Dejar ir - Alfa y Omega

Este es el último artículo de este curso y con él vienen muchos agradecimientos y despedidas. Pasan por nuestro recuerdo muchas personas, las que he nombrado y las que no, sus rostros, palabras, miradas… Pero también siento agradecimiento, por todos los que habéis seguido nuestra vida cotidiana contada a trocitos, y por las personas que nos han puesto en contacto.

En estos días en nuestros colegios hay una realidad que se produce cada cierto tiempo y que supone un agradecimiento y despedida más. Me refiero a los destinos de las religiosas, a esa llamada a salir de nuestra tierra y servir en otras nuevas. Con nuestra llamada son muchos los seglares que se ven obligados a salir también de su tierra de diferentes maneras o de todas a la vez: acogiendo responsabilidades nuevas, despidiéndose de religiosas compañeras con las que han compartido la misión, abriéndose a otras personas que llegan… La tentación muchas veces es la comparación pero el reto es dejar ir, quedarse con el corazón más lleno y dar tiempo para volver a colocarse cada uno en su sitio. El reto es llegar a disponerse para descubrir en la novedad toda la riqueza que Dios nos regala. Este reto lo compartimos todos.

Lo que facilita enfocar así estas despedidas es el agradecimiento por lo que hemos vivido juntos, la amistad creada en muchos casos, lo que se ha construido y entregado para acompañar el crecimiento de otros, y que una vez que nos hemos conocido, todo son posibilidades. Por eso es posible dejar ir, porque la experiencia ya nos dice que el que nos ha reunido en el camino es fiel y cuidará de cada persona, cada misión y cada amistad hasta que nos volvamos a ver y sigamos hablando, «como decíamos ayer».

Feliz verano a todos.