Tres días de perdón y alegría - Alfa y Omega

Tres días de perdón y alegría

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El arzobispo de Madrid durante la catequesis a los niños. Foto: Juan Luis Vázquez

«Muchos hacemos cosas buenas por la gente, pero no las hacemos porque sí, sino porque tenemos fe». Lo dijo el músico y sacerdote Toño Casado el jueves por la noche a los pies de la Puerta Santa de la catedral de la Almudena. Era el arranque de la Fiesta del Perdón y la Misericordia, tres días de eventos culturales y artísticos organizada por el Arzobispado de Madrid con motivo del Año de la Misericordia.

El coro de gospel Santo Tomás, en la catedral. Foto: Teresa Ekobo

«¿Para qué estamos aquí? ¿Quién me da la contraseña que da acceso para ser feliz? Hay tanta gente que se suicida hoy en día…», cantaba Toño unos metros más allá, mientras ofrecía un poco de esperanza con cada una de sus canciones.

«Hace falta que el perdón no sea una palabra más», dijo el arzobispo de Madrid al presentar la película Cartas de la madre Teresa, ya entrada la noche del jueves. «La madre Teresa nos ha enseñado con su vida lo que es el perdón y el amor. Ella encontró la dicha en Cristo, a veces en la oscuridad y en dolor también, y estando al lado de quien más sufre. A veces se sintió sola, pero encontró la “dichosa salida” de la que habló san Juan de la Cruz: Cristo. Ella nos mostró que Cristo siempre está de nuestra parte. Él está en nuestra vida y nos acompaña».

Confesiones en la plaza san Juan Pablo II. Foto: Juan Luis Vázquez

Gratitud y alabanza

El viernes, los encargados de empezar a animar la noche fueron los miembros del grupo de alabanza Nuevo Tiempo, formado por una familia a la que Dios le dio la vuelta como un calcetín el día que entró en su casa, encaminándolos después a la alabanza y la gratitud a través de la música. Después, ya en el interior del templo, tuvo lugar el concierto Su amor infinito y su ternura entrañable, en el que la música a cargo de la coral Almayrit, del coro gospel Santo Tomás y del grupo rociero El encuentro sirvieron para ambientar algunos textos acerca de la misericordia de la reciente carta pastoral del arzobispo de Madrid Ungidos y urgidos por la misericordia.

Toño Casado animando a los asistentes. Foto: Juan Luis Vázquez

«La familia es el lugar que más se parece a Dios»

El sábado fue el turno de las familias, con la actuación del mago Antonio Grande y varias actividades para los más pequeños, así como una catequesis de monseñor Osoro a un grupo de niños subidos al escenario. «Hay un lugar especial para sentir el cariño: es la familia, el nido en el que nacemos –afirmó el prelado–. Cuando vosotros erais pequeños, tuvisteis quién os quisiera. Eso es lo que necesita todo ser humano. El Papa Francisco nos habla de la alegría del amor. El ser humano está contento cuando le quieren, cuando tenemos personas alrededor que nos quieren. Y el primero que nos quiere es Dios, que nos ama. Sabemos que Él nos quiere y no estamos solos». «La familia es el lugar que más se parece a Dios, un lugar donde se ama, donde se perdona, donde se da la vida», abundó monseñor Osoro.

Ya por la tarde, el fin de fiesta fue para la música del grupo One Way y el musical al aire libre Los Miserables, a cargo del grupo de teatro Áncora.

El grupo Tiempo Nuevo en acción. Foto: Teresa Ekobo

La cultura al servicio del Evangelio

Durante estos tres días, un goteo constante de personas fue acercándose a los sacerdotes que se habían puesto al servicio de todos aquellos que querían recibir la certeza del perdón de Dios gracias al sacramento de la Reconciliación. «Los que hemos estado confesando estos días hemos tenido continuamente personas confesándose con nosotros, y también muchas personas de paso por la zona lo han agradecido y han aprovechado para confesarse. Ha sido una experiencia bonita y interesante para visibilizar esta dimensión del Año de la Misericordia», afirma Carlos Aguilar, vicario de Evangelización de Madrid y responsable de la organización de este evento.

«Hemos querido ofrecer un acto que nos sacara fuera de los muros del templo y que sirviera de llamada de atención para otras personas que a lo mejor no van normalmente a las iglesias. En este sentido creo que el propósito de fortalecer el dinamismo de salida lo hemos conseguido», añade.

Un momento de la representación de Los Miserables. Foto: Teresa Ekobo

En este sentido, todas estas expresiones culturales como el cine, la música, la magia, las actividades con niños…, «las hemos puesto al servicio de la evangelización, en consonancia con lo que nos han pedido los grupos del Plan Diocesano de Evangelización durante el primer año, que reclamaban más creatividad y proponían aprovechar el mundo de la cultura y las actividades lúdicas para el anuncio del Evangelio».