Bendición de bambinelli - Alfa y Omega

Bendición de bambinelli

Redacción

Francisco visitó, el domingo, la parroquia de San José en el Aurelio, en el popular barrio de Primavalle, la octava parroquia romana que visita como Papa. Antes de celebrar Misa, se reunió con varios grupos. A los niños que se preparan para la Primera Comunión, les habló de cómo, en su infancia, «no se podría tomar ni siquiera una gota de agua antes de la Misa. ¡Fue Pío XII el que nos salvó de esta dictadura!» Se encontró después con familias gitanas, a quienes animó a no perder «la esperanza en los momentos difíciles». Llegó después el turno de los enfermos («sois la fuerza en la Iglesia, fuerza verdadera») y de los niños recién bautizados con sus padres. Con este grupo, el obispo de Roma habló de su Bautismo, el 25 de diciembre de 1936, y confesó que le da «mucha rabia cuando en la iglesia un niño llora y la gente quiere que salga. ¡No! Es el mejor sermón. El llanto de un niño es la voz de Dios». La homilía de la Misa giró en torno a la alegría (era el domingo Gaudete), el mismo tema que abordó a mediodía durante el rezo del ángelus. «Nunca se ha oído hablar de un santo triste, o de una santa con cara de funeral. Sería un contrasentido», les dijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, donde luce ya un navideño abeto blanco calabrés de 25 metros de altura. Era el día también de la tradicional bendición de los bambinelli, a la que acuden niños con sus figuritas de Jesús para el belén. Francisco tenía para ellos, como regalo, un libro de oraciones.