Juan Carlos Asensio: «La Iglesia ha dejado que la música de las misas caiga en manos de aficionados sin gusto» - Alfa y Omega

Juan Carlos Asensio: «La Iglesia ha dejado que la música de las misas caiga en manos de aficionados sin gusto»

Juan Carlos Asensio, director de Schola Antiqua, que lleva 30 años trabajando en la revitalización del canto gregoriano

Enrique Chuvieco

Corríjame si me equivoco, pero, como el resto de componentes de Schola Antiqua, sus inicios están en la Escolanía del Valle de los Caídos. En su caso, ¿como fue acceder a ella? ¿Ya tenía la vocación para el canto o tuvo maestros que le ayudaron a descubrirla?
Sí. Todos los componentes de Schola Antiqua hemos sido escolanes en el Valle. Supongo que cada uno de los que hemos pasado por la Escolanía podríamos contar nuestra propia historia de ingreso en la misma. En mi caso, estudiaba en Madrid 3° de EGB en el colegio de Benedictinas de san Plácido. Además cantaba en un pequeño coro de la iglesia de San Martín (antiguo monasterio benedictino), y mis padres me llevaban a clase de solfeo con don Ignacio Llauradó, un anciano sacerdote que era además maestro de capilla de las Descalzas Reales. Sucedió que un monje del Valle, el padre Raúl Arrieta fue al monasterio de San Plácido en la primavera de 1972 para impartir a la comunidad de monjas benedictinas ejercicios espirituales. Les preguntó si tenían algún chico en el colegio que tuviera buena voz… Y recuerdo perfectamente cuando sor Pilar me sacó de la clase y me dijo que un monje me iba a escuchar cantar. Al parecer, le gustó al padre Raúl mi interpretación (más tarde sería en el Valle uno de nuestros profesores, en concreto de Historia, y he de añadir que uno de los mejores que nunca he tenido), y me dijo que fueran mis padres a hablar con las monjas. Semanas después, un domingo subí con mi familia al Valle de los Caídos para hacer una prueba ya con el padre Laurentino Sáenz de Buruaga, entonces director de la Escolanía, y más tarde, en julio de 1972, fui convocado a pasar 15 días en la Escolanía en período de prueba. Al final fui seleccionado junto a 13 compañeros de entre más de 1.500 niños probados aquél año. Sí, antes de ingresar en el Valle cantaba en el coro de San Martín, también en las misas del colegio y por eso, mis padres —sobre todo mi madre— intentó cultivar esta cualidad. Pero no creo que pensaran en lo que el futuro me depararía.

¿Qué experiencias y recuerdos personales tiene de aquellos años en la Escolanía?
Mentiría si digo que todo fue maravilloso. Cuando uno es un niño tiene momentos buenos y otros no tanto. Estar separado de tus padres y hermanos (mi hermano pequeño ingresaría después en la escolanía al salir yo) con tan solo ocho años de edad no siempre es fácil, pero he de decir que la experiencia de cinco años en la Escolanía fue ampliamente positiva. Desde el punto de vista humano, la convivencia con más de cincuenta compañeros de distintas edades y procedencias, la supervisión de los monjes educadores y profesores (y algunos profesores seglares que completaban el cuadro académico) no pudo ser mejor. Es verdad que algunos momentos (sobre todo los retornos de los cortos períodos vacacionales de Navidad y verano) era algo duro, pero las experiencias (humanas y, sobre todo, musicales) y el compañerismo diario contribuían a que todo se hiciera llevadero. Recuerdo con especial intensidad algunos de los primeros ensayos en los que los recién ingresados en la Escolanía escuchábamos el canto polifónico. Aquello era alucinante… Curiosa y lógicamente el gregoriano, a una sola voz, nos impactaba menos. Lógico en unos niños. Todo tenía un precio. Había que dedicar mucho tiempo a la vocalización y al ensayo, tanto de las obras polifónicas como del gregoriano para cantar diariamente la Misa con los monjes y los domingos y fiestas el oficio de Vísperas. Pero todo era con un fin, por ejemplo los conciertos de cara al público, algunos de ellos acompañados de pianistas y orquestas de renombre. Por aquellos años, la Escolanía participada en algunas de las ceremonias familiares ligadas a la familia Franco en el palacio de El Pardo (me estoy refiriendo a las bodas de sus nietas o a los bautizos de los biznietos), y mas tarde tuvimos que cantar en sus exequias. Aquello fue un acontecimiento histórico que nos impactó a todos. Además el Valle era visitado por multitud de personalidades públicas que gustaban de escuchar a la Escolanía cuya presencia se queda grabada en la mente de un niño. Y desde el punto de vista humano, el aprendizaje a ser independiente al mismo tiempo que se cultiva el compañerismo, la relación con los otros (compañeros y monjes) marcó de manera decisiva aquellos años. Siempre en positivo.

