Misericordia con cinco sentidos en Toledo - Alfa y Omega

Misericordia con cinco sentidos en Toledo

La archidiócesis primada aprovechó la víspera de la fiesta del Corpus Christi para comunicar la misericordia de Dios a través de una novedosa iniciativa que se servía del gusto, la vista, el tacto, el olfato y el oído

Juan Francisco Pacheco Carrasco
El claustro del seminario menor. Foto: Secretariado de Nueva Evangelización de la archidiócesis de Toledo

En la noche de la víspera del Corpus Christi, las calles de Toledo se transforman en un auténtico centro neurálgico que atrae a los amantes de esta fiesta de interés turístico internacional. Y desde el Secretariado de Nueva Evangelización de la archidiócesis primada no se quiso desaprovechar la ocasión para llevar a cabo una experiencia misionera y de encuentro con todos los que se interesan por la fiesta del Corpus toledano.

Un mosaico en la iglesia de San Juan de los Reyes. Foto: Secretariado de Nueva Evangelización de la archidiócesis de Toledo

Pilar Gordillo, historiadora del arte y guía oficial de turismo de la provincia de Toledo, ha formado parte de la preparación de esta experiencia, titulada Misericordia por los cinco sentidos: «Sabemos que por los sentidos viene al hombre la salvación, la belleza, el consuelo, el alivio; ese sonido, esa caricia que alivia en tantos dolores, etc. Así que queríamos una propuesta diocesana para que, a través de cinco lugares patrimoniales, se conozca la misericordia de Dios a través de un sentido. La idea era prepararnos para la adoración eucarística que tiene lugar esa noche en la catedral, y que por la mañana se vive esplendorosamente en la procesión del Corpus», explica.

Cinco lugares, cinco sentidos

Los cinco lugares seleccionados eran de referencia histórico-artística: el zaguán del convento de Santa Clara, uno de los más antiguos de la ciudad, para el sentido del oído; el claustro del Seminario Menor, antiguo palacio de los Álvarez de Toledo, para el sentido del gusto; la ermita del Cristo de la Luz, que fue mezquita califal, acerca al sentido de la vista; el claustro de la iglesia de San Juan de los Reyes, para deleitarse con el sentido del tacto; y la sinagoga de Santa María la Blanca se convirtió en lugar de distintos olores para el sentido del olfato.

La Catedral Primada fue el culmen de este itinerario sensorial, y su claustro, que da acceso a la capilla de San Pedro, se convirtió en un hervidero de personas. Allí se encontraba el director del Secretariado de Nueva Evangelización, Jesús Robledo, que resume la experiencia: «Hemos querido que los cinco lugares, a través de los cinco sentidos, fuesen una puerta de entrada para la Misericordia de Dios. En cada uno el visitante ha podido recibir un mensaje de amor, un mensaje de Verdad, donde Jesucristo pueda rehacer, de nuevo, a la persona. A través del arte sensorial hemos querido presentar un mensaje de misericordia, y todos los mensajes confluyen en esta capilla, donde Jesucristo, centro de esta fiesta, está expuesto en la custodia y es adorado por muchas personas que han descubierto esa presencia de una manera nueva: que Él es Misericordia infinita y que desde Él pueden experimentar esa llamada a ser misericordiosos como el Padre».

Un fisioterapeuta da su explicación en el claustro de la catedral. Foto: Secretariado de Nueva Evangelización de la archidiócesis de Toledo

Un viaje sensorial

Artistas como Ignacio Llamas, Dalila del Valle o Carlos Galván, junto a un nutrido grupo de voluntarios, colaboraron para que muchas personas pudiesen descubrir la misericordia divina a través de un viaje sensorial. Los ejemplos son variados: desde escuchar un shakuhachi (flauta japonesa) que evoca el aliento vital y del Espíritu, simbolizando la vida; hasta realizar un mosaico compuesto por fragmentos de piezas cerámicas rotas, en alusión a la experiencia del pecado y la misericordia; sin pasar por alto las explicaciones de varios fisioterapeutas sobre puntos de relajación en la cabeza y el rostro para minimizar los dolores de cabeza y subrayar así la bondad del tacto, para posteriormente comparar la delicadeza de las manos frente a una piedra –símbolo de la dureza del corazón–, que cada visitante ponía después ante la custodia, en un tiempo de adoración.

El camino concluía en la capilla donde se adora a Jesús Eucaristía, donde los participantes podían ver –y encender– la luz de unas velas a los pies del altar, para «gustar y ver qué bueno es el Señor» (Salmo 33).