Hermana Prema: «Necesitamos la sonrisa de Dios» - Alfa y Omega

Hermana Prema: «Necesitamos la sonrisa de Dios»

Nada necesitan tanto los hombres como la sonrisa de Dios. Así sintetiza sus impresiones la hermana Prema, provincial de las Misioneras de la Caridad en Europa. Pocas horas después de la muerte de la Madre Teresa, habla para Alfa y Omega desde París

Javier Alonso Sandoica
Las sandalias de la andariega Madre Teresa de Calcuta

Me he tomado la libertad de acercarme a usted porque siempre fue una persona próxima a la Madre Teresa y…
Todo el mundo está próximo a la Madre Teresa, todo el mundo puede estarlo si cree que las palabras de la Madre Teresa son vida y su obrar fue la manera de llevar a Dios a todos los rincones.

Quisiera, precisamente, que nos diera su testimonio personal sobre la que el Papa ha denominado «la madre de los pobres».
Todo cuanto ella fue, todo cuanto ella vivió aparece recogido en sus libros. En ellos no nos da una mera lección verbal sino una vida profunda escondida en cada palabra. De hecho, la Madre Teresa no es conocida por sus palabras, sino por la inclinación de su corazón, por su extrema y sobrenatural sensibilidad, por toda su vida.

De esa vida que usted conoció tan de cerca ¿qué perfil podría ofrecernos?
Es muy difícil que pueda dar brevemente mi propio testimonio de su paso por la tierra. La Madre Teresa estaba tan cerca del Señor en cada momento que toda su vida fue reproducir la del Maestro. Ahora que ella está en el cielo, lo único que podemos hacer es mostrar el amor de Dios donde quiera que estemos.

Hermana Prema, ¿cómo podríamos hacer llegar a los jóvenes la profundidad de fe que tenía la Madre Teresa?
A los jóvenes les diría que se acercaran a nuestras casas y que tocaran a los pobres, ésa es la mejor manera de recibir la enseñanza, el espíritu de nuestra Madre. Es muy sencillo, la clave consiste en estar con ellos y escucharles. Es la experiencia que les puede hacer mejores, que les puede cambiar, es muy simple. Y, por supuesto, nada de lo que hagan puede llevarse a cabo sin la oración.

Ya, pero los jóvenes están hoy volcados en cientos de actividades, con poca oportunidad para la oración, andan absorbidos por el tiempo…
Los jóvenes necesitan al Señor, necesitan hablar con Él para que les indique el camino. Si no se tiene experiencia de Dios nunca se sabrá qué camino tomar. Yo diría que la oración es esencial incluso para nuestra vida física, y el primer paso para su aprendizaje tiene que ser el silencio, la necesidad de reservar algún momento del día a encontrarse con Él… porque Dios siempre nos está esperando. Por ejemplo, nuestras hermanas pasan una hora al día adorando al Señor, se sitúan delante de Jesús en la Eucaristía y le cuentan…

Pero habrá que saber cómo empezar a rezar.
Lo más curioso es que nosotras tampoco sabemos cómo hacerlo, pero aprendemos, aprendemos siempre delante del Señor, y aprendemos también a estar atentas al Señor durante el resto del día. Si no tenemos ese encuentro con Él desde la mañana, ¿de qué vamos a hablar a los demás?, ¿de qué vamos a vivir?

Entonces, ¿la oración es la clave?
¡Claro! La gran bendición de Dios, el gran regalo de Dios es poder llegar a ser un orante. Rezar, rezar, rezar unidos. Sobre todo con los jóvenes, que aprendan a tener presencia de Dios en su estudio, en el bar, tomando un café… así es como se siente la gran bendición de Dios.

¿De qué está falto nuestro mundo?
De la sonrisa de Dios, necesitamos la sonrisa de Dios, necesitamos que nos la contagie y que sirva de medicina al mundo, especialmente para los corazones heridos.

Gracias por todo, Hermana Prema.
Oh, no ha sido nada. Ahora me toca a mí estarle agradecida, deme su bendición y hasta una nueva ocasión.