Peregrinación al cuerpo sufriente de Cristo - Alfa y Omega

Peregrinación al cuerpo sufriente de Cristo

«Son los campos de la vergüenza»: así define el cardenal Barbarin, arzobispo de Lyon, el lugar en el que viven miles de cristianos iraquíes en el Kurdistán. Los visitó hace una semana, con motivo de la Fiesta de la luz, que celebra la archidiócesis francesa. Una visita que ha sido, como dijo el Patriarca caldeo Sako, una peregrinación al cuerpo sufriente de Cristo

Cristina Sánchez Aguilar
Un momento de la visita del cardenal Barbarin a la diócesis de Erbil, en el Kurdistán iraquí

¿Cómo es que va un obispo francés a Irak?
Fuimos para rezar junto a los cristianos iraquíes, no solamente por ellos. Tuvimos la suerte de concelebrar la Misa según el rito caldeo, hacer una procesión en Erbil y compartir el rezo del Rosario. También fuimos para contribuir a la mejora de su situación material. Visitamos un edificio financiado por la Fundación San Ireneo, del Arzobispado de Lyon, que acoge a 2.500 personas. También queríamos alertar a la opinión pública sobre la situación de los refugiados, por eso visitamos varios campos. Allí descubrimos a la vez una gran alegría, la de los niños que juegan, y la de las familias que se preparan para celebrar la Navidad, pero también la ira que aumenta debido a la injusticia y a la indignidad. Monseñor Bachar, el obispo de Erbil, nos acogió con estas palabras: «Si a los cristianos de aquí se les persigue, gracias a vosotros, no se les olvida».

¿Nos hace una fotografía de los refugiados en Erbil?
Hay familias de 6, 8 ó 10 personas que viven en muy pocos metros cuadrados, instalados en edificios en obras o abandonados. Otros, aparentemente, tienen menos suerte, pues están alojados en grandes carpas. Nadie en Occidente estaría dispuesto a aceptar las duchas o sanitarios que tienen. Son los campos de la vergüenza. Hacen falta medicamentos, escuelas -los niños no tienen nada que hacer- y trabajo. Por esta razón, queremos comprometernos a apoyar los dispensarios y a crear, si es posible, una o varias escuelas. En todo caso, sus condiciones de vida son lo suficientemente penosas como para que todos sueñen con dejar el país. Algunos me han dicho que, la mayor parte de las personas con las que hablamos, no estarán allí en los próximos meses si no hacemos nada. Aun así, se mantienen muy arraigados en la fe. Y como repite el Patriarca caldeo, Louis Sako, los cristianos de Irak necesitan, antes que el dinero, nuestra amistad, nuestra fraternidad y nuestra cercanía. Yo añado que esta fraternidad no será auténtica si no se transforma en un compromiso concreto.

Un momento de la visita del cardenal Barbarin a la diócesis de Erbil, en el Kurdistán iraquí

¿Cómo se prepara la Navidad en Irak?
Me ha conmovido ver los belenes que se instalan bajo tiendas de tela, delante de las iglesias. Están ahí, como un recuerdo explícito de su situación. También en sus tiendas viven mujeres embarazadas o niños pequeños. Uno de los miembros de la delegación francesa que fue conmigo ha escrito que, en esos campos, hemos visitado numerosos belenes vivos…, y ¡es verdad! El propio Patriarca Sako habló de nuestra peregrinación como de una visita al cuerpo sufriente de Cristo: «Estaba desnudo, enfermo, sin hogar… y me habéis visitado». Éramos, de alguna manera, como esos Magos llegados de Occidente, con nuestros modestos presentes. Con ellos, nos maravillamos de una vida tan frágil y tan llena de promesas.

Y, ¿qué hay de la esperanza?
La esperanza es diferente del optimismo. La fe cristiana no consiste en pensar que las cosas irán mejor mañana, sino creer que, cualquiera que sea la prueba que estoy atravesando hoy, mi vida reposa en las manos de Dios. Pongo mi esperanza en el Niño del Pesebre, del que Isaías dice que es el Príncipe de la Paz; Él, que nació lejos de su casa; Él, que conoció el exilio. Mi esperanza es que puedan volver a sus casas y que, de aquí a entonces, seamos muchos los que nos comprometamos para que soporten el exilio.

¿Qué podemos hacer nosotros, desde aquí?
Todos no podemos ir, pero todos podemos rezar, podemos comprometernos para apoyarles económicamente gracias a las asociaciones que trabajan sobre el terreno…; y algunos de nosotros tenemos un papel que desarrollar para que la comunidad internacional pueda encontrar soluciones que sean conformes a la justicia y a la paz.