dios que el mundo tanto necesita».

Y en tercer lugar, «caminemos con la fe y la alegría de nuestra Madre Santísima, que acompañó al Señor y a los Apóstoles. La fe de María desató el nudo que ató el pecado. La fe siempre lleva alegría, aun en los momentos más difíciles».

Por último, monseñor Osoro invitó a recuperar «una palabra que esta cultura ha olvidado: la palabra «perdón». Sepamos pedir disculpas, no provoquemos divisiones, no seamos un pueblo que se rompe. Al que nos es como yo, ¿qué hago? ¿Lo retiro de mi vida? ¿Es eso lo que hace Dios? No, hermanos. Que veamos las heridas de los hombres, para curar y sanar» a todos, pidió el arzobispo.