Pocos obreros para tanta mies - Alfa y Omega

Pocos obreros para tanta mies

«Llevar a los jóvenes a Cristo: La propuesta pastoral del verano 2010, en El Camino de Santiago»: así titula nuestro cardenal arzobispo su exhortación pastoral de esta semana, en la que escribe:

Antonio María Rouco Varela
El sembrador al alba, de Van Gogh. Museo Kroller-Muller, Otterlo (Holanda)

«La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies». Lo que el Señor reconocía y recomendaba al comienzo de su vida pública, ha sido una constante en la vida de su Iglesia, con mayores o menores variantes. También lo es hoy. También hoy podemos y debemos constatar que son muchos los que en nuestra sociedad han olvidado la verdad del reino de Dios, que ha llegado con Jesús, o, lo que es peor, han renunciado a ella. A las nuevas generaciones de los españoles actuales, hijos de una grande y honda tradición religiosa, sostenida y vivida en la comunión de la fe católica, apenas les llega en toda su plenitud, por las vías de la comunicación social, la noticia de Jesucristo, redentor del hombre, en el que pueden encontrar camino, verdad y vida, en quien pueden confiar en todas las circunstancias de la vida y de la muerte, por ser el único que les puede prometer y garantizar el verdadero éxito: el de la vida y felicidad eternas. Y, si les llega, les llega muy frecuentemente parcial, fragmentada, cuando no deformada y falsificada.

Sí, la mies es verdaderamente mucha en Madrid, en España, en Europa…, ¡en el mundo! ¿Y los operarios? Continúan siendo pocos. Jesús llamó a doce, entre los no pocos discípulos, varones y mujeres, que le seguían para que estuvieran con Él. No eran muchos para la misión de y en Israel; sin embargo, no amplió el número. Lo mantuvo idéntico antes y después de su Pascua: ¡la definitiva Pascua de la Alianza nueva y eterna! Pero Israel, el viejo pueblo elegido por Dios para preparar la venida del Mesías, se iba a convertir en un pueblo nuevo: ¡universal! El nuevo pueblo de Dios estaba llamado a no conocer fronteras ni interiores ni exteriores al hombre mismo. Todo hombre y todo el hombre eran los destinatarios de ese tiempo nuevo de la Gracia del Resucitado, por el que quedaba instaurado el reino de Dios en toda la tierra, de norte a sur, de Oriente a Occidente. La necesidad de operarios para esa apasionante siembra y cosecha del reino de Dios creció inmensamente.

Al iniciarse el período veraniego, en la acción pastoral de nuestra archidiócesis de Madrid, nos vemos interpelados por un doble reto: el de la intensificación de la preparación de la JMJ que en poco más de un año se celebrará en Madrid, en torno al sucesor de Pedro y presidida por él, rodeado de un gran número de obispos, pastores de las Iglesias particulares, a los que acompañarán miles de sus presbíteros y seminaristas; y el reto, derivado del anterior, de configurar y de vivir la peregrinación a Santiago de Compostela en este verano del Año Santo como un itinerario de conversión y de testimonio de la fe en Jesucristo, que nos facilite espiritual y pastoralmente la vivencia eclesial de este itinerario espiritual y apostólico, de tal modo que nos lleve, arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe, hasta el gran acontecimiento de comunión y misión, que será la JMJ 2011 con el Santo Padre, en la tercera semana de agosto del año próximo. ¡Configurémoslo como un itinerario del alma para los jóvenes de nuestro tiempo!

Un itinerario del alma

Los jóvenes que esperan poder encontrarse con el Señor en sus vidas -siendo conscientes de ello o no- son muchos: ¡una verdadera multitud! La mies es mucha en el verano de este Año Santo compostelano, víspera de la JMJ 2011. Y ¿los operarios para el hoy pastoral, marcado por el doble reto que hemos indicado? ¡Son pocos! Él, el Señor, espera de nosotros, por tanto, una comprometida respuesta apostólica, enraizada en la insistente y perseverante oración de la Iglesia: ¡roguemos fervientemente al Señor de la mies que envíe obreros a su mies! El Camino de Santiago, recorrido y transitado con el espíritu y la forma interior y exterior del peregrino cristiano, ha sido siempre, y no ha dejado de serlo nunca, surco precioso para la siembra de las nuevas vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada. La preparación próxima y la celebración de la JMJ 2011, honda espiritualmente, gozosa y festiva eclesial y humanamente, ha significado siempre una excepcional ocasión para una copiosa cosecha vocacional.

Acudamos a María, la Madre del Señor, de los Apóstoles y de toda la Iglesia, que nos mantenga fieles y cada vez más fervorosos en la oración por las vocaciones y por los frutos de la JMJ 2011. Que ella nos acompañe con su amor maternal en el Camino de Santiago. Que, al retornar a Madrid de nuestra peregrinación al sepulcro de Santiago el Mayor, el primer evangelizador de España, su Patrono, sintamos que nuestro corazón arde en el deseo de llevar las almas -¡la vida entera!- de los jóvenes de Madrid a Cristo. Que, cuando acojamos a los jóvenes del mundo en el próximo verano con el Santo Padre, el Vicario de Cristo que nos preside en la caridad, les ayudemos con el testimonio auténtico de la propia vida a convertirse a Él. Que vean en nosotros la belleza de dejarse arraigar y edificar en Cristo, ¡firmes en la fe! Digamos a los jóvenes de todo el orbe: construid vuestro presente y vuestro futuro sobre el firme fundamento de la fe. Así es como encontraréis el camino, la verdad y la vida.