La Diócesis de Bilbao pide autocrítica a los etarras y que reparen el daño causado a sus víctimas - Alfa y Omega

La Diócesis de Bilbao pide autocrítica a los etarras y que reparen el daño causado a sus víctimas

En el texto, la Diócesis ha apelado a hacer realidad «la imagen de la Iglesia como «hospital de campaña» que acoge a las personas heridas, y se vuelca en su atención y sanación, sin miedo a sufrir por ello incomodidades y riesgos»

Redacción

La Diócesis de Bilbao defiende fomentar, entre quienes han ejercido la violencia, «la autocrítica, el reconocimiento y reparación, en lo posible, del daño causado» y apuesta por favorecer la adopción de condiciones penitenciarias que «permitan una mayor rehabilitación y reinserción».

Asimismo, ha apostado por «superar el miedo paralizante» y mostrar cercanía «afectiva y efectiva» con las víctimas de la violencia, que cree que todavía «no han visto resarcidos sus derechos vulnerados», aún «gozando de mayor reconocimiento institucional».

Estas son algunas de las conclusiones del Encuentro por la Paz-Bake Topaketa celebrado el pasado 13 de febrero en la iglesia de Santa María de Gernika.

Los participantes en la jornada reflexionaron sobre el tema de la Paz y la Reconciliación y las conclusiones recogidas han servido como base para la elaboración del documento publicado por la Delegación Diocesana de Caridad y Justicia (Paz y Reconciliación).

Por la paz y la reconciliación

En el texto, titulado Por la Paz y la Reconciliación, se recuerda que hace ya cinco años que ETA cesó definitivamente su actividad terrorista, aunque «lamentablemente» todavía no se ha disuelto ni ha entregado las armas. No obstante, ha subrayado que, «aun así», se vive un «tiempo nuevo para la convivencia en nuestro pueblo».

La diócesis ha apuntado que la aparición de «nuevas dificultades y preocupaciones» como la crisis económica, el terrorismo internacional o la crisis de refugiados, abundan «en la pérdida de relevancia» de un problema que «se consideraba prioritario».

En este sentido, ha apuntado que ello puede «ocultar» situaciones personales y grupales en las que «se sufren intensamente» las consecuencias de tantos años de terrorismo y de otras violencias.

«Aunque la mayoría de nuestra sociedad parece deseosa de pasar página, hay que valorar si antes hemos sido capaces de haberla escrito correctamente y leído en su totalidad», agrega.

Víctimas

En este sentido, ha apreciado que las víctimas «no han visto resarcidos sus derechos vulnerados», aun «gozando de mayor reconocimiento institucional».

También ha constatado que la realidad de quienes han ejercido la violencia «pone a prueba el objetivo de su reintegración social» y defiende que las nuevas generaciones reclaman «un aprendizaje social que impida recaer en la violencia para con quien piensa de modo diferente».

Asimismo, considera que falta «un relato compartido», para cuya elaboración es necesario «un proceso de escucha, de contraste y de diálogo en verdad y en libertad».

La diócesis ha destacado que, «afortunadamente» no faltan «acciones ejemplares», como el diálogo entre «personas y grupos separados a causa de la violencia, experiencias y testimonios ofrecidos en el ámbito de la educación, casos de quienes han sido capaces de pedir perdón y de perdonar».

En el texto, la diócesis ha apelado a hacer realidad «la imagen de la Iglesia como «hospital de campaña» que acoge a las personas heridas, y se vuelca en su atención y sanación, sin miedo a sufrir por ello incomodidades y riesgos».

Propuesta de actuación

En este sentido, el documento recoge unas propuestas de actuación basadas en dos actitudes, la conversión y la misericordia. En el capítulo referido a conversión, destaca que ello significa anteponer la fe a la ideología política.

La diócesis defiende realizar «primeramente la autocrítica privada y pública, personal y comunitaria» de sus actitudes y comportamientos respecto al terrorismo y otras violencias.

«En general, hemos tenido miedo a hablar, a salir de nuestra zona de confort, remisos a participar en foros por la paz y en contra de la violencia. Esto ha de cambiar», ha añadido.

