«Nadie puede pretender confinar la Iglesia a lo privado» - Alfa y Omega

«Nadie puede pretender confinar la Iglesia a lo privado»

Ricardo Benjumea
El cardenal Versaldi y el arzobispo de Madrid durante la apertura del año académico de la Universidad San Dámaso. Foto: Universidad San Dámaso

En las últimas semanas ha visitado lugares tan diversos como Perú, Taiwán o Filipinas. «La finalidad de la Congregación para la Educación Católica –explica el cardenal Versaldi– es el servicio a las instituciones católicas de todo el mundo, especialmente en aquellos países en los que los católicos son minoría, y alentarlas en su testimonio de caridad». Las escuelas católicas –añade– «nacieron para enseñar a quienes no podían acceder a la educación», y siguen realizando un importante papel de «transformación de la sociedad, promoviendo la dignidad de todos, en primer lugar de los excluidos». Giuseppe Versaldi (cardenal piamontés de 73 años) participó el lunes en Madrid en la apertura del curso académico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso con una lección inaugural sobre La educación católica en una sociedad plural. Frente al «secularismo combativo», dijo, la Iglesia no puede caer en «un atrincheramiento defensivo».

¿Cuál es el papel de la educación católica en la sociedad plural?
He querido situar el empeño de la Iglesia en el campo de la educación en el contexto histórico actual, caracterizado por el pluralismo cultural y religioso, pero también expuesto al peligro de conflictos e intolerancias que se pueden evitar con diálogo racional y respetuoso, cada uno desde su propia identidad.

En países como España algunos cuestionan hoy la enseñanza religiosa particularmente en la escuela pública. ¿Qué responde a eso?
Como subraya el Papa en la exhortación Evangelii gaudium, nadie puede pretender que la Iglesia quede confinada a lo privado de la conciencia o reducida a las celebraciones litúrgicas. El Evangelio no solo anuncia los bienes eternos, sino que aspira a cambiar el mundo según la lógica del amor, la justicia y la paz. Una sana secularización, entendida como distinción entre Iglesia y Estado, no hace más que recuperar el mensaje de Cristo: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Esta es la salvaguarda de la libertad de conciencia. El secularismo dominante hoy pretende imponer una única visión del mundo, presentando aquello que va más allá del positivismo científico como irracional, emotivo y mágico. La propia razón, como decía Benedicto XVI, resulta mortificada en cuanto se la declara incapaz de responder a los interrogantes del corazón humano. La razón no mira solo a lo material, sino también a lo espiritual y trascendente.

Ha insistido usted en la importancia del testimonio como forma de presencia pública de los católicos. ¿En qué tipo de testimonio está pensando en el caso de una sociedad de antigua evangelización pero hoy secularizada como es la española?
El testimonio tiene un doble nivel complementario. Consiste en la afirmación de la verdad y del significado de la vida humana según una visión del mundo correspondiente a la dignidad de la persona. Pero esta verdad debe ser testimoniada a través de la caridad, como está haciendo continuamente el Papa Francisco. Es una invitación que viene del Evangelio a buscar la verdad y a ser misericordiosos y caritativos para guiar a cada persona hacia la verdad y el bien, observando la gradualidad de la maduración, empleando la misericordia con quien se equivoca, de manera que la Iglesia sea antes madre que maestra.

Se está planteando retrasar en dos años la edad mínima de ordenación sacerdotal para mejorar la formación afectiva y humanista de los seminaristas. ¿Cómo contempla usted mejorar esa formación?
La preocupación por una mejor formación de los sacerdotes viene del Concilio y afecta a todos los niveles: intelectual, afectivo, pastoral, espiritual… La importancia de los años de formación es decisiva y se necesitan mejores instrumentos. Un punto importante a mi parecer es que aquellos llamados a formar a los sacerdotes estén ellos mismos bien formados para que nuestros jóvenes puedan tener guías seguros y capaces de acogerlos, conocerlos, guiarlos, alentarlos y llevarlos al sacerdocio en el contexto nuevo de un mundo en cambio.

En ese mundo en cambio, el Papa ha pedido formar mejor a los sacerdotes en el discernimiento…
El discernimiento es la capacidad de traducir los principios y líneas generales al contexto personal en el tiempo y lugar específicos para saber distinguir las situaciones y poder encarnar esos principios y criterios en la realidad concreta. Esa encarnación no es fácil y no puede ser igual en todo tiempo, en todo lugar y en toda persona. El modelo de discernimiento no puede ser más que Cristo en medio de la gente. Él conoce las fatigas de las personas, ayuda a dar respuesta a sus necesidades y suscita en ellas nuevas preguntas. La Iglesia no es solo maestra abstracta, sino que es madre que acompaña, que sabe mirar las heridas que hay en la gente… Es el modelo del Papa Francisco, cuyo testimonio está suscitando un gran consenso, aun siendo muy firme en la verdad tradicional, por ejemplo en el campo de la sexualidad. El Papa está ayudando a muchos a caminar hacia la verdad no condenando ni excluyendo, sino acompañando y ayudando a las personas.