Impulso a la comunión y a la misión - Alfa y Omega

Impulso a la comunión y a la misión

Cuando el cardenal Ratzinger fue elegido Papa, algunos vaticinaron una revolución en la Curia para introducir un sistema alemán de gestión: eficaz y burocratizado. Nada más lejos de la visión de Benedicto XVI, que, ya cuando era cardenal, advirtió de los peligros de una Iglesia de estructuras organizativas de relojería, que olvidan lo esencial de la Iglesia: el anuncio de Cristo a los hombres de cada tiempo y circunstancia

Jesús Colina. Roma

Cinco años después de ser elegido Benedicto XVI, no ha ocurrido la revolución que vaticinaron algunos de que introduciría en la Curia romana un sistema alemán de gestión. No se han dado tampoco los recortes a los discaterios vaticanos, que otros habían previsto. El Papa ha ido nombrando, en sucesión a los cardenales y obispos que han ido superando la edad canónica de los 75 años, a purpurados y prelados, siguiendo los criterios que habían dejado sus predecesores: representación internacional, fidelidad al Papa y a la Iglesia, experiencia…

Monseñor Kurt Koch

Y es que la Curia romana está para servir y no tanto para mandar, como el mismo Jesús explica en el Evangelio el servicio. La Constitución apostólica Pastor Bonus, de Juan Pablo II, que reglamenta su funcionamiento, define la Curia como «el conjunto de dicasterios y organismos que ayudan al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral, para el bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, con lo que se refuerzan la unidad de la fe y la comunión del pueblo de Dios, y se promueve la misión de la Iglesia en el mundo».

La nueva evangelización

Por el momento, Benedicto XVI sólo ha aportado un cambio significativo a la estructura de la Curia romana al anunciar, el 28 de junio, la creación del nuevo Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, con el fin, dijo, «de promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación», como es el caso de Occidente en general y de Europa y España en particular. Este nuevo organismo busca responder al «eclipse del sentido de Dios», encontrando «medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo». A su frente el Papa ha puesto al arzobispo italiano Salvatore Fisichella, reconocido teólogo, hasta ahora Presidente de la Academia Pontificia para la Vida y Rector de la Pontificia Universidad Lateranense, quien era también capellán de la Cámara de los Diputados de Italia, y tejedor de una red de amistades en el mundo cultural que han ayudado a intelectuales a descubrir la Iglesia, como, por ejemplo, a la escritora Oriana Fallaci.

Monseñor Ignacio Carrasco de Paula

Al ser la auténtica novedad de este pontificado en el gobierno de la Curia Romana, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización se convertirá en una de las características fundamentales del estilo de gobierno del Papa Benedicto XVI, que no busca una Iglesia replegada, sino evangelizadora, que en su misión encuentra su identidad y la capacidad para superar sus propias dificultades. Con esta decisión, al mismo tiempo, recoge estructuralmente el legado del pontificado de Juan Pablo II, quien acuñó el concepto de nueva evangelización, y evita, como habían comenzando a advertir los cardenales Angelo Scola y Josef Cordes, que ese desafío caiga en el olvido.

No es un giro hacia el activismo. El Papa no se cansa de repetir que el centro de la vida de la Iglesia, y también de la misión, es la Eucaristía. El pasado fin de semana, en su Visita apostólica a la localidad italiana de Sulmona, en la región de los Abruzzos, con motivo del Jubileo por el octavo centenario del nacimiento de san Celestino V (el Papa ermitaño que renunció cinco meses después de su elección), Benedicto XVI resaltó que, como muestra el Evangelio, «el primer imperativo es siempre el de orar al Señor de la mies. Y sólo después de esta invitación, Jesús define algunos compromisos esenciales de los discípulos: el anuncio sereno, claro y valiente del mensaje evangélico -también en los momentos de persecución-, sin ceder ni a la fascinación de la moda, ni al de la violencia o de la imposición; el desapego de la preocupación por las cosas -el dinero y el vestido-, confiando en la Providencia del Padre; la atención y cuidado en particular hacia los enfermos en el cuerpo y en el espíritu».

Cargos de responsabilidad

Cardenal Ouellet

En estos últimos días, el Papa ha hecho otros nombramientos decisivos, comenzando por el del nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, el cardenal Marc Ouellet, de 66 años, hasta ahora arzobispo de Quebec, en sustitución del cardenal Giovanni Battista Re, de 76 años. El hasta ahora Primado de Canadá tiene un perfil que responde muy bien a la figura de pastor propuesta por Benedicto XVI: teólogo de reconocido prestigio en Roma, con gran experiencia misionera en Colombia y con conocimiento de la Curia romana, donde fue Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos entre 2001 y 2002. Y, como sucede con otros colaboradores que ha escogido el Papa, el cardenal Ouellet es un hombre que no tiene miedo de defender la enseñanza de la Iglesia, aunque eso suponga perder la popularidad, como le ha sucedido en varias ocasiones en Canadá al defender la vida ante el aborto. Como Prefecto de la Congregación para los Obispos, su principal misión consistirá en preparar los dossieres de los candidatos para que el Papa pueda escogerlos.

Entre los nuevos responsables de la Curia romana, se encuentra también un español: monseñor Ignacio Carrasco de Paula, sacerdote vinculado al Opus Dei, que ha sido director del Instituto de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón de Roma. Será el nuevo Presidente de la Academia Pontificia para la Vida, institución creada por Juan Pablo II para estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de biomedicina y de Derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida. En este cargo es sucesor de uno de los mayores genetistas de la Historia, Jérôme Lejeune, el primer Presidente de esta Academia Pontificia.

Arzobispo Salvatore Fisichella

El otro nombramiento importante ha sido el de monseñor Kurt Koch, hasta ahora obispo de la diócesis suiza de Basilea, nuevo Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en sustitución del cardenal Walter Kasper, que ha alcanzado el límite de edad. Monseñor Koch será también Presidente de la Comisión Pontificia para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. El prelado suizo dará un importante impulso al diálogo con las demás confesiones cristianas, pero sin caer en el relativismo, consciente -comenta él mismo- de que «la mayor dificultad actual del diálogo ecuménico reside en la disparidad de puntos de vista sobre la comprensión de la Iglesia».

Estos nombramientos se añaden a otros decisivos en este pontificado, como fue el del cardenal Antonio Cañizares como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, o del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, primer purpurado de la historia de Ghana, Presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. Todos ellos forman parte del equipo del Papa, en el que el colaborador más cercano es su Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, quien, aunque ya ha cumplido los 75 años previstos para presentar la renuncia, seguirá junto al Papa, según Benedicto XVI ha anunciado en una carta.

Entre tanto, la edad de la renuncia ha llegado para otros cardenales. Se prevé que pronto el Papa nombre Prefectos para Congregaciones tan importantes como la del Clero, la de los Religiosos, o la de la Evangelización de los Pueblos.