«No hay nada más importante que introducir a las personas a Dios» - Alfa y Omega

«No hay nada más importante que introducir a las personas a Dios»

El Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini, ha agradecido al cardenal Antonio María Rouco Varela su servicio fiel a la Iglesia en Madrid, ya que «ha dedicado lo mejor de sí mismo a esta porción del Pueblo de Dios». En sus palabras antes de la toma de posesión de monseñor Carlos Osoro como arzobispo de Madrid, el Nuncio también ha recordado las recientes recomendaciones del Papa a los obispos: «En nuestro ministerio no hay nada más importante que introducir a las personas a Dios; debemos dar la totalidad y la amplitud de la enseñanza de la Iglesia, imitando la paciencia de Moisés para guiar, gastando nuestra última energía»

Renzo Fratini
Monseñor Osoro saluda al Nuncio de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini, al tomar posesión de la cátedra de Madrid

Al saludarle como representante de Su Santidad el Papa Francisco, me uno al gozo de esta Iglesia particular que recibe a su nuevo pastor en esta solemne celebración. Un saludo particular a Su Eminencia el cardenal Antonio María Rouco Varela, que, tras su designación a través del munus del sucesor de Pedro sobre la Iglesia universal, ha dedicado lo mejor de sí mismo a esta porción del pueblo de Dios, sirviendo fielmente a esta querida archidiócesis desde 1994, hace ya 20 años. En nombre del Santo Padre, muchas gracias, señor cardenal.

Al mismo tiempo, expreso mi más sentida enhorabuena al excelentísimo monseñor Carlos Osoro Sierra, que toma posesión ahora de esta cátedra episcopal. Le expreso de corazón, señor arzobispo, mi viva felicitación en este día tan importante para usted y para esta archidiócesis, y pido al Señor que, con su gracia, colme de frutos la buena voluntad que expresa al iniciar esta nueva misión tras una prometedora experiencia pastoral ejercida en la diócesis de Orense y las archidiócesis de Oviedo y de Valencia.

Querido don Carlos: el Santo Padre, con ocasión del reciente Sínodo, nos ha recordado a todos los obispos que nuestro cometido está en cultivar la viña del Señor con laboriosidad, verdadera libertad y humilde creatividad. Qué bellas y cercanas también se nos hacen las palabras del Papa cuando nos recuerda, con paterna experiencia pastoral -lo hizo a los nuevos obispos el pasado septiembre-, que en nuestro ministerio no hay nada más importante que introducir a las personas a Dios; que debemos dar la totalidad y la amplitud de la enseñanza de la Iglesia, imitando la paciencia de Moisés para guiar, gastando nuestra última energía.

Este caminar se realiza conscientemente en Su presencia, en presencia de la Iglesia que es, antes que nada, del Señor. Asimismo, el Papa nos anima a que, lejos del pesimismo, de rendirse ante la oscuridad del mundo, resignados a la aparente derrota del bien, tengamos clara nuestra tarea de custodiar el Evangelio de la alegría, del amor de Dios. Este Evangelio, que, desde la amorosa contemplación de Cristo en la oración, nos produce el estupor de su presencia y de sus designios, nos invita a reconstruir la unidad, tejer redes, vencer la fragmentación entre los diocesanos, y acompañar con cercanía al hombre que busca, sabiendo que nuestra meta es Jesucristo.

Confiados en la poderosa intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, venerada aquí con el título de la Almudena, elevamos al Señor nuestra oración, para que, con su ayuda eficaz y el valimiento de san Isidro Labrador, Patrono de esta ciudad, y de tantos santos y santas que están en relación con Madrid, pueda recorrer el itinerario de su tarea pastoral, dando abundantes frutos para gloria de Dios y bien de las almas.