Vida cumplida, cielo a la vista - Alfa y Omega

Acompaño a una familia numerosa en hijos y nietos para despedir en el tanatorio al abuelo José, que ha llegado a los 100 años. «Él ha sido una persona clave en vuestra historia familiar: engendró nueve vidas, trabajó mucho para sacaros adelante, ejerció de hombre bueno y de juez de paz en el pueblo, ha afrontado con dignidad los últimos tiempos de su enfermedad arropado por todos vosotros, y ha dado el paso hacia el otro lado de la muerte. ¿Qué le espera ahora?

Nos sirven de referencia los textos bíblicos de la Ascensión del Señor a los cielos. Jesucristo ha cumplido su camino en la tierra. Venía del Padre, se hizo carne humana para convivir entre nosotros, prendió el fuego de la ternura de Dios en aquellos que le siguieron, pasó haciendo el bien, gustó el trago amargo de la muerte y entregó su espíritu a Dios, que le resucitó del sepulcro. Durante 40 días se fue haciendo visible a sus discípulos, y, como punto final, les reunió, les infundió su Espíritu y «mientras les bendecía, se separó de ellos subiendo hacia el cielo». Esa es la dirección que toma ahora el abuelo José hacia la casa definitiva que Dios Padre nos tiene preparada. Traspasa la zona de tinieblas de la muerte para ser atraído y sumido en el abrazo de Dios, que le inunda de su luz y de su vida.

A todos vosotros os pasa su espíritu y os lega una valiosa herencia: su forma de ser y de vivir basada en su honradez. Él ha sido portador y guardián de valores eternos y sagrados que heredó de sus mayores y, ahora, os transmite a vosotros. Profundamente creyente, ha estado habitado por otra presencia, ha vislumbrado otra luz, ha mantenido una esperanza inquebrantable. Viviendo junto a personas como él, aprendemos a ser humanos, a afrontar la muerte, a confiar en el futuro. Él ha sembrado generosamente en vosotros. Os confía este secreto para que acertéis en la vida: «Tened mutuamente una ternura entrañable, mucha comprensión, sed capaces de perdonaros, sabiendo tratar a cada uno con delicadeza, estando en paz con todos y dando gracias a Dios continuamente».

Él ahora habita en el cielo de Dios y en el cielo de vuestro corazón».