Desastre nacional - Alfa y Omega

La semana pasada el presidente de Malawi, Peter Mutharika, calificaba la situación del país de desastre nacional debido a la falta de alimentos que una buena parte de la población sufre, y pidió ayuda internacional para paliar esta escasez.

Desde hace mucho se preveía lo que ahora está ocurriendo. En febrero del año pasado dos tormentas tropicales acabaron, en el sur de Malawi, con la vida de 176 personas al desbordarse el río Shire, y propiciaron la pérdida de las cosechas. En el resto del país tampoco la producción de maíz fue buena, bien por las lluvias o por la escasez de ellas. Un ejemplo de esto es lo que ha ocurrido en el campo de nuestra misión aquí en Lilongwe. Cada año se suelen recoger entre 60 y 70 sacos de maíz; en 2015 tan solo se lograron 36.

Si a la situación del año pasado unimos la sequía que vive ahora mismo Malawi, tenemos las causas de un desastre que con el paso del tiempo pasará a ser hambruna si no se toman las medidas necesarias y no se acude a la ayuda de organizaciones no gubernamentales.

De ahí que el presidente de Malawi, basándose en las condiciones climatológicas ocasionadas por el Niño, apele a la solidaridad internacional para paliar la situación en la que se encuentra la población malawiana y pida ayuda humanitaria para este año 2016 y parte del 2017, estimando que harían falta 1.290.000 toneladas métricas de maíz para evitar esta crisis. De la política alimentaria del Gobierno no se habla, ni tampoco de la falta de previsión que ha tenido ante un hecho que se veía venir.

Los próximos meses no se presentan bien. Si al tiempo de recoger la cosecha muchos malawianos ya no tienen qué comer significa que a lo largo del año dependerán de los suministros que el Gobierno pueda hacer. Una crisis de este tipo aumenta el número de niños malnutridos, de enfermos, debilita a la población infantil que dejará de acudir a las escuelas… Creará, en definitiva, una situación social deficitaria en todos los sentidos.

La moneda nacional, la kwacha, sufre constantes devaluaciones, lo que coloca los precios de todas las materias en niveles inalcanzables para la gran parte de la población. La semana pasada se abría oficialmente la temporada en el mercado del tabaco, un mercado que mueve la economía del país. Las expectativas en esta área no son buenas, un dato más para no ser optimistas en 2016.