El birrete cardenalicio al arzobispo de Mérida que ha dado esperanza a Venezuela - Alfa y Omega

El birrete cardenalicio al arzobispo de Mérida que ha dado esperanza a Venezuela

Baltazar Porras está feliz por que el Papa lo haya llamado a «colaborar con él al servicio de la Iglesia universal y de toda la sociedad», pero entiende que su nombramiento trasciende lo personal. La situación en Venezuela es crítica, y al crear a un segundo cardenal elector en el país, el Papa fortalece la posición de la única institución en el país con la credibilidad necesaria para lograr la reconciliación nacional

Ricardo Benjumea
Foto: Globovisión

En la mañana del sábado, poco antes de partir hacia el consistorio en el que va a ser creado cardenal, el arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, atiende a Alfa y Omega en el Colegio Español, donde comparten alojamiento la delegación venezolana y la española. El nuevo purpurado apenas habla de sí mismo. Sus pensamientos se dirigen a «tantos venezolanos, y no solo católicos, que han visto este nombramiento como un soplo de esperanza y de alegría en medio de las dificultades que atravesamos».

Porras admite que la Iglesia y la Santa Sede han asumido muchos riesgos al aceptar el rol de facilitadores del diálogo entre el régimen y la oposición. Lo dice con su estilo habitual, franco y directo: «No es la primera vez que, cuando hay dificultades, el Gobierno busca crear mesas de diálogo, que nunca han llevado a nada, sino que han servido únicamente para ganar tiempo y alargar la situación en un país en el que las leyes, empezando por la constitución, valen poco», afirma. «Es la pura discrecionalidad del poder. Esto hace que la población se sienta desasistida y vea en esto una especie de claudicación. Pero como el mismo Santo Padre ha repetido, la única alternativa es dialogar». Claro que «negociar no significa ceder en los principios. Por eso la Iglesia ha pedido que haya gestos muy concretos, como excarcelaciones» de opositores.

«La situación –prosigue– es muy grave por el hambre, la falta de medicinas, el incremento de la violencia… Son cosas que no pueden esperar y que exigen una respuesta inmediata». Pero al mismo tiempo es necesario «tener paciencia». Porque «problemas que se arrastran desde hace tiempo no pueden ser solucionados de un golpe», explica Porras. «Creo que lo positivo que tiene todo esto es buscar caminos de entendimiento pacíficos, constitucionales, que no sean simplemente un llamamiento a la violencia que provocaría sencillamente llanto, dolor y muerte».

¿Existe entonces realmente el peligro de un «baño de sangre», argumento utilizado hace unos días por el enviado especial vaticano, monseñor Celli, para pedir –y conseguir– la desconvocatoria de una marcha opositora que se preveía multitudinaria hacia el palacio presidencial? «Sin duda», afirma, pero explica que su temor no se refiere al estallido de una guerra civil. «Eso es totalmente imposible, puesto que quien tiene las armas y todo el poder son estos grupos desatados que están de parte del Gobierno, mientras que la población en general no tendría ninguna capacidad de respuesta». La masacre, en otras palabras, tendría víctimas de un solo bando.

El cardenal Porras, después del consistorio, con Lilian Tintori. Foto: Twitter Lilian Tintori

«Venezuela no puede esperar»

Entre los cientos de venezolanos que acompañaron al cardenal Porras el sábado en el consistorio, destacaba una mujer: Lilian Tintori, esposa del líder opositor Leopoldo López, encarcelado desde hace ya más de 1.000 días. Cientos de personas se acercaron a transmitirle su afecto y solidaridad después de la ceremonia. «Con todo lo que está pasando en Venezuela, esto ha sido una bendición para el pueblo venezolano», dice a este semanario. «En un momento tan triste y tan lleno de injusticias, este nombramiento nos dio esperanza. Sabemos que no hemos sido olvidados por el Papa. Y sabemos que el cardenal Porras va a interceder por la reconciliación nacional y por la solución de los problemas en Venezuela».

En la víspera, Tintori se entrevistó con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, un viejo conocido. «Nos da mucha tranquilidad que el Vaticano participe como facilitador el diálogo», asegura. Igual que la Iglesia, «creemos en la reconciliación nacional y creemos que tenemos que buscar soluciones entre todos», añade. «Lo que ocurre es que queremos resultados efectivos. Necesitamos resultados efectivos y esperamos que podamos tenerlos rápido, porque Venezuela no puede esperar más».

De la misma opinión es Jorge Urosa, el otro cardenal elector venezolano. En unas declaraciones a la prensa durante las felicitaciones a los nuevos cardenales en la tarde del sábado, el arzobispo de Caracas pidió al Gobierno «resultados concretos y efectivos muy pronto», y añadió que «sería un muestra de buena voluntad la liberación de los presos políticos».

Urosa entiende las reticencias de algunos opositores a la labor mediadora de la Santa Sede, pero aclara que «no es el Vaticano el que va a resolver los problemas de Venezuela; son los venezolanos del Gobierno y de la oposición, tratando de llegar a acuerdos para que se resuelvan las circunstancias críticas en que está viviendo el pueblo venezolano».

Dicho esto, el cardenal Urosa deja claro que una cosa es la neutralidad política, pero que hay cuestiones de elemental respeto a los derechos humanos que no admiten componenda. Desde ese convencimiento, el arzobispo de Caracas celebró el domingo 13 de noviembre una Misa por los presos políticos. «Ellos piden acompañamiento, piden solidaridad, piden afecto, piden nuestros pronunciamientos…», asegura. «Y debo decir que el episcopado venezolano permanentemente ha tocado este tema», igual que los obispos «en nuestras intervenciones personales».