Olé Raquel - Alfa y Omega

Olé Raquel

Pedro J Rabadán
Foto: Francisco de las Heras

Destacan siempre de los toreros el valor de ponerse delante del toro. Pero lo tuyo es más grande, Raquel. Solo en corazones como el tuyo, a pesar de estar roto por el dolor, cabe tanto amor y tanta delicadeza. No hay lugar para el rencor ni por tu boca ha salido una mala palabra contra quienes han escupido bilis a través de las redes sociales contra tu difunto marido, Víctor Barrio, simplemente por ser torero. El ejemplo que estás dando no cae en saco roto. Un ejemplo de mujer enamorada de su esposo, de compañera incondicional que acompaña a su amado en la lucha por un sueño, de mujer que sigue adelante a pesar del vacío interior que jamás se volverá a llenar. Un ejemplo de persona.

Que eras distinta saltaba a la vista desde que te conocí en la redacción de Telemadrid. Compartiendo profesión me llamaba la atención que tu felicidad no estaba en el trabajo, sino en el proyecto de vida que comenzabas con Víctor. No vivías para aparentar, no ambicionabas salir más en cámara pese a tener todas las cualidades para triunfar. Tu sonrisa perenne era por ese chico espigado que te había robado el corazón y te había acercado a los ruedos. Me contabas que te querías casar con él en Sepúlveda, tu otro gran amor. Se me esboza una sonrisa cuando recuerdo aquella comida en la que me lo presentaste y en la que me decías que si por el diestro fuera, se alimentaría solo de patatas fritas.

Ahora miro esta foto del pasado día 4 en Valladolid, en la corrida homenaje a tu marido. Una tarde para la historia. Es el brindis de José Tomás. Me gusta verte de blanco, radiante, aparcando el negro de luto y las gafas de sol que escondían los ojos llorosos. Me gusta ver esa sonrisa verdadera que sin embargo no oculta el dolor que te acompaña. El público se vuelve a ti, te miran, te sonríen. No es esa mirada de compasión que a veces puede resultar hiriente. Es de ternura y principalmente de admiración. Porque te has ganado el corazón de todos. Vistiendo el traje de luces estaban todas las figuras del toreo, pero la que más brillaba, desde el palco, eras tú. Olé Raquel.