Pasaron los años y crearon Schola Antiqua, ¿nos puede explicar cómo y por qué llegaron a formar el grupo?
Creo que hubo algunos intentos previos de crear un grupo de antiguos escolanes con un fin musical. Pero fue el omnipresente padre Laurentino quien a comienzos de enero de 1984 (es decir, hace ya treinta años) reunió a un pequeño grupo de ex alumnos que entonces se encontraban en Madrid por motivos de residencia, trabajo o estudios. Seguro que fue una idea largamente acariciada por los monjes y por fin, ese año comenzó la aventura. Al principio, muy tímida y esporádicamente, nos reuníamos algunos días en una pequeña sala del priorato benedictino de Montserrat de Madrid, acogidos con entusiasmo por el entonces prior, padre Norberto y por la comunidad. Con el tiempo y gracias a la amabilidad y complicidad de los propios monjes montserratinos ese fue y es nuestro lugar de reunión semanal. Fue el padre Laurentino quien ideó la formación, quizás por dar continuidad a los años pasados en el Valle y para participar incluso en ocasiones (como así ha sido y es) junto a la Escolanía y la Comunidad del Valle. Dimos nuestro primer concierto con la Escolanía en la Semana Santa de aquél 1984 en el Real Coliseo de Carlos III de El Escorial. En 1996 el padre Laurentino decidió dejar Schola pues ya para entonces los compromisos de la misma a veces eran difícilmente compatibles con la vida monástica y con la paralela dirección de la escolanía que entonces aún desempeñaba. Fue en ese momento cuando me propuso el relevo… y hasta hoy.

Han grabado 24 trabajos y actuado en multitud de conciertos, ¿cómo compatibilizan esta actividad con sus otras ocupaciones profesionales?
Pues como se puede. A veces no es fácil, pues los compromisos profesionales son cada vez más absorbentes. Pero hay algo que facilita mucho las cosas, y es la implicación que todos y cada uno de los miembros de Schola tienen con la agrupación. Por otra parte, al ser un grupo especializado en monodia litúrgica (no solo canto gregoriano, sino el resto de los repertorios occidentales), hay veces que no podemos acudir al completo… Por eso podemos continuar. Pero es verdad que por motivos de agenda a veces hemos tenido que renunciar a interesantes ofertas al no poder compatibilizar todo.

