Venezuela se desangra - Alfa y Omega

Es muy alto el interés con el que desde España se sigue todo lo que sucede en Venezuela. El que hoy es su líder internacional más prestigioso, Leopoldo López, sigue aún hoy encarcelado y se ha convertido también en una atractiva personalidad publica entre nosotros. En aquel terrible campo de batalla se han puesto en juego todos los valores morales y políticos sobre los que descansa la vida en común en toda sociedad. Es impresionante la batalla que allí se vive en torno a lo que el derecho constitucional ha llamado los fundamentos prepolíticos de la democracia, que en Venezuela solo es una farsa, una máscara que esconde una compleja tiranía. Todos estos años en los que se abrían las urnas; las elecciones presidenciales en los que toda la oposición logró presentar a un candidato único, Henrique Capriles; las votaciones de diciembre a la Asamblea Parlamentaria, e incluso el actual revocatorio, parecen oportunidades para facilitar la alternancia en el poder. Pero solo son túnicas democráticas de las que hábilmente tanto Chávez como Maduro se han revestido para camuflar ante el mundo un peligroso régimen liberticida.

El éxito de López hasta ese momento había consistido en enfrentar al régimen chavista de Maduro con su arma más preciada: manifestaciones públicas de protesta y desacuerdo, siempre de forma pacífica y en el marco constitucional. A partir del histórico día en el que, acompañado por cientos de miles de compatriotas, el propio Diosdado Cabello, presidente en aquel momento de la Asamblea y número dos del régimen, junto al general en jefe de la Guardia Nacional condujeron a Leopoldo a la cárcel militar de Ramo Verde, el régimen de Maduro no ha hecho sino encajar un sinfín de derrotas que están jalonando su declive.

Foto: quepasaenvenezuela.com

Los presos del hambre

Mientras tanto Venezuela se desangra. Así he podido comprobarlo en mis tres últimas visitas. Nada mas pisar la que todavía es la Venezuela de Chávez, de la que Maduro solo es un mediocre senescal, puede contemplarse un enorme cartelón donde se afirma que para solucionar la pobreza hay que dar el poder a los pobres. La realidad que han generado estos largos años de desempeño del Gobierno es aún poco conocida en Europa y en el mundo: son ya más de 5.000 los llamados presos del hambre. Se trata de venezolanos pobres que ante la total escasez de suministros básicos han acudido al robo o el pillaje, y hoy se encuentran entre rejas. El viaje bolivariano de empoderamiento de las clases más desfavorecidas, de corrección de históricas injusticias sociales y de una nueva forma de redistribución de la riqueza está terminando no solo con un pueblo entero privado de las condiciones mínimas de vida digna, sino directamente con los pobres en la cárcel.

Aunque el régimen se sigue desmoronando, las tenazas con las que se aferra al poder son formidables. Las mediaciones, los intentos de la OEA, y las propuestas de diálogo son tiempo para el régimen, un tiempo que necesitan porque ya no tienen demasiado.

Pero el hecho de que en Venezuela la justicia inventa pruebas, funciona con notoria arbitrariedad, esté postrada y servil ante el poder ejecutivo, y termina por encarcelar a los que representan opciones políticas legítimas de los ciudadanos es algo que está siendo insoportable para las opiniones públicas de nuestras democracias. Hoy Venezuela tiene el mayor número de presos de conciencia del mundo, y eso es intolerable para cualquiera que ame la libertad y crea en la democracia. Denunciar ese enorme crimen es la estrategia de lucha que está funcionando. La denuncia pacífica del atropello del derecho por quien debería ser su garante y promotor. A Leopoldo López se le ofreció una salida del país, antes de ser detenido. Con ella, podría no solo haber evitado la cárcel sino haber mantenido una labor de oposición desde fuera del país, y en compañía de su mujer y dos hijos. Pero su eficacia habría quedado limitada a la de un opositor más, inhabilitado. Estos días en los que he descubierto el coraje de tantos que luchan por la libertad he recibido la hospitalidad de la familia López Mendoza. En las habitaciones donde pasó su infancia Leopoldo he asistido a numerosas conversaciones y reuniones de gentes con profundas convicciones y determinación. Allí en ese hogar y con esa familia se forjó el carácter de uno de los grandes héroes contemporáneos.

Como abogado con casi 25 años de ejercicio profesional nunca había participado en una causa tan ligada a todos los principios básicos que conforman el derecho. Esta causa, la de Leopoldo López, la de Venezuela, es hoy la gran causa de la libertad, y doy gracias porque la vida me haya brindado la oportunidad de estar del lado correcto de la historia.

Javier Cremades
Abogado, miembro honorario del Colegio de Abogados de Caracas, forma parte del equipo de defensa de Leopoldo López