«Solo la misericordia de Dios puede salvarnos» - Alfa y Omega

«Solo la misericordia de Dios puede salvarnos»

Ricardo Benjumea
Durante el Lavatorio de pies. Foto: CNS

El anuncio de la resurrección

Los refugiados, las víctimas de la guerra y del terrorismo o los cristianos perseguidos fueron algunos de los colectivos recordados por el Papa en su mensaje de Pascua de 2016. Francisco tuvo palabras especiales también para quienes, «en nuestras sociedades, han perdido toda esperanza y el gusto de vivir», como «los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor» o «los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro». «Ante las simas espirituales y morales de la humanidad –dijo el Pontífice al anunciar la Resurrección de Jesús desde la plaza de San Pedro–, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Solo Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida».

El Papa Francisco saluda al concluir la Bendición urbi et orbi. Foto: CNS

La trampa de la desesperanza

En la víspera, durante la celebración de la Vigilia Pascual, el Papa señaló «la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos» como la gran enfermedad que combatir por el cristiano. No caigamos, dijo, en la «terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida». Vivir con esperanza no es vivir sin problemas, que siempre los tendremos «cerca de nosotros y dentro de nosotros», pero es preciso iluminarlos «con la luz del Resucitado; en cierto modo hay que evangelizarlos», y no dejar que «la oscuridad y los miedos se apoderen del corazón». Se necesitan cristianos alegres para «suscitar y resucitar la esperanza» en tantos corazones hoy «abrumados por la tristeza». Durante la ceremonia, el Papa bautizó, confirmó y dio la Primera Comunión a doce personas procedentes de Albania, India, China, Camerún e Italia. Del grupo de catecúmenos formaban parte también el embajador de Corea del Sur en Italia y su mujer.

Oh, Cruz de Cristo

Al término del vía crucis en el Coliseo romano, el Papa sorprendió el Viernes Santo con una desgarradora oración final, inusualmente larga, en la que pasó revista a distintas situaciones que actualizan la Pasión de Cristo. «Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame», clamó el Pontífice. «Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras» y «solo encuentran a tantos Pilatos que se lavan las manos» ante su suerte, o en las víctimas de abusos sexuales a manos de «ministros infieles». Pero la Cruz es también «imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección», por lo que dan testimonio de ella «las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás», como «las religiosas y consagrados que lo dejan todo para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la injusticia», o «las personas sencillas que viven con gozo su fe en las cosas ordinarias y en el fiel cumplimiento de los mandamientos». Mientras tenía lugar esta celebración, el limosnero del Papa, Konrad Krajewski, celebró un particular vía crucis repartiendo, en nombre de Francisco, sacos de dormir a personas sintecho por las calles de Roma.

Liturgia bautismal durante la Vigilia pascual. Foto: CNS

Unas horas antes, el Papa celebró la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro, que inició postrado en el suelo unos minutos en oración. El predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa, hizo una referencia a los atentados en Bruselas, que «nos ayudan a entender la fuerza divina contenida en las últimas palabras de Cristo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”».

Con los refugiados

Uno de los momentos más esperados de la Semana Santa del Papa fue su visita a un centro de refugiados a las afueras de Roma para celebrar la Misa de la Cena del Señor. Francisco lavó los pies de cuatro nigerianos, tres mujeres eritreas coptas, tres musulmanes de diferentes nacionalidades y un hindú. También a una de las trabajadoras sociales del centro. «Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz», dijo el Papa, contraponiendo esta imagen de fraternidad a la violencia de los atentados terroristas de tres días antes.

La celebración del Triduo Pascual había comenzado por la mañana, con la Misa Crismal, en la que participaron varios cardenales, obispos y presbíteros. «Como sacerdotes, nosotros somos testigos y ministros de la Misericordia siempre más grande de nuestro Padre», dijo Francisco. «Tenemos la dulce y confortadora tarea de encarnarla, como hizo Jesús, que pasó haciendo el bien de mil maneras, para que llegue a todos», especialmente a las «multitudes incontables» oprimidas de «personas pobres, ignorantes, prisioneras».

Una panorámica del vía crucis en el Coliseo romano. Foto: CNS