«En mi seminario de Benín éramos 50 o 70 por clase» - Alfa y Omega

«En mi seminario de Benín éramos 50 o 70 por clase»

Uno de cada tres seminaristas en el mundo se sostienen gracias a la colecta de la Jornada de Vocaciones Nativas, que se celebra este domingo. África, que experimenta una primavera vocacional, depende de forma especial de esta fuente de ingresos

María Martínez López
El padre Bognon –tercer sacerdote desde la derecha– con la comunidad del seminario de Ouidah. Foto: Archivo personal del padre Guy Bognon

«Es el momento fuerte de África» en cuanto a vocaciones. En este continente, entre 2005 y 2014 el número de sacerdotes aumentó un 32,6 %; el de seminaristas, un 21 %; y el de religiosas, un 27,8 %. Esto supone «un potencial enorme no solo para la evangelización de África, donde millones de personas todavía no conocen a Jesús; sino para la misión en todo el mundo», afirma desde Burundi la misionera de África Maite Oiartzun. Según ella, en este continente hay vocaciones porque hay jóvenes –el 65 % de la población de Burundi lo es–, y porque estos jóvenes no tienen «el corazón atiborrado de cosas» como en Europa. «En África tienen muy poco, y esto les permite estar más atentos a la llamada interior. Tienen un deseo muy fuerte de entregar su vida».

La Iglesia ha sabido aprovechar este potencial. En ese país, «en cada parroquia hay un grupo vocacional. Otra hermana y yo los visitamos por todo el país», proponiendo a las jóvenes su carisma misionero. En su comunidad, además, acompañan a cinco aspirantes y otras tantas postulantes, que se preparan para hacer el noviciado en Burkina Faso.

También en Benín se cultivan las vocaciones en las parroquias. «Todos los jóvenes que se apuntan a catequesis deben inscribirse en algún movimiento» parroquial. Lo explica a Alfa y Omega el padre Guy Bognon, que trabaja en la Obra Pontificia San Pedro Apóstol (vinculada a OMP) en el Vaticano y que ha visitado España para presentar la Jornada de Vocaciones Nativas, que se celebra este domingo.

En su caso, la chispa de la llamada la encendió su párroco: «Nos impresionaban su devoción, su espíritu de sacrificio y su elocuencia al explicar la Palabra de Dios. Sentíamos que nos amaba y que quería formar en nosotros cristianos convencidos y útiles a la sociedad». En su país, con tres millones de católicos, hoy hay más de 700 seminaristas.

Maite y algunas postulantes, durante la apertura de la Puerta Santa del Año de la Misericordia, en Burundi. Foto: Archivo personal de Maite Oiartzun

El reto del discernimiento

El gran desafío ante esta primavera vocacional «es el discernimiento, acompañar a los jóvenes para que descubran el proyecto de amor de Dios, que los mira con pasión, como dice el lema de la Jornada –afirma Maite–; y para que distingan si este es su camino. Muchos pueden ver la vocación como una alternativa de futuro, o como un refugio». Por eso, en las Misioneras de África, las aspirantes hacen «un año de experiencia apostólica en situaciones fuertes», como la discapacidad o la cárcel. Durante el postulantado, se hace hincapié en «el conocimiento más profundo de Jesús». Durante este proceso «pasan por muchas dudas, en las que o te agarras a la mirada de Jesús, o no puedes seguir». Al vivir esto con «ánimo, alegría y paz», se verifica la vocación.

Antes de trabajar en el Vaticano, el padre Bognon fue formador y rector de dos seminarios en su país. Cree que para detectar y encauzar en lo posible las vocaciones por «intereses egoístas» es muy útil el propedéutico, un año «o incluso dos» de preparación obligatoria que se ha ido implantando «en las últimas décadas en todo el mundo».

Formar a los formadores

El otro gran reto para cuidar las vocaciones nativas son las necesidades materiales. «En el seminario donde estudié éramos 50 o 70 por clase, y faltaban infraestructuras», recuerda el sacerdote. Por eso, es fundamental la ayuda de toda la Iglesia, a través de la Obra Pontificia San Pedro Apóstol y de la colecta de este domingo. «Todos los seminaristas con los que he convivido en mi formación han sido ayudados» por esta entidad.

En 2014, la OPSPA subvencionó a 75.557 seminaristas –un tercio del total mundial– en 746 seminarios, y a 7.067 novicios. Parte de los 19 millones de euros aportados por los fieles se invirtieron en «la formación de los formadores», una cuestión prioritaria. En los tiempos como seminarista del padre Bognon, «cada formador hacía el trabajo de tres o cuatro personas», aunque con un celo ejemplar. Que haya suficientes y buenos formadores es «fundamental para que las numerosas vocaciones estén bien acompañadas, bien discernidas y bien formadas».

Pedir por las vocaciones… «pero no por la mía»

«Mi párroco nos hablaba de rezar por las vocaciones, y yo pensaba: “Espero que por la mía no”». Fernando, un joven madrileño, llevaba tiempo ignorando la llamada de Dios. «Cuando por fin anuncié en la parroquia que me iba al seminario, una señora se me acercó y me dijo que estaba rezando por mi vocación, pero que no pensaba que fuera a responder tan rápido». Este seminarista compartió su historia durante la presentación de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que en España se celebra junto con la Jornada de Vocaciones Nativas. Explicó que la oración por las vocaciones es fundamental porque hoy en día «no es nada fácil» seguir esta llamada y perseverar. «Sin gente rezando por mí hubiera sido imposible».