En tanto recorrido musical, ¿se puede seguir disfrutando del canto sin caer en la monotonía?
En cualquier actividad artística (incluso cotidiana), el ser humano tiende a caer en una monotonía si no es capaz de inventar, de crear y de hacer cada momento distinto al precedente. Nosotros no solamente cantamos gregoriano, ambrosiano, beneventano o mozárabe, sino que también forma parte de nuestro repertorio la primitiva polifonía occidental hasta aproximadamente el siglo XIV. Y no solo eso. Usted ha aludido a nuestras grabaciones. Muchas de ellas son colaboraciones (amplias, no solo testimoniales) con prestigiosos grupos nacionales y europeos reconstruyendo liturgias en las que el canto gregoriano era la columna vertebral. Ellos se han dado cuenta de la necesidad de realizar reconstrucciones históricamente informadas y les faltan los conocimientos y el estilo de interpretación del canto gregoriano que variaba según las épocas. Nosotros suplimos esa laguna, lo que nos ha permitido por ejemplo, interpretar, contextualizar y grabar la versión completa del Officium Hebdomadae Sanctae de Tomás Luis de Victoria, junto al prestigioso cuarteto vocal La Colombina, actuar en el Bach Festival junto a la Orquesta Barroca de Venecia dirigida por Andrea Marcon en la iglesia de santo Tomás de Leipzig interpretando las Vísperas de Navidad de Monteverdi, o estrenar junto al coro Accentus, el Trío Arbós y el grupo Neopercusión el Apocalipsis de Jesús Torres, un compositor actual, en la L edición de la Semana de la Música Religiosa de Cuenca. Además nuestros ensayos semanales son un reto casi siempre con nuevos repertorios que incluir en nuestros programas. Eso sí. No olvidamos la participación en la litúrgica como genuina expresión del canto gregoriano.

Las composiciones que realizan ustedes en gregoriano son una alabanza a Dios, ¿les ayuda interpretarlas a ello?
El canto gregoriano no se entiende fuera de su contexto litúrgico. Nosotros fundamentalmente ofrecemos conciertos, es decir que lo situamos fuera de contexto. Esto nos obliga a pensar nuestros programas como liturgias reconstruidas para que todo tenga, al menos, algo de sentido. Y sí, la falta se contexto puede ser un problema. Por eso cuando podemos participar en una liturgia donde el canto se integra de manera propia y natural, todo cambia. Por nuestra formación, en Schola todos somos creyentes y aunque sea en concierto, la comprensión del texto y su ubicación litúrgica (aunque sea fuera de todo contexto) nos ayuda a poder interpretar de una manera más natural. Pero nada puede suplir a la participación activa del canto en la liturgia. Pensemos que una liturgia sin canto sería como una obra de teatro a la que le falta un personaje. Nada se entendería…

En años anteriores, estuvo de moda el canto gregoriano con algunas grabaciones en monasterios, ¿qué aporta al hombre moderno acelerado estas composiciones?
No estoy tan seguro a estas alturas de que aquello aportara demasiado al hombre moderno. Es verdad que supuso un boom mediático a principios de los 90 del pasado siglo, pero recuerdo que muchas personas llevadas por la moda compraron los famosos discos de los monjes de Silos, y tras escuchar la primera pista, la mayoría quedaban defraudados, quizás porque no es lo mismo escuchar este canto en casa en un equipo hi-fi, que en directo en una iglesia y dentro de una acción litúrgica (volvemos al contexto y su importancia) con todo lo que conlleva. A nivel de Schola aquello supuso varios quebraderos de cabeza (que no voy a narrar por lo rocambolesco de las situaciones), y personalmente viví con asombro los procesos judiciales por el reparto de los derechos de autor por la interpretación de las melodías gregorianas que inmediatamente pusieron en su sitio a los protagonistas implicados. Ahora bien, sin duda esta música, bien interpretada, constituye un oasis y un antídoto para todas estas prisas del mundo actual. Y eso solo por su carácter, estética y melodiosidad. Si además entramos en otros parámetros, las ventajas se multiplican.