También ha planteado «humanizar, perdonar y reconciliar». «Es necesario escuchar y dejarnos purificar, sanar y ofrecer socialmente nuestra memoria particular de lo vivido y acontecido, en contraste con otras, siguiendo los criterios de veracidad y justicia para la deslegitimación del terrorismo y de toda violencia», ha asegurado.

Además, proponer recuperar de forma reconciliadora espacios personales y sociales «abandonados durante todos estos años por enemistad, precaución u otras causas». En este sentido, ha asegurado que la paz sigue siendo «aún frágil en nuestras relaciones interpersonales».

También se ha planteado promover su presencia en foros públicos donde se trabajen «acuerdos, procesos de entendimiento, convivencia y reconciliación, acordes a las líneas diocesanas».

En el apartado de misericordia, la Diócesis ha propuesto mostrar su cercanía «afectiva y efectiva» con las víctimas en el entorno cercano. «Es necesario superar el miedo paralizante y salir con la llama de nuestra responsabilidad», ha asegurado.

También ha defendido celebrar eclesialmente la memoria de las víctimas, particularmente el Día de la Memoria, y participar en los actos sociales e institucionales coherentes «con nuestras convicciones».

Otra de las propuestas de actuación de la Diócesis son impulsar en sus ámbitos e instituciones «una educación formal e informal» para la paz, que incluya el testimonio de «familiares de víctimas asesinadas, de quienes han sufrido extorsión, acoso, torturas o conculcaciones de derechos humanos».

Asimismo, defiende fomentar en quienes «han ejercido la violencia la autocrítica, el reconocimiento y reparación en lo posible del daño causado, y el compromiso por la paz y los derechos humanos».

Otras propuestas son trabajar por «la rehabilitación individual y por la reintegración social de quienes se encuentran privados de libertad o han abandonado ya la cárcel».

Igualmente, ha apostado por «favorecer la adopción de condiciones penitenciarias que permitan una mejor rehabilitación y reinserción, atendiendo a la situación de las personas encarceladas, y también de sus familias».

Un último planteamiento es el de «profundizar en el ejercicio del perdón», creando y fomentando «condiciones que hagan posible pedirlo, otorgarlo y acogerlo».

Europa Press / Redacción

Documento íntegro Por la paz y la reconciliación

El pasado 13 de febrero de 2016, con el inicio de la Cuaresma, convocamos un Encuentro por la Paz —BAKE TOPAKETA—, en Santa María de Gernika. Allí se recogieron las reflexiones de los participantes que dan pie a la presente declaración. En ella exponemos nuestro parecer y nuestro compromiso actual para la paz y la reconciliación. Nos sentimos convocados por el Señor Resucitado a colaborar activamente en dicha causa.

Constatamos que:

Hace ya cinco años que ETA cesó definitivamente en su actividad terrorista, aunque lamentablemente todavía no se ha disuelto ni ha entregado las armas. Aun así, vivimos un tiempo nuevo para la convivencia en nuestro pueblo.

La aparición de nuevas dificultades y preocupaciones (crisis económica, terrorismo internacional, crisis de refugiados…) abundan en la pérdida de relevancia de un problema que se consideraba prioritario. Ello puede ocultar situaciones personales y grupales en las que se sufren intensamente las consecuencias de tantos años de terrorismo y de otras violencias.

Aunque la mayoría de nuestra sociedad parece deseosa de «pasar página», hay que valorar si antes hemos sido capaces de haberla escrito correctamente y leído en su totalidad. En esta lectura, apreciamos que las víctimas no han visto resarcidos sus derechos vulnerados, aun gozando de mayor reconocimiento institucional; que la realidad de quienes han ejercido la violencia pone a prueba el objetivo de su reintegración social; que las nuevas generaciones reclaman un aprendizaje social que impida recaer en la violencia para con quien piensa de modo diferente. También nos falta un relato compartido, para cuya elaboración es necesario un proceso de escucha, de contraste y de diálogo en verdad y en libertad, en la que tanto puede ayudarnos la luz de Jesús de Nazaret, el único que conoce la verdad en su integridad.

Afortunadamente no faltan acciones ejemplares, dignas de elogio. Destacamos entre otras el diálogo entre personas y grupos separados a causa de la violencia, experiencias y testimonios ofrecidos en el ámbito de la educación, casos de quienes han sido capaces de pedir perdón y de perdonar.

