Ucrania reconoce el apoyo de la Iglesia católica en la lucha por la libertad - Alfa y Omega

Ucrania reconoce el apoyo de la Iglesia católica en la lucha por la libertad

La Iglesia greco-católica ucraniana celebra el 25º aniversario de su legalización, y el Papa ha querido hacerse presente enviando como legado al cardenal Schönborn. Con motivo de la visita, el Primer Ministro ucraniano ha subrayado que «hemos sentido y sentimos la ayuda de la Iglesia católica»

María Martínez López

El Primer Ministro de Ucrania, Arseniy Yatsenyuk, ha afirmado que «hemos sentido y sentimos la ayuda de la Iglesia católica». Lo afirmó en un encuentro con el arzobispo de Viena, cardenal Christoph Schönborn, que ha visitado el país como legado del Papa para celebrar este miércoles el 25º aniversario de la legalización de la Iglesia greco-católica en el país.

«Siempre hemos sentido que la Iglesia católica es un contrafuerte en nuestra lucha por la independencia del Estado, la integridad territorial, la libertad y nuestros derechos -afirmó Yatsenyuk-. Aprecio sus esfuerzos por apoyar a Ucrania». Reconoció que su país hace frente a graves desafíos, «pero con la ayuda de Dios y de la Iglesia los superaremos». El Primer Ministro también subrayó el valor que da su Gobierno a la libertad religiosa, y cómo a pesar de muchos intentos de utilizar la religión como medio para influir en política, «hemos encontrado una forma de coexistir y respetarnos».

Durante su visita, el cardenal Schönborn se reunió con el Consejo de las Iglesias y Organizaciones Religiosas de toda Ucrania, ante quienes pidió el compromiso de todos los creyentes a favor de la paz. Por la noche, participó en una vigilia de oración celebrada en la catedral patriarcal de la Resurrección bajo el lema No tengáis miedo, basta que creáis, y en la que se pidió por la nación ucraniana. Durante su visita, también se encontró con personas que han perdido su hogar por la guerra.

Una Iglesia pequeña pero influyente

La Iglesia greco-católica ucraniana es la mayor Iglesia sui iuris de rito oriental en comunión con la Santa Sede. Se creó en el siglo XVI tras la Unión de Brest, y aunque no llega al 10 % de creyentes, es la tercera fuerza religiosa del país después de las Iglesias ortodoxas vinculadas al Patriarcado de Moscú y al de Kiev.

Durante 45 años, los greco-católicos sufrieron una durísima persecución durante el régimen soviético. Pasó de tener 3.000 sacerdotes, a apenas 300. Pero haber sufrido tanta persecución le valió también un gran liderazgo moral, y en estos 25 años ha vivido un gran resurgimiento, hasta recuperar los 3.000 sacerdotes de antes de la II Guerra Mundial, y 800 seminaristas para cinco millones de fieles.

Con todo, su existencia como comunidad ortodoxa que ha vuelto a la comunión con Roma, como la de todas las Iglesias católicas orientales -hasta hace no mucho conocidas como uniatas– ha representado en ocasiones un obstáculo en el diálogo con los ortodoxos. A esto se refirió el Papa Francisco cuando, al volver de su viaje a Turquía, afirmó que «las Iglesias orientales católicas tienen derecho a existir, es cierto. Pero uniatismo es una palabra de otra época. Hoy no se puede hablar así. Se debe encontrar otra vía».