«Es necesario un lenguaje realista» - Alfa y Omega

«Es necesario un lenguaje realista»

Familias misioneras: «Sin el testimonio alegre de las familias, el anuncio, aunque sea correcto, corre el riesgo de ser incomprendido, o de ahogarse en el mar de palabras que caracteriza nuestra sociedad…

Redacción

Familias misioneras: «Sin el testimonio alegre de las familias, el anuncio, aunque sea correcto, corre el riesgo de ser incomprendido, o de ahogarse en el mar de palabras que caracteriza nuestra sociedad. Los Padres sinodales han subrayado varias veces que las familias católicas están llamadas a ser en sí mismas los sujetos activos de toda la pastoral familiar».

Conversión misionera: «Se requiere una conversión misionera: es necesario no detenerse en un anuncio meramente teórico y desconectado de los problemas reales de las personas. (…) La conversión debe ser, sobre todo, aquella del lenguaje, para que resulte efectivamente significativa. El anuncio debe hacer experimentar el Evangelio de la familia como respuesta a las expectativas más profundas de la persona. (…) No se trata solamente de presentar una normativa, sino de proponer valores».

Mejorar la preparación al Matrimonio: «El matrimonio cristiano debe ser una decisión vocacional asumida con una adecuada preparación en un itinerario de fe, con un discernimiento maduro. (…) La compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada hoy a enfrentar requieren un mayor compromiso de toda la comunidad cristiana para la preparación de los novios al Matrimonio».

Acompañamiento a los matrimonios jóvenes: «Los primeros años de matrimonio son un período vital y delicado. (…) De aquí la exigencia de un acompañamiento pastoral que vaya más allá de la celebración del sacramento. Es de gran importancia, en esta pastoral, la presencia de parejas con experiencia. La parroquia es considerada como el lugar ideal donde parejas expertas pueden ponerse a disposición de aquellas más jóvenes. Es necesario animar a las parejas con una actitud fundamentalmente de recepción al gran don de los hijos. Se subraya la importancia de la espiritualidad familiar y de la oración, alentando a las parejas a reunirse regularmente para promover el crecimiento de la vida espiritual y la solidaridad en las exigencias concretas de la vida».

Uniones civiles y cohabitaciones: «Una sensibilidad nueva de la pastoral actual consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias, de las convivencias. Es necesario que, en la propuesta eclesial, aun presentando con claridad el ideal, indiquemos también elementos constructivos en aquellas situaciones. (…) Es necesario que el acompañamiento pastoral parta siempre de estos aspectos positivos. Todas estas situaciones deben ser abordadas de manera constructiva, buscando transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio».

Sanar a las familias heridas: «En el Sínodo ha resonado la clara necesidad de opciones pastorales valientes. Reconfirmando con fuerza la fidelidad al Evangelio de la familia, los Padres sinodales han advertido la urgencia de nuevos caminos pastorales, que partan de la efectiva realidad de las fragilidades familiares, reconociendo que éstas, la mayoría de las veces, han sido sufridas más que elegidas en plena libertad. (…) No es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del todo o nada. El diálogo y el debate vividos en el Sínodo deberán continuar en las Iglesias locales, involucrando a los diversos componentes, de manera que las perspectivas que se han delineado puedan encontrar la plena madurez en el trabajo de la próxima Asamblea General Ordinaria. La guía del Espíritu, constantemente invocado, permitirá a todo el pueblo de Dios vivir la fidelidad al Evangelio de la familia como un misericordioso hacerse cargo de todas las situaciones de fragilidad. Cada familia herida debe ser, primero, escuchada con respeto y amor. (…) Un tal discernimiento es indispensable para los separados y divorciados. Debe ser respetado, sobre todo, el sufrimiento de aquellos que han sufrido injustamente la separación y el divorcio. (…) Del mismo modo, se ha subrayado que es indispensable hacerse cargo, de manera leal y constructiva, de las consecuencias de la separación o del divorcio en los hijos».

Nulidad matrimonial: «Diversos Padres han subrayado la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad. Entre las propuestas, han sido indicadas la superación de la necesidad de la doble sentencia conforme. (…) Se pide el aumento de la responsabilidad del obispo diocesano, el cual en su diócesis podría encargar a un sacerdote debidamente preparado que pueda gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez del Matrimonio».

Personas divorciadas no vueltas a casar: «Son invitadas a encontrar en la Eucaristía el alimento que los sostenga. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con preocupación, sobre todo cuando hay hijos o es grave su situación de pobreza».

Divorciados y vueltos a casar: «Las situaciones de los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentirse discriminados. Hacerse cargo de ellos no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado. Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura en condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso. (…) Sugerir limitarse a la sola comunión espiritual, para no pocos Padres sinodales plantea algunas preguntas: si es posible la comunión espiritual, ¿por qué no es posible acceder a la sacramental? Por eso ha sido solicitada una mayor profundización teológica».

Uniones homosexuales: «Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo, desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio? (…) Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que, en primer lugar, se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños».

Métodos naturales: «Probablemente también en este ámbito es necesario un lenguaje realista, que sepa comenzar por la escucha de las personas y que sepa dar razones de la belleza y de la verdad de una apertura incondicional a la vida, como aquello de lo que el amor humano necesita para ser vivido en plenitud. Y sobre esta base se puede apoyar una enseñanza adecuada acerca de los métodos naturales. (…) En esta luz, se redescubre el mensaje de la encíclica Humanae vitae, de Pablo VI».