La luz al final del túnel del juego - Alfa y Omega

La luz al final del túnel del juego

La aparición de los juegos online y de las apuestas deportivas, un negocio que mueve miles de millones y que campa a sus anchas a través de la publicidad, ha provocado que el número de adictos al juego haya aumentado y afecte a personas cada vez más jóvenes, incluidos menores de edad. Adolfo G., que ha pasado media vida pegado a múltiples adicciones –una de ellas, el juego–, ayuda con su experiencia a los nuevos y viejos ludópatas. Estuvo a punto de perderlo todo, pero una noche, en la puerta de una iglesia, todo cambió. Se rehabilitó y es fundador de uno de los cuatro grupos de Jugadores Anónimos de Madrid, todos ellos acogidos en parroquias

Fran Otero
Foto: ABC

Adolfo G. (nombre ficticio) no fue un niño normal. Él mismo lo sabía. Mientras los niños de su edad jugaban a las canicas, a los trompos y demás juegos populares de la posguerra española, él se apostaba cinco céntimos a las cartas. Tenía 12 años. Aquello sería solo el principio de una vida plagada de adicciones –al juego, al alcohol, a las drogas, al sexo…– que casi lo arruinan todo. Él mismo se presenta como «multipoliadicto». Se sometió a tratamientos que llegaron a ser considerados pioneros de descargas eléctricas. No funcionaron. Entonces encontró Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos y finalmente Jugadores Anónimos, del que fundó en Madrid un grupo de nombre Despertar, concretamente en la parroquia de Nuestra Madre del Dolor, de los capuchinos terciarios amigonianos, que no dudaron en abrir las puertas a este grupo de adictos que buscaban la rehabilitación. Hay otros tres grupos similares en la Comunidad de Madrid, todos instalados en parroquias. De hecho unas tres cuartas partes de las sedes Jugadores Anónimos y otras instituciones que luchan contra la adicción al juego tienen su sede en una iglesia.

Los doce pasos

Fue en una parroquia donde cambió la vida de Adolfo. Tras una noche plagada de adicciones se despertó de madrugada en la puerta de una iglesia. Estaba abierta y, en el interior, un fraile rezaba en un confesionario: «Tenía una enorme necesidad de hablar con alguien… El fraile se asustó mucho al verme, como si hubiese visto al mismo diablo, pero ahí empecé a salir. Fue un punto de inflexión». Años después, con 22 años sin jugar a sus espaldas y rehacer su vida –salvó su matrimonio y ya suman 58 años juntos– es un ejemplo para tanta gente que puede pasar por la misma situación, aunque él prefiere decir que su experiencia solo demuestra que «hay luz al final del túnel». «Con el currículum que tengo…, soy prueba evidente de que Dios existe. Fue como una llamada de Dios», añade.

Con 76 años y dos cánceres contra los que lucha con vitalidad, Adolfo ofrece a otros lo que ha recibido de Jugadores Anónimos. No se trata de otra cosa que de compartir su experiencia, fortaleza y esperanza, de caminar hacia la resolución de su problema común. Son doce pasos que comienzan por admitir que uno es impotente ante la adicción al juego, continúan por intentar enmendar el mal causado a otras personas –pidiendo perdón, devolviendo el dinero…– y concluyen con el compromiso de llevar este mensaje a otros enfermos. «Es lo más difícil: admitirlo, perdonarse y volver a tener fe en uno mismo», explica.

Con la perspectiva que le da haber superado tantas adicciones y con el bagaje de años como hermano de Jugadores Anónimos, Adolfo asegura que está cambiando el perfil de adictos al juego, sobre todo, por las apuestas deportivas y por el juego online. «Recibimos, cada vez más, a gente joven. Ahora mismo, el más pequeño del programa tiene 19 años; yo soy el mayor», subraya.

Coincide en el análisis el doctor Jerónimo Saiz, jefe de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que acoge una unidad específica de ludopatía, la primera de nuestro país. Percibe un aumento de esta adicción con el auge del juego online y de las apuestas deportivas, así como la introducción de un perfil más juvenil. Han tenido incluso pacientes que empezaron a jugar cuando no tenían la edad legal para hacerlo. «La demanda en nuestro programa no deja de crecer y se produce en edades juveniles, cuando antes era un problema que se limitaba a las personas mayores», explica a Alfa y Omega. Por su parte, desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados, Juan Lamas, su secretario técnico, afirma que tienen pacientes veinteañeros que empezaron a jugar a los 15 años.

De acuerdo a los datos presentados en las II Jornadas de Adicciones Comportamentales y Patología Dual celebradas en junio en Madrid, entre el 3 y el 8 % de los adolescentes en España presentan comportamientos problemáticos de juego a través de internet.

Foto: ABC

Las cifras en España

Según las estadísticas que publica anualmente la Dirección General de la Ordenación del Juego, el juego online –regulado en nuestro país desde 2014– no deja de crecer, hasta alcanzar el 25,64 % de cuota. El resto sigue siendo juego presencial. Así, en 2015, casi un millón de personas participaron en juegos de este tipo al menos una vez, un 20 % más que el año anterior. Jugadores que son hombres en su mayoría (83 %), tienen entre 19 y 45 años (87 %) y apuestan y juegan al casino y al póquer.

