La mujer en la Iglesia - Alfa y Omega

La mujer en la Iglesia

La presencia de la mujer en la Iglesia. Desafíos a la Vida Consagrada es el título de la Jornada que CONFER celebró el 23 de abril para hacer juntas una reflexión sobre la presencia de la mujer en la Iglesia, su pasado y su presente

Colaborador
Foto: CNS

Conocer el pasado es importante para poder comprender, valorar e impulsar el presente. Como toda relectura, toda mirada retrospectiva ayuda a seguir recreando el hoy. Tanto ayer como hoy ha habido mujeres que se atrevieron y se atreven a crear, a luchar, a reformar, a pensar desde su ser de mujer creyente la aportación y el toque femenino que no puede faltar en ninguna sociedad. Tampoco en la Iglesia. El camino para obtenerlo es aún largo, en unos lugares infinitamente más que en otros.

«Una teología profunda sobre la mujer»

El Papa Francisco, entrevistado por Antonio Spadaro, SJ. en Santa Marta, el lunes 19 de agosto 2013, respondía a la pregunta que se le hacía sobre el papel de la mujer en la Iglesia. Decía: «Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia […]. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia».

Foto: CONFER

Elaborar una teología profunda sobre la mujer y desde ahí ver más claramente su función dentro de la Iglesia. El Papa Francisco nos está conduciendo por el camino de la hondura, de una reflexión teológica sobre la mujer que, lejos de quedarse este tema en unas verdades más o menos fundamentadas, entre en una verdadera comprensión de la grandeza de la mujer y de todo lo que tiene para aportar y enriquecer la vida de la Iglesia y la acogida del mensaje de la fe.

La vida consagrada, en búsqueda

En la historia de la Iglesia tenemos grandes mujeres cristianas que, junto con hombres de fe, se entregaron a la transmisión del mensaje cristiano e iniciaron la andadura de la Iglesia, llegando incluso hasta el martirio. Otras se entregaron, sin medir sus fuerzas, a estar junto a los más necesitados, los preferidos por el Señor Jesús. Es tan larga la historia de mujeres en la Iglesia como larga es ya la historia de la Madre Iglesia.

Encontrarnos mujeres con distintas vocaciones en la Iglesia, viviendo en ella su fe, mujeres que han hecho de su fe no solo una dimensión que estudiar sino una realidad para vivir, es un don del Espíritu a su Iglesia y una gracia que no hay que dejar pasar.

La vida consagrada hoy es lo que es, conocemos su pasado y su presente. Desconocemos el futuro pero en este presente es donde queremos continuar, con una mirada nueva, el seguimiento de Jesús, cada vez con mayor intensidad y una acción apostólica y misionera que hable del Reino de Dios. Felices de ser lo que somos, quisiéramos hacer todo lo posible para que la vida consagrada fuera lo que Dios quiere que sea en esta sociedad en la que pocos futuros podemos aventurar con certeza. La vida consagrada está en búsqueda y, como en toda búsqueda, la luz se busca y se encuentra en medio de una gran complejidad y muchas incertidumbres.

Hombres y mujeres de fe tenemos que llegar a ser, más que nunca, sal y luz en nuestro mundo. Dar testimonio de nuestra fe es un desafío que merece la pena vivir con la mayor plenitud posible. La presencia de lo trascendente no puede nunca faltar en la sociedad.

Cristina González
Área de Formación y Espiritualidad de CONFER