Fernando García de Cortázar: «Por primera vez, una parte del país está negando a España» - Alfa y Omega

Fernando García de Cortázar: «Por primera vez, una parte del país está negando a España»

El escritor y colaborador de ABC García de Cortázar presentó este viernes pasado Alguien heló tus labios, su última novela histórica

ABC

Hasta hace no mucho (cinco años), Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) llevaba escolta policial por precaución; por miedo a la reacción que pudieran causar sus escritos. Hoy, cuando en teoría somos un poquito más libres, publica Alguien heló tus labios (Kailas), una novela que escanea la personalidad de los españoles a lo largo de tres siglos. Él es historiador, no adivino, pero siempre existe la tentación de preguntarle: «¿Qué hubiera pasado si…?».

Esta no es una novela histórica al uso, sino varias historias que van saliendo de la conversación entre dos amigos allá por 1814
La verdad que me siento halagado. Esto es una novela, ya el adjetivo de histórica… Bueno, está hecha con mimbres históricos. Es una novela porque expresa la pasión humana y el deseo de mejora de la sociedad española… Yo tampoco he sido un gran defensor de la novela histórica, pero creo que esta trata de explicar la razón y el sentimiento de España. Creo que en esto deberíamos aprender de los nacionalistas. Hace poco salió un libro que trataba de justificar la historia mítica de Cataluña y lo llamativo fue que el jefe de Gobierno español dijo que se la llevaba como libro para leer durante las vacaciones. Estoy seguro de que Rajoy se llevará este libro también para las vacaciones, porque es la primera vez que se produce la negación de España por una parte del país.

¿Qué país tendríamos de no haber resistido a la invasión francesa?
Es claro que José Bonaparte fue un Rey que intentó ser español. Le llamaron Pepe Botella, pero era abstemio. Él mismo se decía: «¿Por qué me dicen esto?». Y fue porque trató de hacer un arancel en defensa de los vinos de España precisamente contra franceses. Pero no hay que olvidar que Napoleón era un imperialista, solo hay que ver cómo trató a los españoles. No creo que nos hubiera ido mejor. Él hubiera hecho de España una colonia de Francia.

Un personaje del libro dice que «nuestra plebe está habituada a lamer la mano que la golpea y a morder la que trata de brindarle algún beneficio».
Eso es común a la naturaleza humana. Me niego a hacer una generalización de por qué somos así, pero sí podemos decir que todavía nos sigue pesando la Guerra Civil. Políticamente, quitando los problemas de la vieja Yugoslavia, es la única sociedad que tuvo una guerra civil en pleno siglo XX.

¿Cuándo nos va a dejar de pesar?
Yo soy historiador, no profeta, pero creo que tendría que haberlo dejado ya. En 1986, estando Felipe González en el poder, se conmemoró el 50 aniversario de la Guerra Civil con un texto de Juan Pablo Fusi que el Consejo de Ministros hizo suyo. Y en él se insistía en todo lo contrario de lo que estamos viviendo ahora. Se decía que la guerra es un hecho histórico, que habría que dejar que los historiadores progresaran en su conocimiento, pero que no debería pesar sobre nuestra convivencia. Ha habido un retroceso importante desde la época de Zapatero, cuando empezamos a echarnos los muertos de uno y otro lado.

Hay en este libro mucho del pesimismo español.
No es mi pesimismo, es el de los españoles. Quizá somos así porque analizamos mucho nuestra conciencia. Porque hemos sido formados en una cultura católica que analiza la conciencia y que lo relaciona todo con el mérito o el demérito, el cielo y el infierno. Pero también porque la leyenda negra nos ha hecho un daño espantoso. España ha sido una gran creadora de mitos literarios, más que ningún otro país: el Cid, toda la tradición francesa, La Celestina, Don Quijote, Don Juan…

En un momento de la novela aparece Quevedo y dice: «Este lugar es el peor y más maldito del mundo. Aquí desprecia el honor al que trabaja».
Los grandes poetas españoles se han hecho mucho más grandes cantando al dolor o la tristeza que a la alegría o la gloria. Cuando Quevedo escribe aquel soneto de «Miré los muros de la patria mía» España era un país hegemónico. Eso es lo que este libro trata de decir, que era un país hegemónico cuando los poetas ya hablaban de decadencia.

Da la impresión de que España está siempre en obras.
Aparte de eso, es que estamos en continuo duelo. El problema es que España ha exaltado más la muerte que la vida. Deberíamos sentirnos orgullosos de nuestro gran patrimonio nacional, que es admirable. Pocas naciones pueden presentar en la línea de la belleza literaria o el realismo pictórico un patrimonio como el nuestro.

Dice en el epílogo que España está al borde del exilio moral.
Claro, estamos viviendo una época en la que se discute la idea de España. Se discuten los grandes valores que la han sustentado. Fenómenos como el de Podemos, que solo se dan en España o en Grecia, a mi entender, solo se pueden dar como consecuencia de la quiebra de la cultura y la educación en España durante estos años. No se han transmitido estos grandes logros de la historia de España. Esta España que aparece en el libro está exiliada y nos tenemos que contentar con banalidades y mitificar a personajes que no se lo merecen. Las reformas educativas no se han preocupado de mantener vivo este patrimonio.

Jorge S. Casillas / ABC