La comunidad cristiana se siente interpelada por el mensaje del Evangelio: Dios, a través de la Víctima pascual, Jesús Resucitado, nos reconcilia con Él. El destrozado y eliminado trae consigo la paz y la reconciliación.

La comunidad cristiana está convocada al Año Jubilar de la Misericordia, que demanda un corazón humilde y compasivo, capaz de testimoniar la misericordia, de pedir perdón, de perdonar y de abrirse a las personas y grupos que viven en las periferias existenciales. También en la Jornada Mundial de la Paz del presente año, el Papa Francisco nos invitó a vencer la indiferencia para conquistar la paz.

Por todo ello, es preciso hacer realidad la imagen de la Iglesia como «hospital de campaña» que acoge a las personas heridas, y se vuelca en su atención y sanación, sin miedo a sufrir por ello incomodidades y riesgos. Nuestra tarea consiste en reconocer, contemplar y respaldar la labor del Espíritu Santo en el corazón humano para transformar la realidad social de nuestro tiempo.

Propuestas de actuación

La perspectiva evangélica y nuestro compromiso cristiano están presentes en la propuesta de las dos actitudes fundamentales que han de configurar nuestro actuar:

A) LA CONVERSIÓN, que significa:

• Anteponer nuestra fe a nuestra ideología política. Dios es el único Absoluto que nos ha de iluminar. De Él nos viene la capacidad de humanizar, perdonar y reconciliar. Es necesario escuchar y dejarnos interpelar por Él.

• Realizar primeramente la autocrítica privada y pública, personal y comunitaria, de nuestras actitudes y comportamientos respecto al terrorismo y otras violencias. En general, hemos tenido miedo a hablar, a salir de nuestra zona de confort, remisos a participar en foros por la paz y en contra de la violencia. Esto ha de cambiar.

• Humanizar, perdonar y reconciliar. Es necesario escuchar y dejarnos purificar, sanar y ofrecer socialmente nuestra memoria particular de lo vivido y acontecido, en contraste con otras, siguiendo los criterios de veracidad y justicia para la deslegitimación del terrorismo y de toda violencia.

• Recuperar de forma reconciliadora espacios personales (familiares, amistades…) y sociales (lugares, prácticas…), abandonados durante todos estos años por enemistad, precaución u otras causas. La paz sigue siendo aún frágil en nuestras relaciones interpersonales.

• Cuidar y promover nuestra presencia en foros públicos donde se trabajen acuerdos, procesos de entendimiento, convivencia y reconciliación, acordes a las líneas diocesanas.

B) LA MISERICORDIA, que significa:

• Mostrar nuestra cercanía afectiva y efectiva con las víctimas en nuestro entorno cercano y en los foros a los que se nos llame. Es necesario superar el miedo paralizante y salir con la llama de nuestra responsabilidad.

• Celebrar eclesialmente la memoria de las víctimas, particularmente el Día de la Memoria, y participar en los actos sociales e institucionales coherentes con nuestras convicciones.

• Impulsar en nuestros ámbitos e instituciones una educación formal e informal para la paz, que incluya el testimonio de familiares de víctimas asesinadas, de quienes han sufrido extorsión, acoso, torturas o conculcaciones de derechos humanos.

• Fomentar en quienes han ejercido la violencia la autocrítica, el reconocimiento y reparación en lo posible del daño causado, y el compromiso por la paz y los derechos humanos.

• Trabajar por la rehabilitación individual y por la reintegración social de quienes se encuentran privados de libertad o han abandonado ya la cárcel.

• Favorecer la adopción de condiciones penitenciarias que permitan una mejor rehabilitación y reinserción, atendiendo a la situación de las personas encarceladas, y también de sus familias.

• Profundizar en el ejercicio del perdón, creando y fomentando condiciones que hagan posible pedirlo, otorgarlo y acogerlo, teniendo presente el compromiso cristiano que sale a los caminos de la vida enviados por el Señor Jesús y contando con su presencia vivificante y sanadora.

Bilbao, 15 mayo de 2016. Solemnidad de Pentecostés

Comisión de Paz y Reconciliación Delegación Diocesana de Caridad y Justicia