¿Cómo valora el momento musical coral de la Iglesia católica en cuanto a la enseñanza y la divulgación en España y otros países?
Lamentable. Ojalá existiera algo con cierta perspectiva de futuro. Desde hace muchos años la música de Iglesia es inexistente. Me refiero a la verdadera música. Lo mismo que la predicación y la acción litúrgica se deja en manos de «profesionales» con largos años de formación, una a mi juicio equivocada apertura a la alegre participación, ha dejado que la música caiga en manos no solo de aficionados, sino en personas de gusto y preparación inexistentes. Es muy deprimente asistir a determinadas liturgias en las que no hay un mínimo cuidado por la música. ¿Imaginamos un sacerdote que balbuceara sonidos ininteligibles? ¿Un lector sin los mínimos conocimientos de gramática y sintaxis? Pues a veces así suenan algunos coros parroquiales que ni siquiera afinan sus pobres (y a veces litúrgicamente inadecuados) instrumentos, por no hablar de la muchas veces escasa o nula adecuación de los textos al tiempo o a la circunstancia litúrgica… Y de la música… mejor no hablar. Es verdad que en algunos lugares se ha tomado conciencia ya hace años y se intenta cambiar la situación, pero afloran multitud de problemas y dificultades que surgen de los propios responsables de la liturgia. En otros países que conozco la situación es bien distinta. En Francia, el cuidado de la música dentro de la liturgia se nota en el conocimiento cada vez mayor de los fieles de algunas misas del Ordinario de canto gregoriano. Y en Inglaterra es conocida la proliferación de coros que participan en la liturgia junto con el pueblo desde las pequeñas iglesias locales hasta las capillas de los University Colleges (inagotable cantera de músicos profesionales) llegando a los coros de sus catedrales. Tenemos las imágenes ya no tan recientes de la boda del Príncipe William con Kate Middleton. Todos, contrayentes incluidos, todos, repito, cantaban en la ceremonia su música litúrgica. Rebobinemos en nuestro pasado y busquemos un acontecimiento semejante… No lo hallaremos. Pero pensemos que no todo está perdido. Hay que seguir trabajando.

¿Qué aptitudes debe tener alguien que quiera cantar gregoriano?
El canto gregoriano es, como cualquier música, una manifestación artística. Por ello se necesitan un mínimo de cualidades vocales. Pero la propia diversidad del repertorio gregoriano hace que no todas las piezas estén destinadas a los mismos protagonistas. Hay piezas muy complicadas que exigen una preparación vocal a un nivel comparable a músicas posteriores más elaboradas. Pero hay otras más simples. A nivel muy profesional, la lectura del antiguo repertorio gregoriano exige el conocimiento de los antiguos neumas, o al menos de una lectura fluida de la notación cuadrada, la más difundida para la escritura de este repertorio desde el siglo XIII. Pero existen otras piezas pensadas para la asamblea que no entrañan demasiada dificultad. Una buena disposición, un mínimo oído musical… y sobre todo, ganas de participar en las celebraciones litúrgicas dando honestamente lo mejor de uno mismo. Igual si se trata de conciertos.

¿Cuáles son los próximos proyectos de Schola Antiqua?
Acabamos de grabar tres nuevos discos que saldrán antes de finalizar este año con motivo de nuestro trigésimo aniversario. Uno de ellos nos hace mucha ilusión pues está dedicado a la enseñanza de la música en la Edad Media. No es un cd con piezas litúrgicas, sino con obras dedicadas a la pedagogía… algo que nos devuelve en parte a nuestros orígenes. Además tenemos interesantes conciertos, dos de ellos en Las Huelgas de Burgos. Uno reconstruyendo la liturgia de la Dedicación de la iglesia del monasterio y otro en el que estrenaremos una obra del compositor José María Sánchez Verdú, titulada Libro de Leonor junto al Ensemble Organum, que dirige Marcel Pérès, en homenaje a la fundadora del monasterio, cuyo octavo centenario de su fallecimiento (y también el de su esposo y fundador, Alfonso VIII) se celebra este año. También participaremos con un concierto en la exposición del fondo de cantorales que se celebra estos días en la Biblioteca Nacional de Madrid y en los actos del V° Centenario de la aparición del primer volumen de la Biblia Políglota Complutense en los que interpretaremos un concierto con obras extraídas de los libros litúrgicos musicales salidos a la luz a expensas del cardenal Cisneros… Y el año próximo dedicado también al Vº centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, estamos preparando un programa alrededor de su vida con canto gregoriano y polifonía de la época de la santa, junto al grupo inglés The Sixteen. O la participación de Schola en mayo del 2015 en el Gregorian Festival de Watou (Bélgica).

Más información sobre lugares y fechas en www.scholaantiqua.com.

Enrique Chuvieco / Aleteia