Walesa, la esperanza de un pueblo. Una película necesaria - Alfa y Omega

Walesa, la esperanza de un pueblo. Una película necesaria

Cuatro años después de Popieluszko, la libertad está en nosotros (Rafal Wieczynski, 2009), el gran maestro polaco Andrzej Wajda estrena un biopic que recorre veinte años de la vida de Lech Walesa, otra de las figuras claves de la revolución popular pacífica que colapsó el monolítico poder comunista del Gobierno prosoviético de Wojciech Jaruzelski

Juan Orellana
En las fotografías varios fotogramas de la película

No es la primera vez que Wajda se interesa por hacer una revisión histórica de Polonia, desvelando el verdadero rostro del socialismo real. Recordemos, sólo por poner unos ejemplos, El hombre de hierro (1981), homenaje a Solidarnosc; su contribución al film Solidarnosc, Solidarnosc (2005), o la monumental Katyn (2007).

Walesa, la esperanza de un pueblo, en realidad, recorre la vida de Walesa (interpretado por Robert Wieckiewicz) desde dos perspectivas temporales. Por un lado, el hilo que atraviesa el metraje es la reconstrucción ficcionada de la entrevista que la famosa periodista italiana Oriana Fallaci (Maria Rosaria Omaggio) realizó, en 1981, en Gdansk a Walesa, entonces Presidente del recién creado sindicato libre Solidarnosc. De forma intermitente se nos van ofreciendo momentos de esa entrevista, con la finalidad de mostrarnos lo que Walesa pensaba de sí mismo como líder, así como sus perspectivas sobre el futuro político de Polonia. En diciembre de ese mismo año, el general Jaruzelski declaró la ley marcial. Walesa estuvo encarcelado once meses.

El segundo prisma temporal, apuntalado con imágenes de archivo brillantemente seleccionadas por Wajda, arranca en 1970, cuando la situación económica obliga al Gobierno a subir el precio de los alimentos, siendo Gomulka Secretario General del Partido Comunista, con las consiguientes protestas populares. A Walesa le vemos por primera vez el 14 de diciembre de ese año, en Gdansk, tratando de conseguir un cochecito para su inminente nuevo hijo, Slawomir, cuando las fuerzas armadas reprimen brutalmente la protesta. Es entonces cuando Walesa se introduce en medio de la vorágine callejera y trata de mediar entre militares y trabajadores. Es su primera acción en la que revela su madera de líder. Murieron ochenta obreros y Walesa acabó detenido. En muy pocas escenas, por razones de metraje, se nos expone lo que fue su crecimiento como líder sindical hasta llegar al 2 de junio de 1979, cuando Karol Wojtyla, elegido como Papa Juan Pablo II, llega a Varsovia, en medio de un entusiasmo popular sin precedentes. Es en ese momento cuando Wajda introduce los primeros símbolos religiosos, que ya van a estar presentes en todo el film, aunque, eso sí, de manera discreta: la Virgen Negra de Czestochowa, los presos de rodillas ante la imagen televisiva del Papa, el rosario al cuello de Walesa, su pin de la Virgen… De hecho, una de las críticas que se le puede hacer a la película es el escaso desarrollo que ofrece de la religiosidad de Walesa. Sin duda, ésta aparece en distintos modos, pero no se explica ni profundiza suficientemente, y el espectador poco versado no llegará a comprender la importancia del catolicismo en todo aquel proceso de desmantelamiento del régimen. De hecho, quien no conozca lo que fue realmente Solidarnosc puede llegar a pensar que el factor religioso es algo secundario, como un aderezo folclórico.

El recorrido histórico de la película llega hasta el 15 de noviembre de 1989, cuando Lech Walesa visita el Congreso norteamericano en medio de las aclamaciones de los congresistas, un año antes de convertirse en el Presidente de una Polonia libre.

Lo que sí deja muy claro y bien expuesto el film es que Walesa no hubiera sido lo que fue sin la heroína en la sombra que fue Danuta Golos, su esposa, magníficamente interpretada por Agnieszka Grochowska. Una madre coraje, llena de fe, que tuvo que sacar adelante ocho hijos, a pesar de las ausencias constantes de su marido, que o bien estaba encarcelado, o estaba trabajando para el sindicato.

La estética del film recuerda a la citada Popieluszko, con una puesta en escena de aire televisivo, y con una fotografía fría que transmite muy bien la deshumanización del régimen. Por su parte, la entrevista de Oriana Falacci está investida de un cierto humor, que oxigena el drama y nos muestra los aspectos más primarios del carácter tosco de Lech Walesa. En cualquier caso, y a pesar de todos los peros que queramos ponerle, ésta es una película necesaria. En aquellos años hubo dos procesos históricos a los que Europa está obligada a mirar si le queda algo de respetabilidad: la transición española, y la caída del socialismo real que tuvo en Polonia su primer derrumbamiento. Y en ambos casos fue crucial la actitud de un pueblo configurado por el catolicismo.

Walesa, la esperanza de un pueblo
Director:

Andrzej Wajda

País:

Polonia

Año:

2013

Género:

Drama

Público:

+7 años