Javier Valiente: «Mi trabajo es contar la riqueza de la vida de Iglesia» - Alfa y Omega

Javier Valiente: «Mi trabajo es contar la riqueza de la vida de Iglesia»

Con el final de curso, concluye la sección Corazones que buscan, en la que Javier Valiente ha ofrecido una serie de entrevistas a religiosas y religiosos de distintas congregaciones y ha presentando sus carismas. Ponemos el punto y final entrevistando al propio Javier, salesiano de 51 años, en cuya vida religiosa se cruzó de forma inesperada el periodismo. Es el subdirector de El Día del Señor, que emite los domingos La 2 de TVE

Ricardo Benjumea
Foto: Archivo personal de Javier Valiente

¿Con qué pregunta solías empezar tus entrevistas?
Cuántos años tienes, biografía…

¿Y bien?
Tengo 51 años, para cumplir los 52 en marzo. Soy de Puerto Llano (Ciudad Real), el pequeño de nueve hermanos. Yo estaba muy metido en la parroquia. Estudié con los salesianos, y en un encuentro vocacional en lo que entonces era 8º de EGB [equivalente a 2º de la ESO], le dije al director que me gustaría ser salesiano, y ahí empecé este camino, en el que progresivamente fui descubriendo cómo Dios me llamaba a seguirle.

Trabajaste como profesor en varios colegios y en el seminario, dirigiste un colegio infantil en Ciudad Real… ¿Cómo acabaste dedicándote al periodismo?
A finales de los 90 la congregación le dio un impulso a la comunicación. Se había abierto una facultad de Comunicación en Roma y se estaba potenciando que en todas las provincias hubiera salesianos formados en este ámbito. Y aunque a mí lo que me gustaba era la Historia y el Derecho, me propusieron estudiar Periodismo, dije que sí…, y acabé haciendo las prácticas en Alfa y Omega.

No es mal currículo: Alfa y Omega, CONFER, TVE… ¿Cómo llegaste a El Día del Señor?
Mientras trabajaba en la agencia de comunicación de la CONFER se jubiló Jesús López Sobrino, me propusieron colaborar en el programa y a la congregación y a mí nos pareció bien. Está siendo una experiencia muy interesante. El programa permite llevar la Eucaristía a gente que no puede ir a la iglesia, personas mayores o enfermos. Es bonito poder prestar este servicio pastoral para tanta gente.

Foto: Archivo personal de Javier Valiente

Cada semana preparáis un reportaje sobre las distintas realidades que os encontráis. ¿Qué lugares te han dejado más huella?
Quizá los pueblos pequeños, sitios donde queda poca gente pero la Iglesia sigue estando presente, acompañando, con una labor muy callada. Me ha impactado también mucho la visita a los hospitales, a algún centro de enfermos terminales… Pero cada visita deja una huella. Es muy bonito ver cómo en las parroquias la gente se esfuerza por preparar bien la Misa. Hay iglesias más bonitas, otras más funcionales, y en todas se celebra la Eucaristía, en todas se reúne la comunidad cristiana y se anuncia la Palabra de Dios, la gente practica la caridad y la Iglesia late con un mismo corazón. Para mí esto es maravilloso. Doy gracias a Dios cada domingo por toda esa diversidad dentro de la misma fe, por toda esa cantidad de catequistas y de gente que colabora en las parroquias… Te dice orgullosa una señora: «Yo soy la que limpia la iglesia», o un chaval te cuenta que él es «quien se encarga de tocar las campanas», cosa que no es nada fácil, por cierto… Mi trabajo es contar cada domingo la riqueza de la vida de la Iglesia. Tengo esa suerte.

¿Y no echas de menos el trabajo más directo con jóvenes?
Claro que se echan de menos las clases, el centro juvenil, los campamentos de verano… Lo que sí intento es incorporar esa dimensión en la comunicación de los salesianos con un subrayado especial en lo juvenil. A partir del próximo curso queremos potenciar que los jóvenes sean productores de contenidos para otros jóvenes. Ellos tienen las ideas, las iniciativas, la proximidad, y nosotros les podemos ofrecer la formación.

Puro estilo don Bosco.
Don Bosco insistía mucho en el protagonismo de los jóvenes. Él no funda una congregación con otros religiosos mayores, sino con un grupo de chicos. Siguiendo ese ejemplo, nosotros tenemos que insistir más en el protagonismo de los jóvenes, que no solo sean los destinatarios de nuestra misión, sino también educadores y animadores de otros jóvenes. Hay que contar con ellos para la misión. Y escucharles en lo que tengan que decirnos.