Gracias por venir a vernos - Alfa y Omega

Desde esta esquinita de Alfa y Omega quiero mostraros la palabras de un señor que a sus 58 años ha descubierto que la Iglesia no es solo un lugar de culto y de celebración, sino un lugar de encuentro, acogida y liberación. Gracias a un hombre sencillo llamado Carlos Osoro su fe se ha hecho más fuerte y su imagen de la Iglesia ha cambiado. Nos lo cuenta él mismo.

«Me llamo Pepe, soy de Madrid, cristiano y practicante. Llevo cinco años en la prisión de Soto del Real. Desde que entré, he ido a Misa cada domingo, he escuchado la Palabra de Dios y he intentado encontrar en Él la fuerza necesaria para poder superar esta etapa tan dura e injusta por la que estoy pasando. La Iglesia era para mí un lugar donde rezar; a la jerarquía la veía distante e instalada en su pedestal, no infundía en mí ninguna confianza ni credibilidad.

Con la llegada del Papa Francisco mi imagen comenzó a cambiar. Pero ha sido Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, el que ha hecho posible que hoy vea una Iglesia cercana, amiga y preocupada por los últimos. Han sido ya seis veces las que nos ha visitado aquí en la cárcel, en esta periferia a la que muchos no quieren mirar. En cada una de las visitas he descubierto en él a una persona sencilla, cercana y preocupada por los que estamos tirados al borde del camino. Pero fue el pasado Jueves Santo cuando experimenté por medio de él la presencia de un Dios que se acerca a los últimos. Cuando don Carlos se arrodilló para lavarme los pies sentí una revolución. El agua fue signo de frescura y limpieza, signo de un Dios que infundía en mi vida un aire fresco. Y el beso me transmitía perdón y cariño, signo de un Dios que siempre perdona y sigue amando a pesar de tantas caídas.

Gracias, don Carlos. Necesitamos buenos samaritanos que nos levanten y nos ayuden a seguir caminando. El otro día nos daba ánimo y confianza en el futuro con un hermosa carta en la que nos invitaba a descubrir una Iglesia que nos quiere y no nos pregunta por qué estamos aquí, sino que nos dice que en el corazón de Dios hay un sitio preferencial para nosotros. Desde Soto del Real os digo: yo he descubierto esta Iglesia y me siento feliz de pertenecer a ella».