La CEE, escaparate público de la Iglesia - Alfa y Omega

La CEE, escaparate público de la Iglesia

En sus 50 años de vida, la Conferencia Episcopal ha trasladado con fidelidad las enseñanzas y acentos pastorales de los sucesivos Papas a la realidad concreta española

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Foto: CEE

La Conferencia Episcopal Española (CEE) cumple 50 años. Sin dejar de ser un instrumento de comunión episcopal y de servicio a las diócesis (no su superior jerárquico), la institución se ha consolidado como referente eclesial público y visible para la sociedad española. La CEE nació al calor del Concilio, aplicó las enseñanzas del Vaticano II a la Iglesia en España y prestó una contribución determinante a la Transición a la democracia. En las siguientes décadas, la Conferencia ha trasladado con fidelidad las enseñanzas y acentos pastorales de los sucesivos Romanos Pontífices a la realidad concreta española.

En sus inicios la institución fue clave en la configuración de un marco aconfesional en el contexto de una sociedad plural pero mayoritariamente católica. Las siguiente etapas, que deberían haber respondido a una situación ya de plena normalización de la presencia de lo religioso en la sociedad, no han resultado siempre sencillas ni pacíficas. Los obispos hacen autocrítica y reconocen que no siempre han estado «a la altura de las exigencias evangélicas», pero sería injusto desconocer que la mayor parte de los encontronazos se han producido por el rechazo de ciertos sectores políticos y sociales a cualquier crítica de tipo moral desde la Iglesia, presentada como una injerencia política. Esta falta de madurez democrática se traduce en la continua amenaza de denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado. Se habla de ellos como un privilegio de los obispos, y no como un simple cauce para la concreción del derecho fundamental de los católicos (como cualquier otro ciudadano) a la libertad religiosa.

Pese a estas tempestades, la CEE ha sabido resistir a la tentación del repliegue, ya sea en las trincheras o en las sacristías. Esa habilidad será más necesaria que nunca en los próximos años. Una Iglesia en salida no puede evitar ser signo de contradicción, pero la prioridad es «presentar el aspecto más positivo y luminoso del ministerio cristiano», como dicen los obispos. Con palabras y documentos, pero sobre todo con el testimonio.