Firmes en la fe - Alfa y Omega

Firmes en la fe

Escriben, conjuntamente, los obispos auxiliares de Madrid, estas líneas de homenaje y de despedida fraterna a su hermano en el episcopado, ante su nuevo ministerio en Segovia

Colaborador
Don César, Coordinador General de la JMJ Madrid 2011, con los equipos que prepararon la Jornada, días antes de su comienzo

El próximo sábado, nuestro hermano en el episcopado y querido amigo, César Franco, deja Madrid y comienza su nuevo servicio como obispo diocesano de Segovia. No queremos dejar pasar esta ocasión sin expresar públicamente el cariño y el agradecimiento que le profesamos. Nuestra querida Iglesia diocesana de Madrid ha sido agraciada con la persona y el trabajo prolongado de don César. Nacido en Piñuécar, en la Sierra oriental madrileña, seminarista y sacerdote, primero, y luego, obispo auxiliar durante más de dieciocho años, es un madrileño por los cuatro costados, servidor infatigable de la comunidad cristiana y de todo el pueblo de Madrid.

Lo vamos a echar de menos, a don César. Seguro que a él le gustará que lo recordemos asociando su memoria con aquellas palabras del Apóstol: Firmes en la fe. César no sólo escribe muy bien, sino que tiene dotes de poeta. Firmes en la fe es el título del himno de la JMJ de Madrid 2011, que se debe a su pluma y a su inspiración, de hondo sentir religioso, y aun místico:

«Oh, Cristo, nuestro hermano; oh, Cristo, nuestro amigo, nuestro Señor, haznos firmes en Ti. Tu amor nos edifica y nos arraiga; tu cruz nos consolida y fortalece; tu carne nos redime y nos abraza; tu sangre nos renueva y nos embriaga».

Es parte de la letra que conmovió a millares de jóvenes, que se la llevaron grabada en el corazón como uno de los elementos de conversión tal vez más duraderos de aquellos días inolvidables con Benedicto XVI y la juventud católica del mundo. Es, en realidad, la letra que había estado y está en el fondo de la vocación sacerdotal y del ministerio episcopal de este humilde trabajador de la Viña, que es don César.

A César no le gusta el ruido ni el escenario. Pero sigilosamente, con tesón y tacto fino, ha estado sin reservas al servicio directo de muchas personas; en especial, de muchos sacerdotes, a los que ha acompañado y guiado, pero también de muchos implicados en el apostolado seglar y de tantos fieles anónimos a los que ha atendido en la administración de los sacramentos, también, últimamente, en largas horas de confesionario en la catedral. Sin olvidar a tantos miembros de la Acción Católica y jóvenes del Movimiento Junior. Su palabra y su ejemplo han estimulado a todos en el gozo que sólo se encuentra en una fe acrisolada y firme en Jesucristo.

Con su capacidad de concitar acuerdo y su buen criterio, César jugó un papel discreto, pero muy relevante como Coordinador General de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011. El cardenal Rouco le confió esta delicada tarea, de cuyo progreso fuimos testigos privilegiados, en los tres largos años de trabajos de preparación de la Jornada. Sin él, muchas cosas no hubieran resultado tan bien.

La trayectoria pastoral del hermano que ahora nos deja para emprender un nuevo tramo en su camino de servicio a la Iglesia, arrancó con una honda dedicación al estudio de la teología y, en particular, de la Sagrada Escritura. Su diploma en Ciencias Bíblicas por la Escuela Bíblica de Jerusalén y su doctorado en teología, con una interesantísima investigación sobre Jesucristo, su persona y su obra, en la Carta a los Hebreos, lo prepararon a fondo para entender y vivir la espiritualidad sacerdotal, centrada en la entrega de la propia vida, como fuente de vida divina. Lo dirá también en el himno de la JMJ: «Tu rostro es el icono de la Vida, tu frente es nuestra luz resucitada. Tu muerte es la causa de mi vida, bautismo de mi carne en Ti salvada».

«Tiene dotes de poeta»

«Tiene dotes de poeta», dicen los dos obispos auxiliares de Madrid acerca de don César. «En el Seminario -cuenta el propio monseñor Franco a Alfa y Omega-, se favorecía mucho la formación humanística y las artes. Se hacían concursos literarios, de pintura. A mí me tocó dirigir el grupo de teatro y montar autos sacramentales, aulas poéticas, veladas literarias». Después, ya de sacerdote, en cursos de verano para jóvenes, César Franco dirigió seminarios de poesía, teatro… «La pintura hace tiempo que la dejé, pues lleva tiempo. He cultivado más la poesía. El curso pasado tuve el honor de recitar poemas míos en la Facultad de Literatura Cristiana de San Dámaso, junto con el gran poeta Carlos Murciano. Creo que el arte es un vehículo extraordinario para la evangelización, y la fe cristiana ha producido mucho arte». En Segovia, una ciudad muy marcada por el arte (es la ciudad -resalta monseñor Franco- del maestro de vidrieros Carlos Muñoz de Pablos, y lo fue de Antonio Machado), el nuevo obispo favorecerá «esta relación entre el arte y la fe, la cultura y la religión, la religiosidad auténtica y la razón y acercar a los jóvenes a Dios por medio de las expresiones artísticas».

Don César nunca ha abandonado el estudio. Así lo atestiguan otras publicaciones, como Eucaristía y presencia real: glosas de san Pablo y palabras de Jesús, o La Pasión de Jesús según San Juan. Su notable trabajo intelectual había encontrado un hogar humano en la llamada Escuela de Madrid, grupo de sacerdotes madrileños dedicados al estudio de la Escritura Santa en sus textos y trasfondos originales, bajo la guía de don Mariano Herranz.

La talla personal de César no se ha mostrado sólo en su trabajo pastoral. No olvidaremos la dedicación filial con la que siempre atendió a su anciana madre. Doña Felipa, maestra nacional, había perdido a su otro hijo, jovencito; viuda, llegó a vivir casi 101 años, acompañada en todo momento por su hijo, sacerdote y obispo, que la tuvo con él, como centro de su casa.

Madrid pierde un gran obispo auxiliar, por su calidad humana y espiritual; de esos largos en hacellas y cortos en decillas. Sentimos la marcha de don César. Segovia, en cambio, gana un obispo de gran fuste, que ayudará sin duda mucho a los fieles de esa Iglesia a caminar en Cristo, firmes en la fe. Que sea por muchos años, querido hermano César.

+ Fidel Herráez Vegas y + Juan Antonio Martínez Camino