Teresa desvela su secreto - Alfa y Omega

Teresa desvela su secreto

Hay muchas cosas de las que se están haciendo durante estos días que probablemente no le gustarían a la Madre Teresa. Ella nunca se sintió el centro de nada. Lo que más le gustará sin duda es aquello que recordaba, al día siguiente de su muerte en la 3ª de ABC, el cardenal don Ángel Suquía, evocando un espléndido texto de Bernanos: los santos no quieren aplausos, sino seguimiento. He aquí el meollo de su legado

Redacción

María nos cuida siempre

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Cuando la Congregación de las Misioneras de la Caridad acababa de ser fundada, tuvimos necesidad urgente de un edificio para la casa madre. Para conseguirlo, prometí rezar a la Virgen 85.000 veces el Acordaos (Acordaos, oh piadosísisma Virgen…).

Pero entonces éramos todavía muy pocas Hermanas. ¿Cómo podríamos hacer frente a nuestra deuda de oraciones? Se me ocurrió una solución: reunir a todos los niños y a los enfermos que teníamos a nuestro cuidado en el Nirmal Hriday y en Shishu Bhavan.

Les enseñé la oración y todos hicimos la promesa de decirla.

El edificio no tardó en ser nuestro.

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Una cuestión de amor

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He visto a niños que se dejaban morir porque nadie los amaba. Soy madre de millares de niños abandonados. Los he recogido de las aceras, de la basura, en la calle; me los ha traído la Policía; me los han traído de los hospitales donde han sido rechazados por sus «madres». Los he ido sacando adelante.

Un grupo de muchachas habían sido violadas salvajemente en Bangla Desh. Las autoridades querían hacerlas abortar. Me planté ante ellos. A una doctora que insistía en que un niño no nacido no es un ser humano, le dije:

– Si usted está casada y lleva un ser en su vientre, ¿es un ser humano, o qué es?

– Bueno, dijo ella, eso sería diferente.

Estas chicas, repliqué, han sido forzadas contra su voluntad, pero lo que ustedes quieren hacer con ellas, eso sí que es una violación peor y un asesinato. Yo me haré cargo de los niños, cuando nazcan…

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El misterio del dolor

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Jamás el dolor estará ausente por completo de nuestras vidas.

Si lo aceptamos con fe, se nos brinda la oportunidad de compartir la Pasión de Jesús y de demostrarle nuestro amor.

Un día fui a visitar a una mujer que tenía un cáncer terminal.

Su dolor era enorme.

Le dije: – Eso no es otra cosa que un beso de Jesús. Una señal de que está usted tan próxima a Él en la cruz que le resulta fácil darle un beso.

Ella juntó las manos y dijo: -Madre, pídale a Jesús que no deje de besarme.

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Tocar a Cristo

La Misa es el alimento espiritual que me sustenta. Sin ella no lograría mantenerme en pie un día, ni siquiera una hora de mi vida. En la Misa, Jesús se nos presenta bajo las apariencias de pan, mientas que en los suburbios vemos a Cristo y lo tocamos en los cuerpos desgarrados, lo mismo que lo vemos y tocamos en los niños abandonados.

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La familia, cuna de la paz

La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias.

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La mejor oración

Con frecuencia, una mirada ferviente, confiada, profunda, a Cristo puede transformarse en la más encendida oración.

Yo lo miro; Él me mira.

No hay oración mejor.