Europa, entre el cielo y la tierra - Alfa y Omega

Europa, entre el cielo y la tierra

La UE es esencialmente un proyecto moral, surgido de las cenizas de dos guerras mundiales, recordó el Papa al recibir el Premio Carlomagno 2016

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Foto: CNS

Hablar hoy de conceptos como crisis de valores, crisis de solidaridad, pérdida de las raíces espirituales…, a menudo provoca escepticismo e incredulidad. En el momento actual de Europa, sin embargo, lo temerario sería negar que estos factores son los desencadenantes de la crisis más grave que atraviesa la Unión desde su nacimiento. Primero fue la crisis financiera, con la negativa de los países ricos a auxiliar a los menos aventajados. La UE salió institucionalmente fortalecida con la puesta en marcha de la unión bancaria, pero el descrédito que provocó en la población de muchos países el salvamento de bancos a costa de los ciudadanos aún no ha cicatrizado. Hoy la amenaza a la unidad de Europa es la crisis de refugiados, un asunto objetivamente sencillo de resolver, pero que potencialmente ha demostrado ser letal. A los Veintiocho no les faltarían recursos para manejar la situación, si no fuera porque el problema reside, en realidad, en la propia Europa. Eso explica por qué reducir drásticamente el número de solicitantes de asilo a los que se permite la entrada ha servido al final solo para que los Estados miembros comiencen a discutir sobre cómo reubicarlos.

La Unión Europea fue esencialmente en su origen, y sigue siendo hoy, un proyecto moral, surgido de las cenizas de dos guerras mundiales. Eso es lo que recordó el Papa tras recibir el viernes el Premio Carlomagno. La Iglesia –dijo– «puede y debe ayudar al renacer de una Europa cansada, pero todavía rica de energías y de potencialidades». Esa ayuda la presta al dar cumplimiento a su misión de anunciar el Evangelio y «salir al encuentro de las heridas del hombre», haciendo así visible que «Dios desea habitar entre los hombres».

Europa –dijo el Papa en noviembre de 2014 ante el Parlamento Europeo– está «hecha de un permanente encuentro entre el cielo y la tierra, donde el cielo indica la apertura a lo trascendente, a Dios […], y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de afrontar las situaciones». Ese es el orden. Recuperando la mirada trascendente, las soluciones a los distintos problemas que puedan ir planteándose aparecerán por añadidura.