El total de jugadores –online y presencial– ascendió a 2,4 millones en 2015, un 25 % más que el año anterior, o lo que es lo mismo, 1.336 jugadores nuevos cada día. Como cada jugador suele tener más de una cuenta, el total de usuarios llega hasta los 5,4 millones. Al igual que en el juego online, en el total se llevan la palma las apuestas deportivas (66,3 %), el póquer (25,5 %) y el bingo (3,8 %). Otra de las variables para conocer la magnitud de esta industria, si así se le puede llamar, es el volumen de dinero que se juega. En 2015, se superaron los 33.000 millones de euros, un 11,5 % más que en 2014. Si lo circunscribimos a la modalidad online, la subida es del 30,44 %.

Falta de regulación

Detrás de estas cifras hay muchas vidas rotas. Mucho sufrimiento como el de Adolfo, que, además, ha visto morir «a muchos hermanos». Se calcula que en España la ludopatía afecta a entre el 0,5 % y el 2 % de la población adulta; un problema que se está agravando con el juego online y la invasión de la publicidad sobre apuestas, póquer o bingo en televisiones, radios y redes sociales. Invitaciones que realizan personajes de la talla de Cristiano Ronaldo o Neymar, figuras en las que se fijan nuestros jóvenes.

Tanto médicos como asociaciones y adictos no entienden cómo desde la Administración se ha dejado en manos de medios y anunciantes la regulación de la publicidad, fundamentalmente de apuestas deportivas, aunque también de póquer y bingo. Hace tres años, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA por sus siglas en inglés) incluyó el trastorno del juego dentro de la categoría de trastornos adictivos y, por tanto, con la misma consideración que el alcohol o las drogas en cuanto a la activación de los circuitos cerebrales de recompensa y a las consecuencias clínicas del trastorno. Una consideración que en España no afecta a la publicidad. Según el secretario técnico de FEJAR, ese reglamento para regular la publicidad también es víctima del bloqueo gubernamental que hay en nuestro país y sigue en un cajón a la espera de un Gobierno.

Sobre esta cuestión, los doctores Jerónimo Saiz-Ruiz y Mariano Chóliz, profesor de Psicología de la Universidad de Valencia, publicaron este año un editorial en la revista Adicciones, en el que afirmaban que la regulación del juego para prevenir la adicción es hoy más necesaria que nunca. Y alertaban de que «la prevención de la adicción al juego es incompatible con la promoción del juego excesivo, lo cual hace todavía más necesarias las políticas de regulación por parte de la Administración, puesto que el juego, como actividad económica, basa sus beneficios empresariales en el consumo elevado». «No obstante –continuaban los facultativos–, en la actualidad nos encontramos con el hecho de que es verdaderamente difícil legislar en materia de juego, de forma que se prevengan los trastornos asociados al mismo, lo cual nos recuerda a un problema similar al ocurrido con el alcohol y el alcoholismo».

Adolfo, que ha pasado por todo, lo tiene claro. La ludopatía no es una batalla perdida: «Se sale si quieres». Siempre con la ayuda de un grupo y una terapia, porque si no fuese así, un ludópata solo tendría tres posibles destinos: «La cárcel, el psiquiátrico o el cementerio». Aunque Jugadores Anónimos es aconfesional, en la sala donde se reúnen se puede leer una oración. Pide a Dios serenidad, valor y sabiduría. Adolfo, que además es creyente, la reza todos los días.

Una propuesta para limitar la publicidad

El profesor de Psicología de la Universidad de Valencia Jerónimo Saiz-Ruiz lo tiene claro: se han promovido formas de publicidad del juego «indeseables» y que pueden hacer mucho daño a las personas predispuestas a la ludopatía. Saiz-Ruiz y su colega Mariano Chóliz tienen una propuesta para la regulación del juego en nuestro país, que incluye las principales variables responsables de la adicción al juego: regulación de la publicidad, regulación de la oportunidad de jugar y regulación de las características de los propios juegos para disminuir el potencial adictivo.

En primer lugar, consideran que es urgente un reglamento de publicidad que debería tocar dos aspectos esenciales: los límites y los contenidos. En cuanto a los primeros, opinan que debe haber limitaciones en prensa y medios audiovisuales en horarios o secciones, mientras que la publicidad online debería realizarse exclusivamente dentro de las páginas web de juegos. En segundo lugar, al igual que ocurre con el alcohol, la publicidad del juego no debería poder dirigirse a menores ni utilizarse su presencia, y habría que prohibir asociar juego a éxito profesional o bienestar personal. Por último, estiman que debe controlarse la disponibilidad y la accesibilidad. Esta última, a través de la identificación mediante DNI y una prueba fehaciente para el juego online, que puede ir desde un lector de DNI electrónico hasta un sistema de identificación obtenido en oficinas de la Administración del Estado y que tiene que ser renovado periódicamente.

A nivel general, los autores creen que hay que poner en marcha la limitación de las pérdidas, que en otros países «han demostrado su eficacia tanto en la prevención de la adicción como en la promoción del juego responsable», además de medidas específicas para cada juego de azar.