«¿Qué pasa con los muertos de las pateras?» - Alfa y Omega

«¿Qué pasa con los muertos de las pateras?»

No es fácil llevar a la práctica la obra de misericordia que pide enterrar a los muertos, pero estas personas han acompañado a muchos a las puertas de la muerte, y han preparado para ellos una sepultura digna, a la espera de la resurrección

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Martín en el cementerio de Ceuta; arriba, en el centro, el nicho de Ndiaga. Foto: Archivo personal de Martín Zamora

Cuando Martín Zamora se metió en el mundo de las funerarias, no se imaginaba que esto sería más que un negocio. Primero en Cádiz y ahora en Ceuta, ha repatriado en los últimos 18 años los cadáveres de 70 inmigrantes fallecidos al cruzar el Estrecho.

En los años en que llegaban a las costas españolas multitud de pateras, «empecé a preguntar qué pasaba con los ahogados, y me dijeron que al no tener documentación se enterraban en algún cementerio de la zona. Entonces pensé que a las familias les gustaría enterrarlos junto a ellos».

«Se me ocurrió pedirle al juez los objetos personales de los ahogados –relata el propietario de la funeraria Luza–, y me encontré con que muchos traían escondidos entre las ropas los números de teléfono de sus familiares, para contactar con ellos al alcanzar la costa, y así pude localizar su origen».

«Mi primera intención era el negocio, yo no soy ninguna ONG», reconoce, «pero enseguida me encontré con muchas familias que no tenían dinero para pagar la repatriación, así que en muchas ocasiones he tenido que correr yo con los gastos». En cada viaje, siempre a Marruecos, encuentra «una mezcla de alegría y de pena, pero se muestran muy agradecidos por poder llevarles el cuerpo de su ser querido».

Por todo eso, Martín afirma que «lo mío es un trabajo, pero es algo más. Llega un momento en que te involucras. Se vuelve todo más personal y va más allá del negocio».

En la actualidad, gestiona la repatriación de Ndiaga Sow, un senegalés que se ahogó en el Estrecho. Martín llevará su cuerpo a casa gracias al dinero recolectado por Seriñ, un compatriota de Ndiaga. Seriñ ha recaudado 6.000 euros entre compatriotas. «La gran mayoría no conocía a Ndiaga –comenta Seriñ–. Yo tampoco, pero hemos compartido algo que nos une».